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Crisis en la Iglesia: misas vacías, 4.200 parroquias sin cura y 7.000 frailes y monjas dejan de cotizar

La celebración dominical pierde un millón de asistentes en una década mientras desciende el número de sacerdotes y un tercio de los autónomos religiosos causa baja en la Seguridad Social en una década

Las misas han perdido más de un millón de asistentes habituales en la última década en España.

La iglesia envejece al tiempo que pierde efectivos y adeptos en España, un país cuya población se muestra cada vez menos católica. El número de religiosos que cotiza a la Seguridad Social se ha reducido en más de un tercio en una década, periodo en el que el descuadre entre el número de parroquias y el de curas para atenderlas ha pasado a superar las 4.200 y en el que la asistencia a misas ha continuado decreciendo.

Las estadísticas del Ministerio de Empleo revelan cómo entre el primer trimestre de 2007 y el mismo periodo de 2017 el número de autónomos dados de alta en el colectivo de religiosos, que incluye a monjes, monjas y frailes, ha pasado de 18.115 a 11.494, lo que supone un descenso del 36,6%. Esa reducción de 6.621 cotizantes es inferior en 1.703 personas a la de 8.324 que las plantillas de las llamadas congregaciones de vida activa experimentaron en ese periodo, en el que cayeron de 51.245 a 42.921, según indican las estadísticas de la Confederación Española de Religiosos referentes a 2007 y 2015.

Esos datos revelan que apenas la cuarta parte de los religiosos cotiza a la Seguridad Social cuando hace una década la tasa alcanzaba el 35%. El porcentaje cae por debajo del 20% (uno de cada cinco) si se calcula a partir del número total de estos que maneja la Conferencia Episcopal, que se eleva a 57.531 tras un aumento de 2.120 en una década , incluyendo los dedicados a la vida contemplativa en monasterios y conventos.

Sin embargo, no se trata de un fraude sino de una consecuencia del envejecimiento de los religiosos (religiosas, más bien, ya que la presencia femenina supera el 75%), cuya edad media ya rondaba los 63 años al principio de esta década, y del sistema de cotización específico al que se acogen desde hace ya casi 36 años, que permite compatibilizar el cobro de la pensión una vez superada la edad de jubilación con el mantenimiento de la actividad que desarrollaba antes de alcanzarla en su comunidad.

Fuentes de Confer declinaron valorar la evolución de las cotizaciones de los religiosos españoles, ya que la entidad no efectúa un seguimiento de los mismos.

Menos curas y más parroquias

La evolución de la plantilla de sacerdotes también es descendente, aunque decrece a un ritmo menos acusado que la de los religiosos. Según los datos de la Conferencia Episcopal, el número de curas pasó de 19.121 en 2007 a 18.813 este año , lo que supone un descenso de 1,7%, paliado principalmente por el fichaje de curas y seminaristas procedentes de Latinoamérica y Europa del este.

Los curas, que como los religiosos pueden mantener la actividad tras superar la edad de retiro, aunque prolongar su carrera de cotización les permite mejorar su pensión como al resto de trabajadores, cotizan por el Salario Mínimo Interprofesional (707,70 euros) como empleados por cuenta ajena a cargo de los obispados.

Sobre el papel, ese régimen debería suponer a las diócesis una aportación mensual de 166,85 euros (el 23,6% de 707,70) por cura mientras de la nómina de cada uno de ellos se descuentan 33,26 para contingencias comunes. Sin embargo, según la Conferencia Episcopal, “el importe de las cotizaciones pagadas a la Seguridad Social por el conjunto de sacerdotes diocesanos fue de 16.064.721 euros” en 2014.

Esa evolución de la plantilla hace, por otra parte, que cada vez sea mayor el descuadre entre el número de curas y el de parroquias: de 19.121 sacerdotes para 22.689 iglesias en 2007 a 18.813 para 23.071 una década después, en la que el desajuste, paliado mediante la asignación de varios templos al mismo párroco y destinando religiosos a otros (1.668 hace diez años), ha pasado de 3.568 a 4.258.

Dos incrédulos por cada asiduo a misa

Junto con la reducción y el envejecimiento de sus miembros consagrados, la crisis de la iglesia católica tiene un tercer foco en la pérdida de adeptos y seguidores entre la ciudadanía.

En esa misma década, y según indican los barómetros Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2007  y de 2017, el porcentaje de españoles que se declaran católicos ha perdido más de siete puntos (del 77,3% al 69,9%) mientras el de quienes se muestran como ateos o no creyentes crecía de una manera similar al pasar del 18,9% al 25,9%.

Paralelamente, la gente que va a misa los domingos y festivos y algún día entre semana caía del 18,5% al 16,3%, algo que, teniendo en cuenta la variación al alza de población y la de creencia a la baja, supone que más de un millón de personas han dejado de ir a misa de manera asidua en diez años mientras los incrédulos aumentaban en 3,5 para duplicar a los primeros: 5,3 millones de ciudadanos por 12.

Fieles de clase media rural y de derechas

El desglose de los datos del CIS según las variables de carácter sociodemográfico, por ubicación ideológica y por clase social revela algunas particularidades de unos y de otros. Así, y grosso modo, el perfil más frecuente del católico que va a misa con asiduidad sería el de alguien de clase media residente en un pueblo e ideológicamente escorado a la derecha, mientras que ateos e incrédulos son más habituales entre los estratos más y menos pudientes de las grandes ciudades.

El volumen de quienes se declaran católicos decrece conforme mayor es el municipio en el que residen (apenas la mitad en Madrid y Barcelona y más del 80% en los pueblos de menos de 2.000 habitantes) mientras el de no creyentes y ateos aumenta, aunque con algún diente de sierra, de manera paralela a los datos demográficos: 13,2 en las pequeñas poblaciones, 35,8% en las capitales. Sin embargo, esta variable no afecta a la asistencia habitual a los oficios, cuya media se supera con claridad en los lugares de menor tamaño (29,4% en pueblos) y en los de mayor (17,5% y 18,6% a partir de 400.000 vecinos).

Los católicos se concentran en las viejas clases medias y entre los obreros, donde superan con claridad el 70% de la población, caen a dos tercios en el segmento de la nueva clase media y bajan al 56,2% a partir de la media-alta, mientras ateos e incrédulos presentan los mayores porcentajes de presencia en la zona más pudiente de la sociedad (dos de cada cinco) y los menores (uno de cada siete) entre los obreros no cualificados.

Por último, en lo que se refiere a la ideología, menos del 40% de quienes se ubican en la extrema izquierda se reconocen como católicos, grupo cuya presencia crece hacia la derecha: más de la mitad de la izquierda moderada, por encima del 80% en el centro-derecha y más del 90% entre los ultras.

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