Estos son tiempos de confusión de formatos, noticias y publicidad, todo al mismo tiempo; información y ficción simultáneamente; debates amañados, cuotas pactadas de opinantes y posicionamientos apasionados de oficio. En resumen, muchos trucos, contenidos para sustentar impactos publicitarios y obsesión por la última décima de audiencia. Todo junto produce un bodrio que los clientes detectan y consumen a su manera, con tendencia a dejarlo por innecesario. El problema no es de demanda, es de oferta. La responsabilidad es del que emite, no del público.

La muerte de CNN+ por fracaso del proyecto, por inviabilidad financiera, ha sorprendido a muchos, incluso a sus víctimas, pero era una muerte anunciada. Se podía leer en el balance del editor, pródigo en agujeros financieros por errores de gestión. Un fracaso que nos coloca ante un espejo que proyecta imágenes decepcionantes para todos, de las que son culpables unos pocos.

Todos los cierres de medios son lamentables, todos son iguales, pero este cierre tiene algo de simbólico. Cuando los más presuntuosos se rinden, algo quiere decir. Nos quedamos sin una parte de la densidad informativa, sin una fuente secundaria de información inmediata. Lo peor es para los que se van a la calle, pero también para los que se quedan sin una fuente.

La casualidad de que un reality ocupe la licencia con la que operaba CNN+ tiene simbolismo, otro dato deprimente. Un aviso sobre quién manda y cómo manda. Para este resultado, el viaje del pluralismo televisivo no merecía la pena. Lo peor son las consecuencias, el efecto en la moral de la profesión; el mensaje subliminal de sálvese el que pueda. Y entre lo más decepcionante, la insolidaridad profesional, el gimoteo impostado, egoísta, la ausencia de explicaciones y de autocrítica. Y la indiferencia de la sociedad.

Estamos ante una catástrofe, vamos a menos y a peor. Por favor, si vamos a reserva, vayamos con dignidad. Aunque quizá haya alguien que crea en esto que se nos muere y es capaz de proponer alternativas renovadas, de ocupar el espacio que otros destrozan. Y mis disculpas por el gimoteo.

* Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid