El músico callejero valenciano Borja Catanesi fue multado el pasado julio por tocar la guitarra en su ciudad después de hacerlo en más de cincuenta urbes de ocho países europeos. Así lo contaba en Facebook: "Poco ha durado mi actividad musical en Valencia. Después de estar un año por Europa […] dando alegría y entretenimiento a las calles, vuelvo a mi ciudad natal y recibo una multa por contaminación acústica".

Catanesi se declaraba triste por la persecución que, a su juicio, sufría el arte callejero: "¿Cómo puede ser que solo haya trabas y complicaciones para hacer música, en vez de considerarse como algo positivo para la ciudad?", se preguntaba indignado. Del caso se hizo eco en su día la prensa local, desde Las Provincias hasta Valencia Plaza, que explicaba que en la ciudad del Turia no existían permisos para tocar en la calle con amplificador.

Valencia Plaza recordaba que Catanesi llegó a resultar vencedor en un concurso internacional de músicos callejeros impulsado por una marca de coches, cuyo premio consistió en un viaje a Nueva Zelanda. Ahora, el músico, cuya gira europea ha alcanzado su tercer año, pide 3.500 euros a través de una web de micromecenazgo para grabar su primer disco.

Sin embargo, sus problemas continúan a pie de calle. Hoy ha vuelto a colgar en su Facebook y un post donde explica que no le parece "razonable" que "en 2018 las ordenanzas no estén preparadas para recibir a músicos en las calles". Recuerda que fue multado por contaminación acústica, cuando paradójicamente "son Fallas" y "la ciudad esta inundada de ruidos (petardos, mascletàs, verbenas…)".

A falta de varios días para que termine el crowdfunding, vuelve a alzar la voz: "¡La cultura no puede ser delito!".