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El hombre que empotró su coche en Génova se disculpa y niega que el explosivo estuviera conectado

Daniel Pérez Berlanga ha afirmado en la Audiencia Provincial de Madrid que buscaba "causar noticia para centrar el foco en un problema muy grave" que hay en nuestro país. La Fiscalía solicita para el procesado seis años de prisión.

Daniel Pérez Berlanga, el hombre que estrelló su coche contra la sede del Partido Popular en la calle Génova de Madrid. EUROPA PRESS.

EUROPA PRESS

MADRID.- Daniel Pérez Berlanga, el hombre que empotró su coche cargado con dos bombonas de butano contra la sede del Partido Popular de la calle Génova, ha mostrado este miércoles su arrepentimiento: "Me he equivocado y no volverá a ocurrir". También ha manifestado que el artefacto explosivo no estaba conectado: "Todo estaba desconectado. No podía funcionar". 

El acusado, que cumple prisión provisional, ha aclarado que su intención era "causar una noticia para centrar el foco en un problema muy grave" que hay en nuestro país. Así lo ha manifestado en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid por los hechos ocurridos el 19 de diciembre de 2014. Daniel ha sido trasladado a estas dependencias judiciales en un furgón de la Guardia Civil en el que iba solo, siguiendo un protocolo especial para evitar posibles incidentes, han informado fuentes jurídicas.

El procesado se enfrenta a una petición fiscal de seis años de prisión por un delito de incendio en grado de tentativa en concurso con otro de tenencia ilícita de explosivos. La acusación que ejerce el Partido Popular eleva la solicitud de condena a ocho años de cárcel al contemplar los delitos por separado.

En su declaración,  en la que sólo ha respondido a las preguntas de su abogado, ha reconocido que introdujo violentamente su vehículo en la sede del Partido Popular. Además, ha dicho que su intención era causar una noticia para centrar el foco sobre un problema muy grave en nuestro país. "No soy ingeniero y aquello no me funcionaría", ha dicho.

"Pensé que de madrugada habría menos posibilidad de que hubiera gente. No estaba conectado ni las válvulas ni el artefacto incendiario. Todo estaba desconectado. No podía funcionar. Era algo que desde que lo planee mi misión era que no ocurriera nada a nadie", ha aseverado. "Me arrepiento. Me he equivocado y no volverá a ocurrir", ha apostillado.

Arrepentido

En instrucción, el acusado manifestó ante la juez que no tenía intención de "hacer daño a nadie", pidiendo disculpas por los hechos que causaron la alarma en la sede de los populares. Cuando fue detenido, Daniel manifestó que "lo había perdido todo" y que quería atentar contra todos los políticos porque, según dijo, "todos eran iguales".

La juez que se encargó de la investigación consideraba que estos hechos revisten, salvo ulterior calificación, los caracteres de un delito de incendio en grado de tentativa. Este delito implica una pena de entre 5 a 10 años de prisión.

En la madrugada del día 19 de diciembre de 2014, Pérez Berlanga, con el artefacto fabricado por él mismo y colocado en el maletero del vehículo, condujo desde su domicilio en una localidad de Teruel hasta Madrid, donde llegó aproximadamente sobre las 6:30 horas.

El hombre se dirigió entonces hacia la calle Génova de la capital y, una vez en ella, enfiló deliberadamente el edificio de la sede central del Partido Popular, ubicado en el número 13, y a una velocidad considerable estrelló su vehículo contra la reja de la entrada, que en ese momento se encontraba cerrada, con tal agresividad, que se introdujo con el coche hasta el interior del edificio, quedando inmovilizado en el vestíbulo y recepción de la sede del Partido.

El acusado buscaba que explosionara el artefacto que llevaba en el interior de automóvil y que causara el incendio de la sede, aceptando que su acción implicase daño para la vida o integridad de las personas que allí se encontraban.

El procesado sufre un trastorno mixto de la personalidad con características inmaduras y paranoides con impulsos pueriles, pero tanto en la realización de los hechos, como en su planificación, el procesado era consciente de las consecuencias de sus actos.

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