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"Hay que mirar a la muerte con humor y a distancia"

Nieves Concostrina. Periodista. Dirige 'Polvo eres' en RNE y le llueven los premios

REBECA FERNÁNDEZ

No le tiene miedo a lo que el común de los mortales no se atreve casi ni a pronunciar: la muerte. Nieves Concostrina (Madrid, 1961) lleva desde 2003 lanzando píldoras funerarias a través de Polvo eres, en Radio 5 de Radio Nacional, un espacio en el que con un poquito de acidez y retranca emplea el humor como el mejor medio para sobrellevar la muerte. Devota de la prensa escrita y la radio, esta periodista enérgica confiesa estar encantada, pero todavía aturdida, tras la reciente concesión del Premio Internacional Rey de España y del Micrófono de Oro, dos galardones que refrendan una carrera en la que las historias de muertos han sido 'un feliz accidente' profesional.

¿Cómo empezó a trabajar con temas sobre la muerte?

Yo trabajé 16 años en Diario 16 y estuve en todas la secciones, y cuando cerró me quedé sin trabajo. Pasado un tiempo a Jesús Pozo le llegó la oferta de hacer una revista sectorial para la funeraria de Madrid y me ofreció ser redactora jefe, en 1997. Le pusimos el nombre Adiós y aunque al principio estábamos despistados, luego empezamos a tratar la muerte de otra manera, incluyendo historia, arqueología, cultura y sociedad. Hay muchos aspectos que tratar de la muerte. Tras unos años en esta publicación, que aún sigue viva, le hicimos una propuesta a Radio Nacional en 2003.

¿Cambiaría ahora la magia de la radio por la televisión?

Trabajé con Jesús Hermida, Mercedes Milá y Pepe Navarro, pero lo hice porque había que trabajar. Lo mío es la prensa y la radio. La televisión no me gusta nada, y aunque depende de los programas, en general es un medio en el que no se puede contar nada, todo va deprisa y corriendo. Me parece que a veces hay falta de rigor por la premura. Además, no me divierte porque me parece un medio muy coñazo. Montar un reportaje de dos minutos lleva un trabajo exagerado.

¿En Polvo eres usa el humor para quitarle hierro al asunto?

La muerte es un tema muy duro de tratar porque la losa eclesial nos ha obligado a verla con miedo y de forma trágica. No digo que no haya que temerla, yo no me quiero morir, pero creo que mientras estás aquí tienes que mirar a la muerte con un poquito de humor y con la distancia necesaria, cuando se puede, porque no hablo de fallecimientos trágicos, ni de muertes a destiempo. Creo que la única forma de hablar de la muerte para sobrellevarla bien es darle un poco de humor. Además, mi pluma es un poco ácida y tiene retranca, lo que me viene de perlas para contarlo con naturalidad y con respeto, pero no el que imponían. Antes, cuando se hablaba de la muerte, había que hablar del cielo y del infierno, pero ya no está aquí la Santísima Inquisición para mandarte a la hoguera si no lo dices como quieren.

De todas las anécdotasque ha recogido, ¿cuál le ha sorprendido más?

Me hizo mucha gracia descubrir que el famoso epitafio de Groucho Marx no existe ['Perdonen que no me levante'], pero sí aparece en muchas más tumbas de España. También me alucina que en España hayamos perdido los huesos de todo el Siglo de Oro. Era una época en la que la Iglesia obligaba a un respeto exagerado a los muertos, y fueron ellos los que los perdieron todos.

¿Qué opina de la apertura de fosas de víctimas de la Guerra Civil?

Cada familia manda sobre su muerto. Hay muchos que dicen que esto es reabrir heridas, recuperar las dos Es-pañas, pero yo no lo creo. Cuando a una familia se le permite recuperar a su muerto, que sabía que estaba en una cuneta o en una fosa común, esa familia cierra la herida. Esto es tan sencillo como respetar el deseo de cada uno. La pregunta es qué les duele a los que se han negado sistemáticamente a esto. Que dejen que cada uno haga lo que le dicta su corazón y su conciencia, porque hay gente que no ha dormido una noche seguida desde hace 70 años. Además, nadie estaba teniendo en cuenta que la Iglesia estaba recuperando a sus muertos, y no sólo los exhumaba, sino que los ha llevado a Roma a beatificarlos. Lo que pasa es que ellos lo han hecho muy discretamente. Pues esto es lo mismo, pero por la otra parte.

¿Las incineraciones son un reflejo del cambio social?

En cuanto nos hemos quitado la losa eclesial de encima, la incineración está creciendo. La Iglesia ya no puede tener control sobre la muerte porque ya estamos en una sociedad civil, tenemos un país con una Constitución que defiende la libertad religiosa; aquí ya no hay ninguna religión oficial. A ver si algunos se enteran. Lo que está haciendo la Iglesia es crear columbarios para vender enterra-miento para cenizas en las criptas de las iglesias. Los está vendiendo a 3.000 euros. Hay que recordar que en el año 64 eso estaba prohibido. Cómo cambian las cosas cuando se trata de financiar.

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