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El incremento generalizado de los precios fuerza al Banc dels Aliments a reducir la distribución de productos

En Catalunya, más de 236.500 personas están en situación de pobreza alimentaria, una cifra que se calcula que se agravará este año debido a la pérdida de poder adquisitivo generalizada que provoca una inflación desbocada.

11/05/2022 - Voluntàries col·loquen aliments al rebost solidari de Gràcia.
Voluntarios preparando las cajas de comida en la despensa solidaria de Gràcia. Blanca Blay / ACN

El encarecimiento de los transportes y los alimentos, consecuencia de una inflación desbocada acentuada por la guerra de Ucrania, ha puesto en riesgo las provisiones del Banc dels Aliments y de las entidades que reparten comida en los barrios, que han tenido que reducir en más de un 12% la cantidad de productos que distribuyen "por persona y mes", explica Lluís Fatjó-Vilas, presidente del Banc dels Aliments. En Catalunya, más de 236.500 personas se encuentran en situación de pobreza alimentaria, una cifra que creció un 20% por la pandemia y que se calcula que se agravará este año debido a la inflación disparada y la pérdida acelerada de poder adquisitivo que conlleva.

Según el presidente del Banc dels Aliments, este repunte de la demanda se explica, por un lado, por los "desplazados por el conflicto bélico", y por otro, por el "desequilibrio presupuestario derivado" al que no todo el mundo podrá hacer frente. "Algunas entidades ya nos han contratado para que demos alimentos a familias que están acogiendo a refugiados de guerra", puntualiza.

A esta situación se le ha añadido un nuevo hándicap: el retraso de casi medio año de la prestación que recibía el Banc dels Aliments por parte de la FEGA, el Fondo Español de Garantía Alimentaria. Fatjó-Vilas lamenta que desde diciembre no hayan recibido esta ayuda, que forma parte de un programa destinado a las personas desfavorecidas gestionado por la Unión Europea.

Para paliar toda esta situación, el pasado 16 de mayo se dio el pistoletazo de salida a la tercera edición de la campaña solidaria "Ningún Hogar Sin Alimentos", impulsada por la Fundación La Caixa y con la colaboración de la Federación Española del Banco de los Alimentos. Este año, se pretende recaudar más de 1,1 millones de euros, una cifra similar a la alcanzada entre los años 2020 y 2021.

Los esenciales son los más caros

Esta ausencia de donativos ha supuesto que el Banc dels Aliments y las entidades tengan que hacer "un mayor esfuerzo para no interrumpir la distribución habitual de alimentos", declara Fatjó-Vilas. Desafortunadamente, este esfuerzo extra tiene un límite. Josep Manel, secretario del proyecto solidario Gràcia Participa, explica que ya no pueden crecer ni atender a más gente: "Nuestro límite no es de espacio, ni de voluntarios, el problema es económico", se queja.

El Rebost Solidari de Gràcia atiende actualmente a 1.400 personas y tiene a más de 400 en lista de espera

El Rebost Solidari de Gràcia, una de las líneas de actuación de esta entidad, atiende actualmente a 1.400 personas y tiene a más de 400 en lista de espera. Ante el desabastecimiento de ciertos alimentos, la autoorganización es la única opción que les queda. "Ahora nos están llegando menos productos, y para solucionarlo lo que hacemos es o comprarlo por nuestro propio pie, o hacer un llamamiento a la gente del barrio", explica.

Otra forma de abordar esta situación es aprovechar los alimentos que, por otra parte, serían destinados al derroche. Sin embargo, hay productos que deben comprarse necesariamente, y son precisamente estos los que más se han encarecido. Se trata de un aumento del 135% del precio del aceite de girasol, y de casi el doble en el precio de la carne, pescado y arroz. "Necesitamos recursos económicos para hacer frente a las compras masivas que debemos hacer", señala Fatjó-Vilas. Además, destaca que este trimestre llevan comprados "más de 3,5 millones de kilos de alimentos", y que esto ha tenido un coste más elevado de lo previsto a principios de año.

Esta subida de precios acaba repercutiendo de manera directa en los demandantes. "Veo a otros usuarios que piden más cosas y no las pueden ofrecer, a pesar de la buena voluntad", resume Ana de Jesús, usuaria de la entidad Veí a Veí, situada en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. "Lo que antes compraba en el supermercado con diez euros, ahora me es imposible", destaca.

Este trimestre el Banc dels Aliments lleva comprados "más de 3,5 millones de kilos de alimentos"

Hace dos años que Ana trata con esta entidad, y les está muy agradecida porque fueron su "salvación" cuando, en los inicios de la pandemia, se quedó viuda y huérfana, con cinco hijos menores a su cargo. "Las cantidades de aceite, yogures y huevos que me ofrecen se han reducido", explica, y "la carne ya no es lo que era", añade. De hecho, el presidente del Banc dels Aliments subraya que el mayor gasto lo tienen con la proteína congelada, concretamente con el pescado y el pollo.

Ana también ha notado una bajada de la cantidad de papel higiénico y de los productos de la casa que ofrecen a los usuarios. En esta línea, desde Gràcia Participa están poniendo en marcha una campaña para paliar la pobreza menstrual que sufren muchas mujeres.

Para Josep Manel, ésta está siendo "una época complicada", y es que en el Rebost Solidari de Gràcia han tenido que apañárselas para que los usuarios no noten tanto la ausencia de ciertos productos. No funcionan a través de lotes de alimentos, sino a través de un sistema que establece unos puntos según cada producto. "De lo que tenemos más cantidad, hemos bajado los puntos, y de lo que tenemos menos, los hemos subido", explica. En Veí a Veí también trabajan de forma similar, estipulando unos precios ficticios en función de los alimentos que pueden ofrecer a los usuarios: "Cuando no tienes para comprarte lo que quieres, tienes que comerte lo que hay", relata De Jesús. 

El ciclo de la pobreza

Gràcia Participa: "Tenemos voluntarios que han pasado a ser usuarios de la despensa"

Uno de los grandes problemas de la pobreza es "su cronificación", explica Fatjó-Vilas, ya que "una vez entras es difícil salir". La situación actual, que todavía arrastra las consecuencias de la pandemia, ha dado paso a un nuevo perfil de consumidores. "Ahora encontramos familias en las que trabajan ambos miembros, pero que son pobres, porque no les da para vivir si tienen que pagar alquiler", advierten desde Gràcia Participa. Además, la línea entre la ayuda y la necesidad es cada vez más fina: "Tenemos voluntarios que han pasado a ser usuarios de la despensa", explica Josep Manel.

Desde Gràcia Participa advierten que "no hay ningún plan B" para asumir todo el trabajo que están haciendo desde las entidades. Por su parte, Fatjó-Vilas ve "muy insuficientes" los recursos que se están destinando a garantizar" el ejercicio del derecho a la alimentación", y reclama compromiso por parte de las instituciones, puesto que "la solidaridad cubre cosas, pero no soluciona todos los problemas", concluye.

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