Público
Público

Violencia machista Misión: ni una asesinada más

La Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de la Policía Municipal de Madrid ha abierto solo en este año 4.300 nuevos expedientes por casos de violencia de género. Acompañamos a varias patrullas de esta unidad especializada para conocer su funcionamiento tras ser galardonada por Delegación del Gobierno por su lucha contra la violencia machista 

El agente de Policía Municipal José María vigila por la  ventana.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

El resumen de la situación es el siguiente. Es viernes, son las 12 de la noche y estamos metidos en un coche de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer de la Policía Municipal de Madrid. De paisano. Hacemos lo que los agentes conocen como la troncha, es decir, una espera de largas horas en la puerta de un domicilio. Estamos dentro de un coche, una escena casi de película.

Nos situamos frente al portal de una joven que apenas alcanza los 20 años. Un juzgado de violencia de género ha declarado que su caso es de riesgo "extremo" y una patrulla de la Policía Municipal debe estar 24 horas junto a ella. Su pareja le dio una paliza ayer. No daremos detalles de las agresiones, ni de esta ni de ninguna otra. Hay parte de lesiones. Ella no ha denunciado y el juez, a pesar de declarar el caso como de riesgo extremo, no ha emitido una orden de alejamiento. Es una situación poco habitual.

"Si aparece el agresor no podemos hacer nada más que saludarlo y tratar de acompañarlo si sube a casa de la víctima. No podemos evitar que se vean. No hay orden", cuenta el agente Juan Carlos. Normalmente si el juzgado declara un riesgo extremo se suele emitir una orden de protección y se volverá a analizar el caso cada 72 horas para ver si se han reducido los factores que provocaban el riesgo extremo.

"Ayer fuimos a visitar a una mujer embarazada que había sufrido una paliza de su pareja. Ella está enganchada a él y encima su madre apoya al agresor"

Es ya la 1 de la mañana. Estamos en un barrio humilde de Madrid y lo único que pasa alrededor de nuestro coche son las horas. De repente se acerca un joven. Nos mira. Le miramos. Se mete las manos al bolsillo. El agente comprueba la imagen del agresor. No es él. Mejor. El agente Julián sale del coche a fumar. Ducados. A la vieja usanza. Cuando era joven fue sereno, cuenta. Qué cosas. "La peor época son las navidades y las vacaciones de verano. Es cuando más casos de violencia de género tenemos", asegura. 

A tan solo unas calles del portal de esta joven se encuentra otra patrulla de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer. Vigilan el domicilio de otra joven veinteañera agredida salvajemente por su pareja. Él pertenece a una banda. Es extremadamente violento. Tiene problemas con el alcohol. Así lo ha descrito ella, la víctima, que también ha reconocido que no quiere dejarlo. Que está enamorada. Que le importa más el amor que siente por él que el hijo que engendra. Hay orden de alejamiento. Si el joven agresor aparece por la zona será detenido.

Los policías lamentan no tener acceso a los antecedentes policiales de los agresores (en el caso de que los tenga). "No sabemos a qué nos enfrentamos. Si tienes armas blancas o no, por ejemplo. O su actitud frente a la Policía. Son datos importantes", se quejan los agentes, que reclaman que se les autorice el acceso a la base de datos de Policía Nacional. "Facilitaría mucho nuestro trabajo. Es de sentido común", prosiguen.

Entre conversación y conversación se viene algún chiste. Son las dos de la mañana. Los policías no pierden el buen humor. Muestran ese sarcasmo habitual en el que está acostumbrado a ver el dolor y el drama desde el otro lado de la barrera. "Hay días que llegas a tu casa roto, pero al final te construyes un escudo para que te afecte lo menos posible. Sería imposible trabajar en esto si nos rompemos todos los días", explica Juan Carlos.  

"Hay días que llegas a tu casa roto, pero al final te construyes un escudo para que te afecte lo menos posible"

La Unidad contra la violencia de género de la Policía Municipal de Madrid ha abierto en este 2017 la friolera de 4.300 expedientes de violencia de género. Es decir, en lo que llevamos de año ha habido 4.300 nuevos casos de violencia de un hombre contra una mujer con la que mantiene o mantenía una relación. Solo en la ciudad de Madrid. A esta cifra hay que sumar los casos que no son nuevos, ya que no suponen la apertura de un nuevo expediente. El número es bestial. Te recorre un escalofrío al escucharlo. 4.300 casos. "Ayer fuimos a visitar a una mujer embarazada que había sufrido una paliza de su pareja. Ella está enganchada a él y encima su madre apoya al agresor. Nos dijo que no quería dejarlo. Es un caso muy duro. Tiene 18 años", nos cuentan.

Marta Fernández Ulloa, oficial jefe de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de Policía Municipal de Madrid.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

Marta Fernández Ulloa, oficial jefe de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de Policía Municipal de Madrid.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

El primer objetivo es que la estadística de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas se quede ahí. Que ninguno de los casos mencionados se sumen a las 44 mujeres mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas entre el 1 de enero de 2017 y el 10 de noviembre de 2017. Pero no es el único objetivo. "Nosotros trabajamos para intentar reforzar la situación de la mujer y de alguna manera crear un entorno que proteja a la víctima a través de los recursos policiales, pero también de los recursos asistenciales del Ayuntamiento de Madrid", responde a Público Marta Fernández Ulloa, oficial jefe de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de Policía Municipal de Madrid. 

La oficial jefe nos explica que la Unidad centra su actuación en tres áreas: emergencia, prevención y seguimiento y protección. La emergencia es cuando se llama por ejemplo al 112 y rápidamente acude una patrulla al domicilio. "Tras la emergencia, vamos a continuar con el seguimiento y la protección de la víctima tras coordinarnos con el Cuerpo Nacional de Policía. Ellos se quedan el 50% de los casos de violencia de género del municipio de Madrid y nosotros con el otro 50%", explica Fernández Ulloa con un ritmo de palabra trepidante.

"Nosotros trabajamos para intentar reforzar la situación de la mujer y de alguna manera crear un entorno que proteja a la víctima", explica Fernández Ulloa

¿Pero en qué consiste ese seguimiento? Fernández Ulloa explica: "Contactamos con la víctima, tenemos una entrevista en su domicilio y tratamos de conocer su entorno, su barrio, su rutina. Saber si tiene niños, si van al colegio... Todo lo necesario para ofrecer la mayor protección. Necesitamos conocer todos los detalles que nos permitan valorar el riesgo que está viviendo la víctima y hacer el diagnóstico adecuado", explica la oficial jefe, que acto seguido cuenta que hay cinco niveles de riesgo: no apreciado, bajo, medio, alto y extremo. En este último, el extremo, es en el que las víctimas son acompañadas las 24 horas por una patrulla de policía. 

"Hemos visto de todo. Un caso curioso es el de una chica a la que estuvimos acompañando durante dos meses porque permanecía la situación de riesgo extremo. Trabajaba de camarera en una discoteca. Y allí estábamos los dos [en referencia a él y a su compañero de patrulla], vestidos de paisano, tomándonos nuestra botella de agua durante toda la noche. Los chavales alucinaban con nosotros", cuenta a modo de anécdota Julián. Otro ducados. 

Él está en el turno de noche. La protección a la víctima es 24 horas. Mientras la víctima duerme, la Policía sigue ahí. En la tarde el trabajo en la Unidad varía. Es el mejor turno para tener las entrevistas con las víctimas, acudir a sus domicilios y hacerle saber que no está sola. Nos montamos en el coche con los agentes Gonzalo y José María. "Estamos llevando 130 casos. Es una carga de trabajo elevada", cuentan los agentes.

"Se pueden hacer mucho hincapié en las escuelas o en campañas de publi, pero después los jóvenes siguen viendo 'Hombres, Mujeres y Viceversa', sentencia Gonzalo.

Durante esta tarde de martes tienen previsto entrevistar a seis víctimas. Aunque no todos los casos son iguales. En algunos se trata de visitas de seguimiento. En otros, sospechan que la víctima está con su agresor a pesar de la orden de protección. Y, por último, hay casos en los que se contactará con la víctima por primera vez y hay que hacer una valoración especial del riesgo que puede estar viviendo la víctima. 

Salimos con la patrulla a conocer el caso de dos de estas víctimas. Una de ellas se ha mudado a Madrid para huir de su expareja. Es joven. Le agredió una vez. Una noche. Él le dijo que estaba arrepentido y que nunca más lo haría. Ella lo describe contestando a las preguntas de los agentes. Estamos en su salón. Nos ha dejado entrar sin problema. "Sí, era celoso". "Sí, me controlaba el móvil". "No, nunca había amenazado con pegarme". "¿Quieres volver con él", pregunta un agente. "No. Como mucho algún día seremos amigos", responde. "Yo no sé si quiero como amigo alguien capaz de partirme la nariz cuando las cosas no le gustan", replica el agente. 

Los policías, especializados en violencia de género, explican a la joven cómo proceder. Le piden que no diga al agresor a qué ciudad y a qué barrio se ha mudado. Si tiene redes sociales, que preste atención a la privacidad de las imágenes y que evite dar pistas de su nuevo domicilio. Ella escucha atenta. "La Policía te va a proteger estés donde estés. Mientras estés en Madrid, nosotros te protegeremos. Pero necesitamos que nos ayudes. Que nos comuniques si cambias de domicilio, de teléfono, que nos llames si crees que el agresor está en la ciudad", explican los agentes. La joven se muestra participativa. Quiere volver a empezar. Dejar atrás el pasado. Afortunadamente, nada le une con el agresor. 

Los agentes de Policía Municipal de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor atienden a una víctima.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

Los agentes de Policía Municipal de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor atienden a una víctima.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

Caso muy diferente es el de la siguiente víctima. Tras años sufriendo un maltrato que casi nunca se traducía en golpes ha decidido dar el paso. Dice que es la segunda vez que es agredida. La primera fue hace 8 años. La víctima comienza a responder, muy nerviosa, a las preguntas de los agentes: "Sí, era celoso". "Sí, era posesivo". "No, no quería que me relacionara ni que tuviera amigas". "He intentado mejorar mi español [el idioma] y no me dejaba". "Me quería en casa". ¿Sabes qué actitud mantiene ante la policía?, pregunta un agente. "Él decía que ante la policía hay que ser humilde", responde. ¿De a 1 a 10 cómo valorarías tu situación de riesgo? "Nueve y medio", responde sin dudar. "Es un hombre violento".  

En este caso víctima y agresor tienen varios vínculos. Casas, coches y, sobre todo, una menor a su cargo. ¿Por qué ha tardado tanto en denunciar? "Me decía que si me divorciaba me quitarían a la niña porque yo no puedo mantenerla al no tener un trabajo estable. Mi madre también me decía que una niña necesita estar con un padre y con una madre", prosigue la víctima. "Nadie te va a quitar a tu hija. Tengas dinero o no. Usted no tiene trabajo como otros varios millones de españoles", responde el policía, que le aconseja acudir a los servicios sociales del Ayuntamiento. "Tienes asistencia psicológica y legal. Completamente gratuita. No estás dando este paso sola", insiste el agente. 

Los policías comprueban en la entrevista que el agresor trata de chantajear a la víctima a través de la menor. "Le dice que si no estamos los tres juntos es por mi culpa", dice. El agente la tranquiliza y explica que en los próximos días llamará por teléfono al agresor y le explicará que ella está siendo protegido por la policía. Que tiene una orden de alejamiento, que si la quebranta irá a la cárcel. El policía sabe que no siempre es así. Que hay casos en los que un agresor ha quebrantado en varias ocasiones la orden y el juez no ha ordenado su ingreso en prisión. "Tratamos de disuadir con la llamada", comenta. 

Una agente de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de la Policía Municipal atiende a una víctima por teléfono.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

Una agente de la Unidad de Apoyo y Protección a la Mujer, Menor y Mayor de la Policía Municipal atiende a una víctima por teléfono.- CHRISTIAN GONZÁLEZ

La oficial jefe Marta Fernández explica en su despacho que el trabajo de la Policía Municipal también implica ponerse en contacto con el agresor y explicarle que van a estar muy encima de la víctima para tratar de disuadir una próxima agresión. "Controlamos un poco sus movimientos para asegurarnos que es así", prosigue Fernández Ulloa en una entrevista en el espacio de la radio municipal M21 Mientras duermes. 

"No vamos a engañar a nadie. El camino a seguir por la víctima tras denunciar a su agresor es difícil. Mucho. Pero tenemos que transmitir que nosotros vamos a estar ahí y que el resto de la sociedad, también. La víctima puede vencer al miedo y al enganche emocional con su agresor. Es difícil, pero se vence", señala Fernández Ulloa. El agente Gonzalo reafirma que lo más difícil para la víctima, en muchas ocasiones, es romper con el 'enganche emocional' que tiene con su víctima. "Eso es lo que nos dice la experiencia", indica. 

La Unidad acaba de ser galardonada con el premio Menina de la Delegación del Gobierno en Madrid por su trabajo contra la violencia machista. El miércoles de esta semana Marta Fernández acudió a recoger el premio en nombre de toda la Unidad. Esa misma tarde informa al resto de que su trabajo ha sido merecedor del galardón. "Que nos den más recursos y menos premios", se escucha en la sala. La queja es constante y ha estado encima de la mesa desde que comenzó este reportaje. Hacen falta más policías especializados en violencia de género. Más recursos. Más cursos para el resto de agentes. Todo esfuerzo es poco. El agente Gonzalo, por ejemplo, reclama más pulseras de esas que avisan a víctima, policía y agresor de que se está rompiendo una orden de alejamiento. 

Pero los agentes también advierten: "Este no es un problema que se solucione únicamente con recursos policiales". "Nosotros somos una parte de la solución, pero no la única. En los últimos 10 años el número de asesinatos se ha mantenido más o menos estable. Estamos ante un problema social que se tiene que tratar desde la sociedad. Hace falta más educación sobre este asunto desde las escuelas e institutos. Y después hay que revisar muchos de los mensajes que se lanzan desde la sociedad. Se pueden hacer mucho hincapié en las escuelas o en campañas de publicidad, pero después los jóvenes siguen viendo películas, canciones y programas como Hombres, Mujeres y Viceversa", sentencia Gonzalo. 

 

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias