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Detenida una granjera por matar de hambre y sed a 346 cabras

La Guardia Civil, que investiga si también murieron otros 200 animales cuyo robo denunció la arrestada el año pasado, halla un cuadro dantesco en una granja de Huesca con animales agonizantes apilados entre cadáveres, crías desorientadas y adultos comiendo restos de otros.

La Guardia Civil se encontró un cuadro dantesco con más de 300 animales muertos de hambre, algunos agonizando y cerca de medio centenar dañados por el hambre y la sed / SEPRONA

“Supimos que alguna estaba viva porque la oímos balar, y la sacamos de la pila de cuerpos en la que estaba agonizando”, explica el teniente Arturo Notivoli, jefe del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil de Huesca y responsable de la investigación que ha terminado con la detención de una ganadera de la comarca de la Litera, en esa provincia, por haber matado de hambre y sed a 346 cabras a las que dejó de alimentar en el corral en el que las tenía encerradas.

Su equipo, que desde el año pasado mantiene abierto un dispositivo contra el maltrato animal –la operación Máximus- en el que ya han sido detenidos o imputados ocho ganaderos, se desplazó hasta la pequeña localidad del prepirineo tras recibir el aviso de la presencia de dos cadáveres de cabra en la zona abierta de la granja, rodeada por un muro de tres metros de altura pero visible desde otras zonas de la localidad.

La Guardia Civil se encontró un cuadro dantesco con más de 300 animales muertos de hambre, algunos agonizando y cerca de medio centenar dañados por el hambre y la sed / SEPRONA

La Guardia Civil se encontró un cuadro dantesco con más de 300 animales muertos de hambre, algunos agonizando y cerca de medio centenar dañados por el hambre y la sed/ SEPRONA

Al llegar, señala, “hicimos una inspección y nos encontramos un espectáculo dantesco: había casi 350 cadáveres de cabras, muchos de ellos apilados por estratos entre los que se incluían animales vivos”. “No tenían ninguna posibilidad de sobrevivir sin la aportación de alimento”, explica el oficial, que considera que el prolongado periodo de tiempo que los animales permanecieron descuidados “puede ser considerado como un ensañamiento, ya que se ha prolongado su agonía”.

Alguna cabra –se trata de uno de los animales de abasto más resistentes y de dieta más variada- había comenzado a practicar el canibalismo y a comerse los restos de otras ya fallecidas, mientras varios cabritos permanecían, desorientados, junto a los cuerpos de sus madres.

Hasta año y medio de prisión

Tras descubrir los cadáveres y tomar las primeras medidas para alimentar a los 36 animales que habían sobrevivido, la Guardia Civil pidió el apoyo del Gobierno de Aragón para retirar los primeros y para que se hiciera cargo de las segundas, diez de las cuales acabarían falleciendo en los días siguientes.

Paralelamente, era detenida la propietaria de la granja, que quedó en libertad con cargos tras ser entregada en el Juzgado número 1 de Monzón como presunta autora de un delito agravado de maltrato animal.

Los agentes alimentaron a las cabras supervivientes nada más localizarlas / SEPRONA

Los agentes alimentaron a las cabras supervivientes nada más localizarlas / SEPRONA

Esta infracción criminal, regulada en el artículo337 del Código Penal, está castigada con hasta un año y medio de prisión y dos de inhabilitación para tener animales y desempeñar cualquier actividad relacionada con ellos. No obstante, en este caso quedarían pendientes de valoración jurídica la posibilidad de aplicar la agravante de ensañamiento y la de determinar si se trataría de un solo delito, de uno continuado o de 346 consumados y 36 intentados.

Una denuncia bajo sospecha

Los investigadores, a los que llamó la atención el hecho de que el contenedor de cadáveres de la granja estuviera “completamente limpio, como si en varios años no hubiera habido ningún animal en él”, mantienen abierta una línea de investigación para esclarecer qué ocurrió con las 200 cabras cuya desaparición denunció la misma ganadera.

Algunas de las escasas cabras que habían sobrevivido a la inanición comenzaban a comerse los cadáveres / SEPRONA

Algunas de las escasas cabras que habían sobrevivido a la inanición comenzaban a comerse los cadáveres / SEPRONA

“No hemos podido aclarar el motivo de lo que ha sucedido”, explica Notivoli, para quien “cobra fuerza la hipótesis” de que los animales presuntamente sustraídos el año pasado no hubieran sido en realidad objeto de un robo. “No nos cuadra el tipo de delito ni el modus operandi denunciado. Hay que esclarecer si también murieron y fueron enterrados para cobrar algún tipo de contraprestación económica”, señala.

En cualquier caso, los investigadores achacan a la avería del tractor que se utilizaba en la granja el hecho de que los más de 300 cadáveres siguieran allí cuando ellos llegaron a la granja.

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