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'Imborrabñes vallecanas' Las protagonistas del mural feminista de Vallecas: "¿Por qué seis mujeres podemos ser peligrosas?"

Áurea y Margarita, las dos mujeres que aun viven de las seis que aparecen en el mural feminista que quiere borrar Vox hablan para 'Público' en nombre de todas ellas. Muestran su perplejidad por la ocurrencia de retirar la obra y reconocen con modestia y humildad que hay otras muchas mujeres del barrio que merecen estar en esta pintura en lugar de ellas.

Áurea Ramos y Margarita Rodrigo
Áurea Ramos y Margarita Rodrigo se abrazan delante del mural del que forman parte el pasado viernes por la tarde. Ana Beltrán / Público

El grupo municipal de Vox en el Ayuntamiento de Madrid ha vuelto a poner en su punto de mira otro mural feminista, en este caso uno que se pintó hace unos meses con motivo del Día de la Mujer en el distrito madrileño de Villa de Vallecas, en concreto en la fachada del colegio Honduras. El mural que quiere destruir la ultraderecha se llama Imborrables Vallekanas y retrata a seis mujeres que por su trayectoria, su compromiso y su coraje han dejado una huella indeleble en uno de los barrios más emblemáticos de la capital.

La propuesta de la ultraderecha para eliminar el mural se votará el martes 15 de junio en el Pleno de la Junta de Distrito de Villa de Vallecas. De momento PP y Ciudadanos no han esclarecido el sentido de su voto, por lo que no se puede descartar nada en esta nueva embestida de Vox contra el movimiento feminista.

"Este no es solamente una muestra más del afán que tiene Vox de borrar toda simbología que tenga que ver con el movimiento feminista. También quiere privarnos de la libertad de seguir utilizando un espacio de expresión vecinal; es un ataque a la participación ciudadana y a la libertad de expresión", afirma Paloma Bravo, presidenta de la asociación vecinal Kontracorriente de Vallecas y portavoz de Más Madrid en la Junta de Distrito.

Kontracorriente y otra asociación del barrio, Vallekanas Feministas Km9, organizaron en su momento la creación del mural, aunque Bravo sostiene que "la autoría es colectiva" porque la iniciativa nació de los propios vecinos. "La propuesta surgió de una vecina y entre todas consensuamos el nombre de las mujeres que considerábamos que debían figurar en el mural por su trayectoria y relevancia", detalla Bravo. 

En otras ocasiones se han pintado en esa misma pared otros murales de temática diferente: "Ese lugar siempre ha sido es un icono del barrio y cada cierto tiempo solemos cambiar el mural con temáticas que interesan a los vecinos", matiza Bravo.

Estas mujeres son seis, "tres que vienen del movimiento asociativo y vecinal y otras tres son maestras", explica Bravo. De esas seis, cuatro ya han fallecido. Dos de ellas, sin embargo, sí han podido ver como la ultraderecha quiere destruir el merecido homenaje que les tributan sus vecinos.

Una maestra y una dirigente vecinal

Dos de las seis protagonistas que aparecen en el mural —las únicas que continúan con vida— explican a Público sus sensaciones tras conocer la intención de Vox de borrar la obra. Áurea Ramos, maestra jubilada de 67 años, y Margarita Rodrigo, histórica dirigente vecinal de Vallecas, de 75 años, no alcanzan a comprender los motivos de ese partido radical, aunque por experiencia sepan muy bien de qué pie cojea la ultraderecha.

"¿Qué daño le hacen unas mujeres que están ahí porque quisieron mejorar la vida de la gente del barrio?"

"Lo primero que me suscita todo esto es una pregunta que habría que destacar con letras mayúsculas: ¿Por qué seis mujeres podemos ser peligrosas? ¿Cómo es posible que un mural de cuatro fallecidas y dos jubiladas genere tanto miedo? ¿Es posible que la simiente que seis mujeres han dejado hace años inquiete tanto? Antes le tenían miedo a los negros con rastas que iban por la calle, ahora nos tienen miedo a las viejas blancas que vamos por ahí. No lo puedo entender", afirma Áurea Ramos, maestra con más de cuarenta años de servicio a las espaldas y que pasó 16 de su vida profesional dando clases precisamente en el colegio Honduras, donde luce el mural.

"Lo de Vox no tiene ningún sentido. ¿Qué daño le hacen unas mujeres que están ahí porque quisieron mejorar la vida de la gente del barrio? No entiendo en qué puede molestar eso. Lo cierto es que Vox no soporta que las mujeres ocupen algún espacio y tengan relevancia pública, así que lo único que busca es provocar", secunda Margarita Rodrigo.

