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¿Dónde está el cuerpo de Yéremi Vargas?

Antonio Ojeda, alias Juan el Rubio, con varios hijos, aficionado a la lucha canaria y en prisión por haber cometido una agresión sexual a un menor en 2012, es el presunto asesino del menor. Tras nueve años de investigaciones la Guardia Civil consigue centrar la investigación en un sospechoso, aunque aún busca los restos del menor.

Ithaisa Suárez, madre de Yeremi, junto a un retrato del menor. Archivo

MADRID.- Antonio Ojeda, alias Juan el Rubio, es todavía el presunto culpable de la desaparición y posible asesinato de Yéremi Vargas, el 10 de marzo de 2007 en el municipio de Vecindario (Gran Canaria). “Hay una pregunta a la que falta dar respuesta, ¿dónde está el cuerpo de ese niño de 7 años?”, explican los investigadores de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Ese es el gran secreto de la investigación, -un dato que guardan con celo los agentes- dónde vivía Ojeda en 2007. Encontrar el cuerpo sería la prueba clave para condenarlo por el asesinato.

Cuando hoy a las nueve de la mañana los investigadores fueron a ver a Ojeda a la cárcel de Algeciras, el preso ya había hablado con su abogado que le instruyó para que no declarara. “Es un hombre bregado en peleas de bar, un indigente itinerante pero que por las investigaciones sabemos que volvía al barrio de Vencindario constantemente, teníamos claro que no iba a abrir la boca por consejo del letrado aunque se ha puesto muy nervioso cuando le hemos dicho que le investigamos también por el homicidio de Yeremi”, cuenta uno de los agentes.

El testigo

En 2007 Antonio Ojeda había acudido al cuartel de la Guardia Civil de Vecindario y había asegurado que él vio cómo se habían llevado a Yéremi. En entrevistas en televisión se había erigido incluso como un testigo clave, “pero sus antecedentes eran pocas cosas, agresión a un policía en 1988 y también por una discusión con una pareja en un bar. No había nada que indicara que podía estar relacionado con la desaparición y asesinato de un menor”.

ojeda

Ojeda había tenido muchas parejas y muchos hijos, que andaban desperdigados sin que él les prestara ninguna atención. Sin embargo, fijó los ojos en un chiquillo de 7 años que jugaba con una caja en un descampado que hacía esquina a su casa. A Yéremi le encantaba el kárate y Juan el Rubio es aficionado a la lucha canaria. Quizá fue con ese señuelo con el que consiguió que el niño se montara en su vehículo y borrara su rastro. La Guardia Civil le considera un merodeador, que observa a sus presas para conocer sus costumbres y gustos hasta que se lanza a la caza.

En 2012, cuando agredió sexualmente a otro menor en la caseta del barranco de Tirajana donde vivía entonces, embaucó al niño de similares características a las de Yéremi con una camiseta. A los tres días del suceso la familia denunció, pero un juzgado no vio creíble la declaración de este niño.

En 2015, sin embargo, la Guardia Civil volvió a la primera página del atestado de la investigación de Yéremi Vargas. Una vez más, repasaron todos los testimonios y la evolución de cada uno de los testigos e investigados. Algo había cambiado. La persona que se había acercado voluntariamente a declarar en 2007, presentándose como clave en el caso, había sido acusado de abusos sexuales a otro niño. Consiguieron reabrir esas diligencias que llevaron a Ojeda a prisión y a poder seguir investigando la desaparición de Vargas.

El coche clave

La pista que cerró el círculo sobre este indigente fue el coche Renault 5 con la pegatina de la serie Oasis y la gorra de béisbol que siempre lucía Juan El Rubio. “Al principio de la investigación cada testigo ve cosas diferentes. Algunos hablaban de una furgoneta, otros de un Opel Corsa con una pegatina de una palmera y Ojeda habla de un coche Renault 5”, cuentan los investigadores.

Y estos datos coincidían con el ahora investigado por la desaparición y muerte del menor canario. Un Renault 5 serie Oasis, que lleva una pegatina de una palmera que le hace característico, y la gorra de béisbol que Antonio Ojeda lució en una entrevista a televisión en la que, una vez más, se reivindicaba como el testigo clave del caso.

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