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Ramón Vilar: "Feijóo hizo del gallego un problema, cuando aquí nunca lo había sido"

Vieiros, el diario digital de referencia en lengua gallega, echa el cierre por problemas económicos después de casi tres lustros informando en clave de país

HENRIQUE MARIÑO

Abrió camino cuando Internet se circunscribía prácticamente a los círculos universitarios y, tras un proceso de maduración, se convirtió en un diario digital en 1996. Vieiros, en clave de país y enfocado a un lector progresista que encontró en sus páginas eco y voz, fue un medio pionero en ofrecer a los internautas información gallega y en gallego.

Tres lustros después, los problemas económicos han obligado a Lois Rodríguez, su editor, a echar el candado. Las causas del agujero económico, al que contribuyó la crisis financiera, las explica en su carta de despedida.

Ramón Vilar (Rodís-Cerceda, 1973), su último director, explica en esta entrevista qué fue Vieiros. Licenciado en Filología Gallega, se embarcó hace casi cuatro años en el proyecto después de pasar por La Voz de Galicia y Faro de Vigo. Ha sido el último en abandonar el barco y, con él, una redacción aguerrida y tenaz que sintió la cabecera como propia.

- ¿Qué les diferenciaba del resto de los medios gallegos?

- Siempre digo que Vieiros era como una gamela navegando en un océano repleto de petroleros. Durante casi quince años conseguimos tener un espacio notable en un panorama mediático copado por cabeceras con décadas (cuando no con más de un siglo) de experiencia. Conseguimos jugar de tú a tú, ser ese equipo modesto que lucha por estar en los primeros puestos de la tabla a pesar de tener un presupuesto que es la centésima parte de los favoritos. Por eso, estoy seguro de que Vieiros marca un punto histórico en la prensa gallega y deja abierto caminos para otros proyectos futuros.

- ¿Qué tipo de noticias caracterizaban a Vieiros?

- Desde el principio quiso ser el espejo de una Galicia orgullosa de sí pero abierta al exterior. A pesar de ser un medio con cierta vocación generalista, es cierto que prestó una especial atención a la actualidad política y social gallega y al mundo de la cultura. Pero a la vez intentó mantener abierta la ventana de la lusofonía, de las noticias internacionales y de las nuevas tecnologías.

- ¿De qué noticias se sienten más orgullosos?

- Sin duda, la cobertura de la catástrofe del Prestige marcó un punto de inflexión. En un momento en que casi todos los medios seguían la consigna de que la situación estaba controlada, Vieiros marcó una línea muy crítica alertando de la magnitud de lo que estaba sucediendo.

En los últimos años, nuestra pequeña redacción siempre tuvo la puerta abierta para recibir desde a un poeta que autoedita su primer libro hasta a una asociación de vecinos con un problema concreto, al propio presidente de la Xunta o a personajes fundamentales en la historia mundial como puede ser Otelo Saraiva de Carvalho, uno de los líderes principales de la Revolución de los Claveles en Portugal.

Tampoco nos tembló la voz a la hora de hablar de los desmanes de los gestores de las caixas, de los sucios y lucrativos negocios que se mueven alrededor de la gestión de residuos, de las prácticas caciquiles, de los desmanes urbanísticos y ambientales... Creo que fuimos un medio con suficiente valentía para no ser correa de transmisión de nadie, ni de la derecha más recalcitrante ni del propio bipartito (PSOE-BNG) cuando tuvo responsabilidades de gobierno, y eso trae tantos quebraderos de cabeza como alegrías.

- ¿Cómo definiría a sus lectores?

- Vieiros consiguió un pequeño gran milagro: más de 20.000 lectores diarios, a pesar de ser un medio editado exclusivamente en gallego. Se puede decir que el perfil medio de lector estaría encarnado en alguien de entre 20 y 45 años, residente en las siete ciudades o en las principales cabezas de comarca. Pero muy significativa era la comunidad de lectores que existía más allá de nuestras fronteras geográficas.

Usuarios que, por cuestiones profesionales, viven en otros lugares del Estado, en Europa o en América mantenían un fuerte vínculo con Galicia a través de nuestro medio. También podríamos contar muchas anécdotas de lectores singulares, sin ninguna relación con Galicia pero con ansias de conocer: catalanes, vascos, valencianos, incluso de Albacete... que leían las noticias en gallego sin prejuicios. Ésa es, sin duda, la increíble magia de Internet, donde las fronteras son mentales.

- ¿Cualquiera podría ser público objetivo de su web o era sólo apta para nacionalistas?

- Creo que definirlo como un medio nacionalista es un error. Quizás sea mucho más exacto hablar de un diario con una vocación nacional, abierto a todas las tendencias y modos de pensar que existen en el país. Sin duda, la defensa del idioma propio o del autogobierno eran líneas editoriales claras, pero Vieiros siempre huyó de etiquetas políticas y aún más de siglas concretas. Galicia se construye entre todos sin exclusión y, sin duda, entre nuestros lectores había muchos nacionalistas, pero también muchos otros que, estando más cerca de otros postulados ideológicos, buscaban una información diferenciada e independiente.

- ¿A quiénes daban voz?

- Una de las banderas de la casa fue dar voz a todas cuantas sensibilidades existen en nuestra sociedad. Creo que nuestra sección de opinión fue un ejemplo de pluralidad pocas veces visto, y no sólo en la prensa gallega. Tenía espacio para opinar libremente desde un independentista hasta un militante destacado del PPdeG. Entre esos dos polos ideológicos cabían todos los matices que uno se pueda imaginar.

- De su medio han salido profesionales que destacan en la Red y lideran interesantes proyectos digitales. ¿Se puede hablar de una cantera Vieiros?

- Estos días, Xavier Cea, directivo del Grupo El Correo Gallego, decía que ha sido una escuela de periodistas. Creo que acertaba de pleno. Vieiros quiso ensayar un periodismo nuevo, para el que no había casi referentes en Galicia. Trabajamos con plantillas muy jóvenes, con medias de edad en torno a los veintitantos años, a menudo estudiantes recién salidos de la facultad que, lejos de cubrir notas secundarias, tanto se enfrentaban en una mesa a un conselleiro como entrevistaban a Manuel Rivas o hablaban vía Skype con un líder político escocés.

- ¿Qué ha significado Vieiros para los internautas gallegos? ¿Considera que, más allá de un medio, llegó a convertirse en una comunidad?

- Creo que en Galicia la palabra Internet va ligada en cierto modo a Vieiros. Cuando en 1996 nació el proyecto, Internet apenas salía de reducidos círculos universitarios. Lois Rodríguez, el editor, lo vio muy claro: aparecía una herramienta que podía ser fundamental para culturas como la nuestra. A este proyecto se sumaron cientos de personas anónimas que colaboraron desinteresadamente y que convirtieron aquel sueño en un auténtico lujo, en un ejemplo de la potencialidad de un país que quería mostrar nuestras peculiaridades pero también ser receptor.

- ¿Vivían mejor contra el PP o con el PSdeG/BNG?

- Durante la administración de Manuel Fraga, éramos vistos como una pequeña alternativa en la Red. La llegada del bipartito a la Xunta coincidió con nuestro crecimiento, pero no recibimos tantas ayudas como se podía esperar. La política de subvenciones a la prensa no varió porque no se atrevió a acometer una reforma real: escribíamos el 100% de las noticias en gallego y, sin embargo, recibimos escasas subvenciones.

No había un interés, y sigue sin haberlo, para que hubiese un espacio propio para los medios en gallego, pero tampoco reclamamos nada que no recibiesen otras empresas. Desde la Asociación de Medios Escritos en Galego, siempre se pidió que las ayudas por su uso fuesen para quien lo emplease realmente, no para medios que incluso han reducido su presencia, cuando el dinero había sido destinado precisamente para lo contrario.

Se trata de publicaciones que, pese a llevar recibiendo durante años subvenciones millonarias, han reducido el gallego a posiciones subalternas y a las secciones de Cultura y de Opinión.

- Pero, editorialmente, ¿se encontraban más cómodos contra el poder (del PP) o con el poder (del bipartito)?

- El bipartito nos consideraba incómodos en temas como el plan eólico, el urbanístico e incluso el lingüístico. Hubo puntos de fricción importantes.

- ¿Cómo juzga las primeras medidas adoptadas por el Gobierno de Núñez Feijóo?

- Me sorprendieron determinadas actitudes, sobre todo respecto a la lengua, más regresivas que en la época Fraga. Alberto Núñez Feijóo (PP) planteó el gallego como un problema, cuando aquí nunca lo había sido: puede suceder que un niño no aprenda gallego, pero nunca que no aprenda castellano. 

Pero su actitud sorprendió incluso a militantes del PP, que no ven lógico el guerracivilismo alrededor de la lengua. Los jóvenes entre 15 y 30 años son monolingües en castellano. El gallego está sufriendo una hemorragia de hablantes y queda circunscrito, en franco retroceso, a las aldeas y asociado a determinados partidos en las áreas urbanas. No se encamina hacia la muerte pero sí hacia un uso litúrgico, de carácter culto. El castellano sigue siendo la lengua vehicular.

No se intenta imponer el gallego (como sostienen los ultras españolistas y este PP, no el de Fraga) sino que sea una lengua normal. Es mentira que no se pueda vivir en Galicia en castellano, pero sí es verdad que no se puede vivir en Galicia en gallego. Por eso, hay una resistencia civil llevada a cabo por personas conscientes de que su lengua propia es ésta. Quede claro, eso sí, que no es de los nacionalistas ni de ningún otro partido: el gallego es patrimonio de todos.

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