Público
Público

Una víctima de Chernóbil: "El cáncer es como un catarro para nosotros"

Svitlana Shmagailo tenía 12 años cuando ocurrió el accidente nuclear más grave de la historia a tan sólo 35 kilómetros de su localidad. Desde entonces, su vida y la de los que la rodean ha estado marcada por la tragedia. "No vivimos, pasamos un día y otro día".

Svitlana Shmagailo. EFE

Se llama Svitlana Shmagailo (aunque todos la llaman Svieta) y es una de las cientos de miles de víctimas del fatídico accidente nuclear de Chernóbil, en Ucrania, que aún hoy, cuando se cumplen 30 años de la tragedia, sigue dejando un rastro irreversible de consecuencias para la población y el entorno. Svieta tenía tan sólo 12 años cuando ocurrió el accidente, pero recuerda con detalle cómo fueron aquellos primeros días en su aldea, Orane, ubicada a tan sólo 35 kilómetros del reactor atómico. Ahora, en una gira por España de la mano de Greenpeace, relata los años de secretismo y falta de información de la antigua Unión Soviética, el reguero de enfermedades al que hacen frente cada día. En esta entrevista con Público, denuncia el abandono al que les tienen sometidos las autoridades de su país y clama por el fin de la energía nuclear: "Yo quiero que vosotros hagáis todo para no cometer más errores como este".

Usted tenía 12 años cuando ocurrió el accidente. ¿Cómo lo recuerda?

Durante la primera semana no supimos nada. El 1 de mayo nos dijeron que cerráramos las ventanas y que limpiáramos las frutas, que no paseáramos.... pero no nos explicaron bien qué era la radiación y qué pasaba. El 9 de mayo, cuando evacuaron a la gente de Chernóbil, vimos pasar los autobuses por nuestra aldea.

Mi hermana tenía mucha radiación. Los médicos estaban preocupados. Pasamos todo el verano fuera y cuando volvimos a la aldea los profesores nos dijeron que no podíamos entrar en la escuela porque estaba contaminada. Después, durante varios años, vivimos en la aldea con militares. Los niños jugaban con la arena y nosotros trabajábamos y plantábamos de manera muy normal. Nos acostumbramos a todo esto. Más tarde comenzaron las enfermedades.

¿Cuándo se dieron cuenta de la gravedad de la situación?

Nosotros sabíamos que estaba contaminado, pero no veíamos los efectos…. Primero fueron los liquidadores, otros empezaron en el año 2000. En el 2000 mi primo enfermó de cáncer, en 2003 mi tío murió de cáncer, en 2010 mi madre enfermó, en 2011 a mi hijo le detectaron enfermedades en el sistema inmunológico, en 2014 mi hermano tuvo cáncer de lengua, en 2015 murió mi madre… pero esto no le ha pasado sólo a mi familia, sino a todas las personas, todas las familias que viven en mi aldea o cerca. Toda nuestra vida alguien cercano ha muerto o se ha puesto enfermo. Cuando en nuestra aldea escuchamos que alguien tiene cáncer pensamos: ah, otro más. Es como un catarro para nosotros.

¿Cómo es la vida en su aldea ahora, 30 años después? ¿Es posible llevar una vida al margen de lo que ocurrió?

La vida en la aldea la verdad es que es muy dura, primero porque muchísima gente tiene cáncer y otras enfermedades, y también por la depresión, porque no tienen ayuda social y económica. Si hubiera algún tipo de ayuda para los liquidadores, por ejemplo, verían que alguien piensa en ellos. Yo no puedo decir qué es la vida, es dejar pasar un día y otro día y esperar a que algo malo pase. Me someto a revisiones cada dos años y cada vez que lo hago me descubren algo nuevo. Tratamos de hacer cosas positivas, cosas por nuestros niños, hacemos fiestas con ellos, bailamos, pero la realidad es demasiado dura. Ahora entendemos que tenemos efectos, y no quiero pensarlo, pero estoy segura de que serán peores.

¿Se sienten abandonados por el Gobierno?

Ahora no tenemos ningún tipo de ayuda. Ni esperamos que pueda haber leyes de ayuda. Esperábamos que esta primavera nuestro presidente Poroshenko devolviera las ayudas sociales para la gente que vive cerca de Chernóbil, para los liquidadores, los niños, todos, pero luego se dijo que no. Así que estamos solos, solos con nuestros problemas, con nuestras enfermedades, con nuestra comida contaminada, nuestra tierra contaminada y nuestra situación económica.

Para mí, que soy política en mi región desde el pasado otoño, lo peor es que la gente ya no tiene confianza en los políticos, y es muy difícil devolverles la confianza y hacer algo con lo que tenemos.

Ahora algunos de las miles de personas que fueron desplazadas están comenzando a volver a la zona de exclusión, pese a que los niveles de radiación siguen siendo muy altos. ¿Por qué?

Cuando evacuaron a la gente construyeron las nuevas casas muy rápido. Si las familias antes vivían ellas solas, ahora tenían que convivir con cuatro más y las casas no eran buenas. Si eran jubilados o personas que no tenían capacidad para arreglar sus casas, han preferido volver, prefieren vivir en su casa el tiempo que puedan vivir. Pero son sobre todo jubilados y gente mayor.

Pese a haber sido víctima del accidente nuclear más grave de la historia, no abrió los ojos hasta Fukushima…

Cuando escucho que la energía nuclear no tiene efectos malos, que es barata y limpia solo quiero gritar: ¿Qué vale más? ¿La vida, el futuro, la tierra, los niños... o energía barata? Cuando escuché la noticia de Fukushima 25 años después tuve miedo por esta gente, pero pensé que al ser en Japón sería diferente, que no tendrían tantos efectos como nosotros. Fukushima significa otro error, en otra civilización, en otra mentalidad... se dice que fue culpa de la naturaleza, vale... nosotros éramos soviéticos y el error fue humano, vale... pero ¿Qué vamos a hacer, esperar a otro error? Soy profesora y les suelo explicar a los niños que cuando cometemos errores es para aprender algo, pero los adultos cometemos un error, otro error y no aprendemos. Ya veremos los efectos. Yo quiero que vosotros hagáis todo para no cometer más errores.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias