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"Ser actriz enseña a no perder la curiosidad"

La actriz Amparo Baró rueda la sexta temporada de la serie 'El internado'. 

REBECA FERNÁNDEZ

'He dedicado mi vida a la interpretación'. La actriz Amparo Baró (Barcelona, 1937) resume con esta frase una trayectoria profesional que inició en el teatro en 1957.

Desde ese momento, ha saltado de las tablas al cine y a la televisión, medio para el que ahora rueda la sexta temporada de El internado, serie producida por Globomedia que emite Antena 3.

Con la misma curiosidad y las mismas ganas de aprender que tenía en sus inicios profesionales, esta actriz afable afronta los distintos proyectos como una buena oportunidad para enriquecerse profesionalmente.

¿Qué le atrae de trabajaren televisión?

Cuando haces una obra de teatro y te ve un millón de personas es un gran éxito, mientras que en televisión en un solo capítulo te pueden ver cuatro millones. Lo que da la televisión es mucha cercanía, porque los que te ven te consideran como un familiar. Además es otra forma de interpretar, y todo enriquece al actor.

¿Qué es lo que más le interesa de su personajey de El internado?

Creo que la serie tiene una factura de gran nivel. Además, mi personaje es muy distinto al que hacía en Siete vidas y me apetecía hacerlo.

¿Cómo ve la calidad de la tele que se hace en España?

Se han hecho grandes esfuerzos. En la época en la que yo empecé a hacer televisión, los guiones eran de Jaime de Armiñán o de Adolfo Marsillach y se hacía una tele fantástica con menos medios. Ahora estamos en la mejor época técnica de la televisión, pero de los productos que se ofrecen puedo hablar muy poco porque soy muy crítica. Yo veo mucho series americanas. Sí creo que hay multitud de programas absolutamente increíbles por lo grosero. Uno tiene que saber que la televisión la consumen millones de personas y que hay veces que realmente molesta.

¿Y qué opina del cine? ¿La crisis puede acabar con las ideas?

No. Con las ideas nunca se puede acabar. Pero creo que se ha subvencionado excesivamente.

¿Echa de menos el teatro?

Sí. Yo empecé con Marsillach y me considero una actriz de teatro, y un actor que se ha formado en él nunca puede olvidarlo. Además, creo que la verdadera vocación del actor es esperar esos tres timbrazos que te dicen que van a levantar el telón y salir a un escenario. Lo que echo de menos es la comunicación absoluta entre el público y tú, que les estás contando una historia.

¿Qué es lo más importante que le ha enseñado esta profesión?

Me ha enseñado que hay que estar siempre alerta; que tienes que seguir interesándote por todas las cosas; que no debes perder nunca la curiosidad, el sentido de la observación y que, afortunadamente, todo eso te lleva a sentir ahora la misma vocación que tenía cuando empecé, antes de los 20 años.

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