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¿Deben desaparecer los exámenes de septiembre?

La Comunidad de Madrid, Castilla y León y La Rioja cambiarán este curso la convocatoria de los exámenes de recuperación de septiembre junio, entre opiniones divididas de expertos, docentes y familias

Varios estudiantes se examinan en un aula de un centro de educación. EFE/ Archivo

Los alumnos de la Comunidad de Madrid comenzarán este viernes el primer curso que no contará con exámenes de septiembre. No son los únicos, también los colegios de Castilla y León y La Rioja se unirán a los de País Vasco, Navarra, Comunidad Valenciana, Extremadura, Cantabria y Canarias, que ya llevan años probando en algunos cursos este polémico sistema, con muchos detractores y fervientes partidarios en la comunidad educativa.

Con esta medida, la Comunidad de Madrid busca dar la vuelta a unos resultados poco prometedores: las estadísticas del curso 2015/2016 señalan que el 58% de los estudiantes de Bachillerato y el 49% de ESO con asignaturas suspensas no aprobó ninguna en la convocatoria extraordinaria de septiembre. Es esta la perspectiva de la que parte Alberto Arriaza, presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos y director del IES Navarro Villoslada de Pamplona, que considera el cambio en su comunidad un éxito, dentro de las posibilidades: "Septiembre servía de muy poco", recalca.

"Los resultados han mejorado en mi centro, se han duplicado más o menos las asignaturas aprobadas", explica satisfecho Arriaza. "En primero de la ESO, sólo el 17% aprobaban las asignaturas suspendidas, este año, que se ha hecho en junio, fueron el 35%", destaca el director.

Dos semanas de refuerzo para los alumnos suspensos 

El nuevo modelo prevé dos semanas de refuerzo para los alumnos suspensos entre la finalización del curso y la convocatoria extraordinaria. Así, se asegura un mayor seguimiento del aprendizaje de los estudiantes y que estos cuenten en todo momento con sus propios profesores. Para Alberto Arriaza, uno de los principales problemas de la recuperación en septiembre es precisamente que el contrato de muchos profesores interinos suele vencer antes de la celebración de estos exámenes, por lo que los alumnos son evaluados por otros profesores, que no los conocen. 

Desigualdades socioeconómicas

"Hay familias que pueden permitirse pagar clases particulares y otras que no", apunta Joaquín León Cáceres, presidente de la Federación Regional Extremeña de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos y Alumnas de Centros Públicos. Extremadura ha vivido las dos experiencias, con recuperaciones en junio desde 2007 y una vuelta a los exámenes de septiembre en 2011, excepto en segundo de Bachillerato.

"Desde el punto de vista geográfico", determinante en regiones rurales como la suya, "no es lo mismo el acceso a los centros en los grandes núcleos urbanos que en el campo", añade Cáceres, miembro de la Asociación de Madres y Padres del IES Rodríguez Moñino de Badajoz y profesor de Secundaria y Formación Profesional. Además, señala que si los alumnos aprueban más preparándose por su cuenta que con su propio profesor "falla el sistema": "Si de 25 se me mueren 15, el problema es del médico", asegura.

"Estamos hablando de alumnos muy jóvenes", matiza Arriaza, "no son suficientemente maduros para estudiar sin apoyo externo". "Los que más suspenden son los que tienen problemas en casa. Mejoran si les apoyas en el centro", defiende el director.

"¿Si no aprueba en 8 meses, va a aprobar en 8 días?"

"Imagínate, si un alumno en 8 meses no ha sido capaz de sacar 3 o 4 asignaturas, lo va a sacar en 8 días?", cuestiona Sonia García Gómez, secretaria de Comunicación del sindicato de docentes de enseñanza pública ANPE. Desde el sindicato prefieren mantener la convocatoria en septiembre, aunque admiten que una solución mixta sería lo ideal: "Si hay un orientador en el centro, a un alumno que ha suspendido dos asignaturas con un cuatro se le podría evaluar en junio y el resto en septiembre", sostiene.

"La escuela tiene que poner todos los recursos posibles para reforzar el aprendizaje"

"Las prisas en educación no llevan a ninguna parte", sentencia, "para nosotros es fundamental el factor tiempo: al hacerlo en junio se quita mucho tiempo de estudio a los alumnos". "Creemos que las evaluaciones en junio pueden beneficiar al alumno al que le queden una o dos asignaturas, pero cuando le quedan bastantes le falta tiempo", subraya la encargada de Comunicación del sindicato.

Sobre el problema del acceso de estudiantes con menos recursos económicos al apoyo adicional de las academias, es tajante: "La escuela tiene que poner todos los recursos posibles para reforzar el aprendizaje". También, destaca la importancia de que el alumno "adquiera responsabilidad", teniendo un tiempo de estudio individual, al margen de academias.

La evaluación no se puede limitar a un examen

Javier M. Valle, profesor del Máster de Calidad y Mejora de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, señala que "la mayoría de problemas que tiene la educación surgen de la necesidad de hacer normas generales y para todos", lo que impide que se adapte a las realidades individuales de cada estudiante.

Frente a esta limitación ineludible, el profesor considera preferible que la convocatoria se establezca a principios de julio, dejando al menos un mes de totalmente libre para los alumnos. Para el experto en Educación Comparada, es fundamental para los estudiantes tener un periodo de "desconexión emocional de esa tarea que tienen que solventar".

Imprescindible: "que haya espacio suficiente entre el final del curso y la recuperación y que el apoyo sea bueno"

Aunque reconoce que "hay chavales a los que no les daría tiempo a preparar las carencias que tienen", Valle opina que hay dos factores clave que podrían mitigar los daños a los alumnos menos aventajados: que haya espacio suficiente entre el final del curso y los exámenes de recuperación y que el apoyo sea bueno. "Si hablamos de adelantar la convocatoria al 20 de junio, no tiene mucho sentido", asegura el docente.

El profesor se muestra tácitamente en contra del tradicional "septiembre": "un examen puntual, memorístico y de contenidos". "Una evaluación puntual nunca puede responder a la valoración continuada del aprendizaje", afirma Valle, que puntualiza que "el problema no es sólo que sea un examen, sino que no es competencial".

Sugiere la entrega de una serie de trabajos en una plataforma virtual u otros métodos de evaluación continua "competencial y procesual", para las que es más propicia la convocatoria adelantada. "Si se aplica la evaluación continua, un seguimiento individual y un aprendizaje competencial, no son necesarias más medidas. Lo que pasa es que muchas veces se dan sólo en la retórica", aclara el experto.

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