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"Las víctimas de violencia machista suelen acudir a terapia para salvar
a sus maridos"

Las psicólogas María Teresa Villota y Trinidad Soria reflexionan junto con otras autoras en ‘Una mirada para ver’ acerca del posicionamiento del terapeuta que trata a víctimas de violencia de género. Por su experiencia en los Puntos Municipales del Observatorio Regional de la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid, afirman que los mandatos de género y el miedo a la soledad son los mayores obstáculos en el tratamiento.

57 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en 2015.

MADRID.- “Sólo se ve lo que se mira y sólo se mira lo que se está preparado para ver”. Esta cita del antropólogo francés Alphonse Bertillon abre el libro Guía de Intervención en casos de violencia de género. Una mirada para ver (Editorial Síntesis) y resume el punto de partida, según sus autoras —las psicólogas Inmaculada Romero, Rebeca López, Sofía Czalbowski, Trinidad Soria y María Teresa Villota— para afrontar el tratamiento con víctimas de maltrato. Público ha hablado con Soria y Villota*, que trabajan en Puntos Municipales del Observatorio Regional de la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid e insisten en la importancia de la mirada porque “una mujer maltratada acaba viendo la realidad como la ve su agresor”. Este perverso fenómeno se llama Síndrome de Estocolmo Doméstico y provoca que la víctima acabe “justificando lo injustificable”. Y eso es sólo la punta del iceberg. Por eso las psicólogas censuran la imparcialidad de los terapeutas en estos casos y recomiendan ahondar durante la terapia en la raíz del problema —los mandatos de género, qué significa ser hombre y ser mujer— para abordar la violencia machista como "un problema estructural" que forma parte de nuestra cultura.

En el libro alertan de que uno de los problemas para abordar la violencia de género es que está invisibilizada. ¿Por qué?

María Teresa Villota: Para responder a esa pregunta, hay que remontarse al proceso de socialización porque si la violencia se invisibiliza es porque está normalizada. Hay que ir al origen de nuestra cultura, una cultura patriarcal en la cual se valora lo que hace el hombre y se devalúa lo que hace la mujer. De ahí sale el estereotipo de lo que es ser hombre o ser mujer, lo que nos va marcando es lo que se espera de nosotros, los mandatos de género. Dentro de lo que significa ser mujer estaría el cuidado del otro, no desear, ceder, cuidar las emociones, la familia… En definitiva, renunciar a la propia vida para vivir la vida del otro. Hay mujeres que llevan toda la vida criando a sus hijos, pero tienen la sensación de que no saben hacer nada. La devaluación de la mujer forma parte de la cultura.

¿Esto explica, entonces, que una mujer consienta el maltrato?

Trinidad Soria: Claro. Además, las conductas de violencia no se dan todas juntas, se dan de manera aislada y, muchas veces, la mujer no es capaz de unirlas y asumir que está viviendo una situación de violencia. Luego, cuando ya está en el proceso terapéutico, identifica esas conductas, incluso las iniciales.

María Teresa Villota: No dan importancia a los comportamientos violentos. Los justifican: “Tendrá un mal día, estará cansado…”. Están tan metidos en la cultura que no se ven.

¿Cuáles son esas primeras señales?

T. S.: Todo empieza en la pareja. La idea de que el hombre es tu príncipe todavía está presente porque nos gusta que nos digan "te necesito", "quiero estar contigo todo el tiempo", "no puedo separarme de ti".

M.T.V.: Se confunde el control y la protección con el amor. Y luego empiezan las primeras conductas de violencia motivadas por un retraso, por un olvido, un “cállate, que lo que dices no es importante”, un insulto, un empujón…

Portada de 'Una mirada para ver' (editorial Síntesis)

Dicen en el libro que “para las mujeres, el amor no es sólo una experiencia posible, sino que es la experiencia que nos define”. ¿Cómo influye en el maltrato la idea del amor romántico?

T. S.: Muchísimo. Es básico que las mujeres identifiquen cuál es su modelo de pareja. Que vean que tener pareja está muy bien, pero no a toda costa. Que su espacio es suyo, que no son la media naranja de nadie, sino que son la naranja entera. Muchas mujeres, por muy modernas y progresistas que sean, crean vínculos y formas de amar equivocadas.

M.T.V.: Tenemos una idea del amor idealizado, fortalecido por las películas y los medios de comunicación, que nos venden un amor simbiótico, del tipo “sin ti no soy nada”. Hemos crecido pensando que el amor es una magia y que todo el mundo sabe amar. Hemos crecido rodeadas de mitos como el amor eterno y de frases lapidarias como “el amor todo lo puede” o “si no hay pasión, no es amor”. Hay que reflexionar sobre la idea del amor que hay en el fondo, porque eso está lejos del amor de verdad, del amor sano. Te das cuenta de que las víctimas de violencia machista no están viviendo lo que les está pasando, sino esperando que las cosas cambien porque el amor romántico se basa en la dedicación y en la espera. 

¿En qué momento las víctimas piden ayuda psicológica?

T. S.: Evidentemente, depende de la víctima. Las mujeres jóvenes vienen enamoradísimas de sus príncipes y es difícil empezar a trabajar. Algunas mujeres acuden a nosotras cuando son conscientes de que no quieren a sus maridos pero se ven incapaces de escaparse de ellos y otras vienen diciendo que su pareja tiene un problema y nos piden ayuda para resolverlo y para que dejen de agredirlas. Nosotras nunca cuestionamos si sus parejas las quieren, pero tratamos de que vean que las tienen que querer bien, que nadie puede controlar sus cosas, que pueden tener amigos varones, que tienen que tener su espacio.

M.T.V.: La mayoría de mujeres llevan años con sus parejas, de modo que se trata de ver qué efecto tiene el amor en ellas porque suelen venir a salvar a sus maridos. En una situación de maltrato, la mujer desaparece para estar constantemente en la vida de él para salvarle, para justificarle… Por eso, a través de lo biográfico y del presente, tratamos de ver qué hay en la base e intentamos que aprendan a poner límites.

María Teresa Villota: "Las víctimas de violencia machista no están viviendo el presente, sino esperando que las cosas cambien"

¿Qué papel juega el entorno de la víctima?

M.T.V.: Juega un papel vital porque, a veces, en ese proceso, las mujeres chocan con un entorno que dice “ser mujer es esto”, “ten paciencia”, “no es para tanto, aguanta”, “no te quedes sola”. Se dan casos de mujeres hospitalizadas porque sus maridos las han agredido y luego éstos aparecen con un ramo de flores pidiéndoles perdón. En ese contexto, hay familias que dicen “él lo está pasando fatal, ten paciencia, te está pidiendo perdón”... Se cambian los papeles de manera tan perversa que parece que la víctima sea él. Luego la amenaza de la soledad es muy profunda. Estas mujeres llevan años en una relación basada en justificar a la pareja, en tratar de entenderla, de cuidarla, toda la energía está puesta fuera, no hay ninguna energía puesta dentro… Cuando la mujer sale de ahí, no tiene fuerzas para andar. Está sola, también sin ella. Tiene que recuperar lo individual, autoafirmándolo, construyendo algo que se ha deconstruido en aras de salvar una relación porque, por los mandatos de género, nos sentimos responsables de que nuestro matrimonio funcione.

T.S.: Uno de los primeros efectos del maltrato es el aislamiento, muchas mujeres ven la realidad con los ojos de sus parejas y acaban pensando que los demás están en su contra ("tu madre es tonta", "esa amiga no te conviene"), pero que sus maridos sí que las quieren. Tienen los vínculos de amistad y de familia muy dañados. Se van quedando solas y cuanto más solas están, más poder tienen ellos. Además, suelen decir que se sienten rotas. Pierden la pareja, pero también las expectativas, la familia idílica que habían soñado. En la terapia, tratamos de unir esos trozos intentando construir una mujer nueva.

Las psicólogas María Teresa Villota y Trinidad Soria./ A. F.

Las psicólogas María Teresa Villota y Trinidad Soria./ A. F.

Dicen que afrontan la terapia evitando el adoctrinamiento, pero también la victimización. ¿Cómo se consigue ese equilibrio?

T.S.: Tratando de que vean qué les pasa en el presente y poniendo nombre a sus emociones, a las conductas, a los síntomas. Sin adelantarnos. Hay que trabajar todo su ciclo vital para que encuentren posibles conexiones. Si han sido maltratadas en su infancia, es posible que sean más permisivas con la violencia. Tienen que dar un nuevo significado a las conductas de buen trato. Una mujer que es insultada considera que una conducta de buen trato es, simplemente, que no la insulten. Hay que cambiar eso. De hecho, el tratamiento no termina cuando se elimina el maltrato, empieza casi ahí.

M.T.V.: Muchas mujeres han vinculado el amor con el maltrato, la posesión, los celos y el control. Por eso luego no entienden el amor sin estos elementos.Tenemos que aprender a amar. La pareja no es fácil para nadie. Las mujeres víctimas de violencia machista tienen que aprender de su experiencia poniendo límites a lo que les hace daño.

Trinidad Soria: "Una mujer que es insultada considera que una conducta de buen trato es, simplemente, que no la insulten. Hay que trabajar para cambiar eso"

Cuando las mujeres denuncian sufren una doble victimización. ¿Ustedes las animan a hacerlo?

M.T.V.: Cuando es la única manera de parar la violencia, sí. Pero en general, no. En muchas ocasiones, las mujeres tienen que justificar en el juzgado que su testimonio es verídico y eso es durísimo. He visto sentencias brutales, sin sentido, porque el propio sistema está cuestionando a la mujer. Conozco casos en los que el juez da órdenes de protección mutuas porque los dos tienen señales de violencia o porque sólo las de él son visibles. Pero es que las de él son fruto de la defensa de ella. Se iguala atacar a defenderse.

T.S.: Yo conozco a dos mujeres condenadas porque, para defenderse de una violación, agredieron a sus parejas. Ellas están condenadas y ellos, que las agredieron sexualmente, no.

¿Existe un perfil de maltratador?

T.S.: Es difícil decirlo. No todos los maltratadores están vinculados con la ira. Los peores son los encantadores, los amables...

M.T.V.: Sí, los hay que son ejemplos de conducta y eso es peligroso porque, por un lado, tenemos a un hombre divino y, pro otro, a una mujer desquiciada porque no entiende que ese hombre divino se transforme cuando entra en casa. Entonces la víctima tiende a pensar que hace algo mal porque incluso la familia le traslada la "suerte" que tiene con ese marido. Entonces ella piensa "¿Qué me pasa a mí si con todos es un encanto menos conmigo?"

María Teresa Villota: "Asumir lo que se espera de hombres y mujeres nos lleva a que las mujeres sean maltratadas y los hombres, maltratadores"

¿Por qué decidieron escribir este libro?

T.S.: Porque vimos que muchos profesionales no trabajan con perspectiva de género y, debido a ello, se identifican con el maltratador y culpabilizan a la víctima. El terapeuta no puede ser imparcial, debe posicionarse del lado de la víctima. Nosotras proponemos investigar qué hay debajo y lograr que la mujer se cuestione su modelo de pareja. Si tú no revisas eso y no sabes dónde te colocas, es fácil que no sepas empatizar ni entender su paradoja.

M.T.V.: A veces el discurso de la mujer maltratada es confuso, ambivalente. Es una mujer que está perdida, que no tiene conciencia de lo que le está pasando y de lo mal que está. Pero hay que ir más allá y, sin perspectiva de género, no ves. Los estereotipos de género nos conducen al maltrato. Asumir lo que se espera de hombres y mujeres nos lleva a que las mujeres sean maltratadas y los hombres, maltratadores. No hay solución posible. Hay que ser conscientes de ello y entender que el proceso de socialización es el mayor instrumento de control de la violencia de género.

¿Por qué estos estereotipos siguen vivos incluso en las adolescentes?

M.T.V.: Porque es todo cultural, lo llevamos hasta en la sangre. Walt Disney ha hecho mucho daño al vendernos esa idea de amor ideal. ¿Quién va a renunciar a ese amor idílico? Los libros, las series, las películas nos dicen que somos princesas y queremos vivir en cuentos de hadas y, a veces, hasta que no tenemos una decepción amorosa, no somos conscientes de ello. No vemos que la pareja es una parte de nuestra vida, no la fuente única de la felicidad.

T.S.: Los cuentos también han hecho daño. “El príncipe la vio y se casó con ella”. Y no hubo nada más. Se potencia el estereotipo de la espera, de la pasividad. Lo que hay que hacer es crear modelos positivos, como Pipi Calzaslargas, por ejemplo. Un niña autónoma, que vivía sola, que se cuidaba, que vestía como quería sin seguir mandatos de género.


*Trinidad Soria es psicóloga especialista en psicología clínica y psicoterapia. Actualmente es coordinadora técnica del Punto Municipal del Observatorio Regional de la Violencia de Género (PMORVG) de Las Rozas (Madrid). 

*María Teresa Villota es psicóloga especializada en violencia de género, así como en diagnóstico y tratamiento, psicoterapia y psicoanalítica. Ha coordinado el programa Mira y actualmente trabaja en el PMORVG Missem (Mancomunidad Intermunicipal de Servicios Sociales del Este de Madrid).

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