Las dos posan con cierta emoción para Público delante del mural, pero al mismo tiempo eluden cualquier protagonismo y hacen gala de una humildad y de una modestia sinceras que les lleva a responder que hay otras muchas mujeres del barrio de Vallecas que merecían estar ahí en lugar de ellas. "Primero no me sentí digna de estar entre esas mujeres que habían luchado tanto. Me parece que son heroínas. Pero luego me emocionó muchísimo cuando supe que iba a a estar en el mural y que alguien me pueda recordar con cariño por lo que he dejado en sus corazones. Es un honor muy grande", apunta Ramos.

"Estoy yo, pero podría haber estado cualquier otra persona", sostiene Margarita Rodrigo. Lo dice de corazón, pero su trayectoria es una de las más reconocidas al frente del movimiento vecinal de Vallecas en los últimos años. Llegó al barrio en 1973. Entonces trabajaba en una fábrica de bombillas en la que la mayoría eran trabajadoras. Ahí se bregó en la lucha por los derechos de las mujeres. A principios de los 80 se empezó a implicar en el AMPA del colegio de su hijo y en la vida del barrio hasta que en 1998, junto a otro grupo de mujeres, se puso al frente de la asociación vecinal La Unión. "Ella es el alma máter de la Unión", aseguran en la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). Un halago al que ella responde con cierta zozobra: "Eso es demasiado".

"Si tenemos que defender algo es la educación. Pienso sobre todo en las madres, que eduquen bien a sus hijos e hijas"

Aurea Ramos también es vecina de Vallecas. Maestra vocacional, de las de antes, dio clases durante 40 años en Canarias, Andalucía y en distintos colegios de Madrid. "Aquellos 16 años en el Honduras son imborrables y ahora me quieren borrar los de Vox que no saben coger ni una brocha, pero imagino que tendrán criados", asegura con una mezcla de humor y nostalgia esta maestra que sigue con su compromiso intacto colaborando en la asociación vecinal Apoyo de Moratalaz y en la parroquia San Carlos Borromeo, en el barrio de Entrevías.

Las enseñanzas de Ramos marcaron a varias generaciones de vallecanos y vallecanas. Su "catecismo", como ella dice, siempre ha sido la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su máximo interés el ser humano. Ramos influyó mucho en Paloma Bravo, que fue alumna suya en el colegio Honduras y que reconoce que si hoy está en la actividad vecinal y política es en parte gracias al buen hacer de su antigua profesora. De hecho, Ramos cuenta con un punto de orgullo y emoción que estos días ha recibido muestras de apoyo y cariño de muchos de sus antiguos alumnos: "Muchos de ellos, algunos ya con hijos, se fotografían delante del mural y me mandan la foto".

De verbo alegre y transparente, Ramos hace un alegato en defensa de la educación y, sobre todo, de las mujeres, dos ideas que condensan su ideario: "Si tenemos que defender algo, eso es la educación. Y ahí pienso sobre todo en las madres, que eduquen a sus hijos y a sus hijas como seres humanos desde pequeñitos para que de mayores puedan ser personas. Las mujeres somos protagonistas y si nosotras tenemos claro lo que queremos, lo que nos están pasando y analizamos el cómo y el porqué vamos a remontar este bache"

Áurea Ramos y Margarita Rodrigo
Áurea Ramos, la maestra que marcó a toda una generación de alumnos, delante del mural en Villa de Vallecas. Ana Beltrán / Público

Margarita Rodrigo y Aurea Ramos estarán el próximo martes en la concentración delante de la sede de la junta municipal. Dentro, Paloma Bravo defenderá la permanencia del mural y explicará que la asociación Kontracoriente lleva 35 años utilizando la pared del colegio Honduras como espacio de expresión y de información vecinal y que nunca han tenido un problema. "Tenemos un acuerdo verbal con la junta de distrito que siempre se ha respetado. Pero hace 35 años ahí había incluso más murales y todas las fuerzas políticas los han respetado siempre. Ahora Vox propone 'limpiar' ese espacio, como si estuviera sucio. Es más, Vox quiere que sea la dirección del centro la que decida sobre los contenidos del mural".

El martes se sabrá si el mural sobrevive o no. Pero Vox no va a aflojar en su guerra contra el feminismo. Áurea Ramos confiesa que en ese sentido "vox le da un poco de miedo" y resume ese peligro que representa la ultraderecha con una frase que no por repetida deja de ser una gran verdad: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla".

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