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Coronavirus Las personas sin hogar se enfrentan al invierno del coronavirus

Los ayuntamientos y entidades de Catalunya se encuentran con dificultades, como por ejemplo la sobresaturación de los servicios sociales en las capitales, para atender adecuadamente a este colectivo.

Una persona recoge alimentos que reparte la entidad Raíces San Ignacio en Lleida. Fotografía cedida por Raíces San Ignacio.
Una persona recoge alimentos que reparte la entidad Raíces San Ignacio en Lleida. Fotografía cedida por Raíces San Ignacio.

La llegada repentina de la covid-19 a Catalunya cogió a las administraciones y a la población desprevenida, y en cualquier crisis los más vulnerables son los que más sufren: es el caso de las personas sin hogar. Los índices de rebrote cada vez son más alarmantes, es por eso que Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona se están preparando para encarar un invierno que se presenta más duro que los anteriores, sobre todo para aquellos que no tienen una vivienda digna donde protegerse no solo del frío, sino también de la pandemia.

El confinamiento: un antes y un después

Ferran Busquets: "Llegamos a 700 personas durante el confinamiento total. Repartíamos entre 70 y 100 comidas diarias"

La declaración del estado de alarma desconcertó a la mayoría de la población, y todavía más a aquellas personas que no están informadas del día a día. El director de Arrels Fundació, Ferran Busquets, explica que durante el confinamiento se tuvieron que reorganizar: además de la falta de información, el cierre de bares y restaurantes provocó que muchas personas se quedaran sin alguna comida caliente durante el día. Los trabajadores y voluntarios de Arrels hicieron rutas para informar y llevar comida. "Llegamos a 700 personas durante el confinamiento total. Repartíamos entre 70 y 100 comidas diarias", puntualiza Busquets. La responsable del Programa Sin Hogar y Vivienda de Càritas Barcelona, Fina Contreras, recuerda que la atención a personas sin hogar se triplicó durante la pandemia. Siguiendo la dinámica de Arrels, distribuyeron picnics en la parroquia de Santa Anna y la de Sant Cebrià. "Venían muchas personas que no vivían en la calle, sino en infravivienda", detalla. Para acoger a las personas que se habían quedado en la calle de forma sobrevenida, el Ajuntament de Barcelona añadió 700 plazas más a las 2.200 previas al coronavirus.

En Tarragona, la Fundación Bonanit se puso las pilas: en vez de abrir solo por las noches decidieron estar abiertos las 24 horas para que ninguna persona se quedara en la calle. Mientras que en Barcelona se abrió la Fira de Barcelona, que tenía capacidad para 450 personas, en Tarragona se abrió el Pavelló Esportiu de Serrallo donde podían dormir hasta 50 personas durante todo el periodo del confinamiento y parte del verano. En el caso de Arrels Sant Ignasi (Lleida) sufrieron las mismas modificaciones de Arrels Fundació: mantuvieron el servicio de duchas pero tuvieron que cancelar la sala de estar. "Tenemos una manera de atender más cálida, próxima, y eso era muy difícil. Se generaba mucha distancia", explica Òscar Costa, miembro de Arrels Sant Ignasi. Por su parte, concejal de Drets i Cooperació de l'Ajuntament de Girona, Nuria Pi, explica que durante la pandemia utilizaron el Pavelló Palau 2 para atender a 82 personas.

Excesiva centralización de los servicios

Barcelona, Girona y Tarragona atienen a usuarios de los municipios de los alrededores, hecho que satura los servicios

Mientras que en Arrels Sant Gervasi reciben personas mayoritariamente de Lleida, las ciudades de Barcelona, Girona y Tarragona atienden también a usuarios de los municipios de los alrededores, lo que provoca una sobresaturación de los servicios, y más en tiempos de covid-19. Contreras señala que este desplazamiento entre municipios es contraproducente en plena pandemia, puesto que se pide a la población que tenga los mínimos contactos posibles. En este sentido, advierte que Cáritas Barcelona no podrá asumir todas las necesidades de la población vulnerable, y que por eso es necesario que ejerzan sus derechos para reclamar las ayudas sociales que les correspondan. En Girona, sobre todo desde el centro de acogida La Sopa, atienden a gente de Banyoles, Lloret, Palafrugell, o de Blanes; desde Cáritas Barcelona explican que solo en Barcelona y Badalona tienen servicios habilitados para personas sin hogar, y el director de la fundación Bonanit, Josep Maria Carreto, alerta que Tàrrega tiene el albergue cerrado y que en Castelló no admiten gente nueva.

La Generalitat ha transferido 2,8 millones de euros a entes locales para hacer frente al invierno más incierto

Ante las demandas de los municipios, el secretario de Asuntos Sociales y Familias, Francesc Iglesies, asegura que la Generalitat ha transferido 2,8 millones de euros a entes locales para hacer frente a las dificultades del invierno más incierto. Este dinero, asegura, es para que los ayuntamientos amplíen las plazas para personas sin hogar en diferentes localidades, y así rebajar la presión que sufren las capitales. Por otro lado, añade que se han habilitado plazas en diferentes municipios con la colaboración de la Cruz Roja: 51 plazas en Vall d'en Bas (Garrotxa), 68 en Bellpuig (Urgell), 77 en Sant Jaume d’Enveja (Montsià), 40 en Altafulla, 60 en Manresa y 76 en Canyamars (Maresme).

Nuevas medidas para el invierno más difícil

Pese al aumento del presupuesto que ha aportado la Generalitat, algunas entidades no tienen suficientes fondos económicos y usan la red de apoyo vecinal para cubrir algunas de las necesidades básicas. Por ejemplo, una de las problemáticas de cerrar de nuevo bares y restaurantes es que, en Barcelona, muchas personas se han vuelto a quedar sin una comida caliente y dependen o de comedores sociales o de entidades como Arrels Fundació. En el caso de Tarragona, Carreto explica que la red entre iglesias, vecinos y asociaciones hace que las personas sin hogar no tengan que sufrir para tener una comida caliente entre manos. Ahora bien, desde la Fundación Bonanit reclaman más plazas, puesto que se acerca el invierno, y como se vieron obligados a reducir plazas a su albergue buscan nuevos locales para poder ampliar sus servicios. Además, aseguran que si vuelve a haber un confinamiento domiciliario, volverán a abrir sus puertas las 24 horas del día.

"Tenemos un apoyo de la Generalitat y de la Diputació pero quien asume el coste más elevado es el Ajuntament de Girona”

En el caso de Girona, Pi asegura que ya están buscando un nuevo establecimiento que no esté en uso, como es el caso del Pavell Palau 2, para poder acoger a las personas que lo necesiten. Ahora bien, recrimina que desde el Ayuntamiento se sienten "solos". "Tenemos un apoyo de la Generalitat y de la Diputació pero quien asume el coste más elevado es el Ajuntament de Girona”, reclama. En Lleida, Costa afirma que han notado un ligero incremento: el 2019 atendieron a 923 personas sin hogar (88 identificadas como sin techo), y de lo que llevan de 2020 han atendido 929 personas en infravivienda y 81 sin techo. Aunque los temporeros se desplazan a otras partes del Estado español durante el invierno, Costa reclama que la administración encuentre una solución para ellos, puesto que a pesar de tener documentación no viven en viviendas en buenas condiciones. Por su parte, Busquets celebra que el Ajuntament de Barcelona haya abierto el centro "La semilla", que acogerá a 40 mujeres sin hogar en la capital catalana. Aun así, destaca que estos centros no atienen a las personas que hace años viven en la calle, sino a casos más recientes y con más posibilidades de reincorporarse a la sociedad.

Evitar el paternalismo en pandemia

Los colectivos que trabajan con personas sin hogar no quieren volver caer en el paternalismo, pero es difícil. Durante el confinamiento hubo mucha desorientación, y entidades como Arrels Sant Ignasi tuvieron que hacer los trámites burocráticos que normalmente hubieran hecho los usuarios. Càritas Barcelona señala que han vuelto a reclamar donativos de alimentos. "En plena crisis hemos tenido que atender de manera asistencial", ha lamentado la responsable del Programa Sin Hogar y Vivienda de Càritas Barcelona, Fina Contreras.

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