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Fernández Enguita: "El nacionalismo perjudica a la educación"

El sociólogo sostiene su último libro, 'La Educación en la encrucijada', que la escuela se basa en "un modelo ineficiente e ineficaz".

Mariano Fernández Enguita.

MADRID.- El profesor ya no es la única fuente de conocimiento para los estudiantes. Un docente dando clase a 30 alumnos con un libro de texto será pronto cosa del pasado. Como también lo serán los grupos y los tiempos escolares. Éstos son, según Mariano Fernández Enguita (Zaragoza, 1951), los retos a los que se enfrenta la escuela de hoy, inmersa "en la más importante crisis de su larga historia". 

Lo cuenta en su último libro, La Educación en la encrucijada (Fundación Santillana), donde el catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid afirma que la escuela se basa en "un modelo ineficiente e ineficaz". Profesor e investigador invitado en Standford, Wisconsin-Madison, Berkeley o la London School of Education, defiende que el reconocimiento que necesitan los profesores es el de sus compañeros docentes y reivindica facilitar el acceso a la profesión, para hacer después una mejor selección.

Ahora que estamos en época de pactos… ¿Por qué no se ha logrado nunca un Pacto de Estado en la Educación en España?

Porque en nuestro país hay un cierto guerracivilismo. Aunque es todo pacífico, siempre están los míos y los otros. Que los políticos no se pongan de acuerdo, lo entiendo, lo que me llama más la atención es que aunque todos los sectores educativos dicen que sí quieren un pacto, en la práctica, hacen que no. No puedes perseguir un pacto si pones como condición, como pasó en la época Gabilondo, que se mantenga la jubilación anticipada de la LOGSE o que no se toque la inmersión lingüística. Los pactos son pactos, no “lo que yo quiero y además a ver a qué renuncias tú”.

Si tenemos un periodo en el que va a haber que pactarlo todo porque el gobierno que hay es en sí mismo un gran pacto o va a tener que pactarlo todo en el Parlamento, igual aprendemos a funcionar de otro modo, pero a día de hoy, que alguien diga que quiere un pacto no significa absolutamente nada. Cuando los colectivos dicen que hay que alcanzar un “pacto social que salga de la comunidad educativa” están hablando de un pacto entre los sindicatos de profesores, al que rendirían pleitesía los padres y que financiaría los organismos públicos. Eso no es un pacto.

¿Cree que si el PP no forma parte del Gobierno se derogará la LOMCE, como prometió la oposición?

No lo sé. Ante todo, es una paradoja que los mismos que dicen que hace falta estabilidad legislativa para no estar haciendo leyes todo el rato, concluyan sus reivindicaciones con un “abajo la LOMCE”. Además, técnicamente, la LOMCE modificaba la LOE. De hecho, en el sistema norteamericano, la ley que tienen hoy —Elementary and Secondary Education Act (ESSA)— es de 1964 y lo que hacen es reautorizarla. Cada reautorización tiene rango de ley y alguna puede reflejar un espíritu diferente a la norma del 64. El sistema debe tener continuidad, pero teniendo en cuenta el mundo cambiante en el que vivimos, sería absurdo hacer una ley pensando en los próximos 50 años. Sin embargo, entre eso y que cuando lleguen los míos echen abajo la ley de los otros hay muchas posibilidades.

En su libro afirma que el magisterio siempre ha tenido una inclinación nacionalista y que antes el nacionalismo unía, pero ahora divide. ¿El nacionalismo perjudica la educación?

Sí, la perjudica claramente. En España no había un sistema educativo fuerte y con la Transición, el Ministerio de Educación va perdiendo competencias, salvo las legislativas generales, para convertirse, entre otras cosas, en un instrumento de construcción de las naciones. El grado de nacionalismo de los sindicatos y las broncas por la lengua acusadas desigualdades territoriales" fomentadas por la disparidad en las inversiones educativas en función de las comunidades autónomas son dos ejemplos de ello. Igual que con la religión, la escuela debería, sin ser aséptica, mantenerse aislada de las cosas que dividen. En un origen, las naciones sirvieron para unir territorios y facilitar la calidad de vida de quienes se movían de unos a otros. Ahora, no hablamos de eso. Plantear un referéndum en Catalunya ahora creo que tiene unos costes enormes. Hubiera sido lógico en 1714.

"A día de hoy, que alguien diga que quiere un pacto en Educación no significa absolutamente nada"

El fracaso escolar es el cáncer del sistema educativo español. ¿En qué se ha fallado?

Está arraigado en la cultura española, y más en la cultura de la profesión docente, que el hecho de que fracase un 30% de los alumnos es lógico. Está aceptado. En 2006-2007 se llegó al 32%, pero a finales de los 70, las cifras de fracaso eran parecidas. Antes de la LOGSE, la tasa de fracaso rozó el 33%. En ese punto, se montó un escándalo y la tasa cayó por debajo del 20%. Y ahora está cayendo de nuevo, y no es sólo porque no haya trabajo en la construcción o la hostelería, sino porque, en cierto punto, hay un efecto interno en el que la escuela se da cuenta de que eso no puede ser. Incluso la OCDE dice que estas cifras son anormales. Y cuando las comparamos con PISA, también lo son y además no correlacionan. Hay comunidades que en PISA obtienen resultados muy buenos y tienen cifras de fracaso escolar muy parecidas a las regiones peor situadas en PISA.

Afirma en el libro que los alumnos se aburren en clase. ¿Puede ser ese uno de los causantes del fracaso escolar?

No. Creo que son dos cosas diferentes. Las tasas de fracaso responden a la cultura de aceptación de esas tasas por parte de la profesión docente. Sin embargo, el aburrimiento es, en cierto modo, lógico. Hoy en día, escolarizamos de los 3 a los 18 años a prácticamente todo el mundo y eso hace que en el aula se junten jóvenes con actitudes muy distintas. Hay sectores sociales a los que les cuesta más encajar en la escuela (la minoría gitana, una parte de la población inmigrante, sectores tradicionales de clase trabajadora, el niño del maestro que quiere ser maestro como sus padres), pero luego hay un fenómeno nuevo de gente que accede a la cultura y a las oportunidades que brindan las ciudades por vía familiar o a través de internet y que se aburre en clase. Porque la escuela es aburrida. Estar ahí 5 horas, 176 días al año, durante 16 años de tu vida…

Las escuelas se han llenado de pizarras digitales, pero ¿se ha entendido realmente el cambio de paradigma que suponen las TIC en la educación?

Una de las cosas que ha cambiado es que el profesor y los libros de texto ya no son la única fuente de conocimiento para los alumnos. La información ya no se ciñe a la escuela, sino que hay mucha más fuera. Por eso, yo creo que iremos caminando hacia un ecosistema conformado por información, comunicación y aprendizaje en el que no va haber tantas diferencias entre “dentro” y “fuera” de la escuela. Antes, la división era: la información para la escuela y la vida, para el exterior. Aprendes a relacionarte en la familia (falso, porque en la escuela también lo haces) y a manejar información (matemáticas, lenguas, geografía…) en la escuela. Es un poco antinatural porque el aprendizaje no es así: aprendemos mejor cuando movemos las manos, aprendemos mejor cuando lo hacemos con más gente que cuando lo hacemos solos delante de un papel o de una pantalla... Lo que hay que tener presente es que la escuela es el espacio de transición donde enseñamos a la gente a salir del medio íntimo, de cuidado, afectuoso o a veces opresivo que es la familia para entrar al medio más impersonal, más objetivado, más formal, más burocratizado, más universalista, más específico, que es todo lo demás: la ciudad, la fábrica, la administración, la calle.

"Está arraigado en la cultura española, y más en la de la profesión docente, que el hecho de que fracase un 30% de los alumnos es lógico"

¿Cómo se deben integrar entonces las nuevas tecnologías en el aula?

En primer lugar, sin miedo. Aceptando como natural que ya no se pueden ceñir al libro de texto. Lo deseable sería que el alumno trabajase en la escuela con un dispositivo que ya conozca. Es mucho más práctico que maneje aquello que ya utiliza para otras cosas, que no que tenga que usar un dispositivo para llamar, otro para ver vídeos en casa y uno diferente para hacer trabajos escolares en el colegio. Los profesores deberán acostumbrarse a trabajar en ese medio en el que los alumnos tienen acceso a otras informaciones y deberán acompañarles y guiarles en esa búsqueda y análisis de información. Los docentes también deberán aprender de eso.

Dice en el libro que los profesores están socialmente reconocidos pero que no es ese el reconocimiento que necesitan. ¿Cuál es entonces?

Efectivamente, mi hipótesis es que el problema no es el reconocimiento social porque ya lo tienen. Se les paga bien, se les da prestigio y se respeta bastante su autonomía. La consideración que falta es la que realmente importa: la de la profesión. Como sucede en todas las profesiones, consideramos que tenemos un conocimiento que los demás no tienen y el reconocimiento que nos vale es el de los compañeros porque ellos son los que saben qué es ser un buen profesional y hacer un buen trabajo. Hay un igualitarismo en los centros que ha acabado con eso, no se suele reconocer el trabajo especial, se suele suponer que todos los docentes hacen el mismo trabajo… Por eso innovar tiene un coste adicional, tiene el riesgo de que salga mal y que tus compañeros no lo apoyen o, sencillamente, te digan que no lo hagas, que es la experiencia de mucha gente.

Mariano Fernández Enguita.

Usted que está en contacto con futuros profesores, ¿ve adecuada su formación universitaria?

No del todo, tenemos que cambiar la manera de funcionar. Aquí no tenemos un sistema exigente en el acceso ni exigente en la formación. La nota media de acceso a las facultades de Educación suele ser algo más baja que en otras titulaciones y, sin embargo, la tasa de éxito es mayor.

¿Está a favor de implantar un MIR educativo?

Estoy a favor de que el acceso definitivo no sea previo. Que no sea una oposición, sino que consista en que la gente entra, por la vía que sea, pero que luego tenga unos años de práctica para darse cuenta de si eso es lo que le interesa y para que también se den cuenta los demás. Hay que hacer más fácil el acceso y una mejor selección a continuación.

Afirma que ve futuro para la escuela, pero no para el aula. ¿Por qué?

La escuela es un recinto en el cual metemos a menores que no queremos que estén en casa (porque eso es narcotizante para padres e hijos) ni tampoco en la calle porque todavía no son suficientemente maduros. Sólo por eso, la escuela tiene futuro. Si a eso le añadimos un equipamiento razonable donde están sus iguales y profesionales especializados, no hay razón para que la escuela desaparezca ni de lejos. El aula es diferente. El modelo del aula se basa en que a través de un profesor, el conocimiento llega a 40 alumnos. Y nunca hay ratio que sea lo bastante baja, pero ya no necesitamos que cada maestro controle a 25 alumnos. No lo necesitamos porque el modelo no funciona y porque funciona mejor, a veces, el trabajo individual y el trabajo en grupo.

"Las facultades de Educación no tienen un sistema exigente en el acceso ni en la formación"

Algunos centros ya están cambiando de modelo. ¿Qué supondrá este giro en el funcionamiento del aula?

Este nuevo escenario conllevará a dos rupturas. Por un lado, la de los grupos. Se van a juntar grupos y en vez de que 20 o 30 alumnos estén con un profesor, habrá grupos de 50 con tres profesores. En algunos momentos trabajarán todos juntos, en otros, lo harán en pequeños equipos, o bien individualmente. O mientras unos trabajen en equipo, otros lo pueden hacer individualmente, lo que flexibilizará el trabajo de los alumnos y mejorará el de los profesores. Por otro lado, se van a romper los tiempos. Porque si los alumnos sólo trabajan juntos una parte del tiempo, ¿por qué tienen que llegar todos a las 09.00 y marcharse a las 14.00 o a las 17.00?

En ese escenario, ¿qué papel tendrán los deberes?

Yo pienso que la escuela no debe colonizar el tiempo libre. Por consiguiente, si no hay deberes, mejor. Pero no tiene sentido absolutizar eso. Si tienes alumnos con problemas con el ritmo escolar que necesitan otras actividades, tendrán que hacerlas fuera del horario lectivo. Lograr un resultado igual en la escuela implica que algunos alumnos cuando salen pueden irse a patinar y otros, no o no tanto tiempo. Pero lo que hace falta es que haya un sentido, un proyecto, no debemos actuar por inercia. Hace falta un tratamiento individualizado con una finalidad clara.

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