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Delitos mayores, delincuentes menores

Los expertos ven carencias familiares y morales en las agresiones sexuales a niñas ocurridas en los últimos días en Andalucía

 

M. SERRANO / R. VILLEGAS

La Banda del Pimiento está conmocionada. 'Yo voy con ellos a robar alguna vez bolsos o bicicletas; pero hacerle eso a la niña, sabiendo que está malita Eso es pasarse'. Quien habla, precoz miembro de esta pandilla de jóvenes de Isla Cristina (Huelva), tiene sólo 12 años. Mientras come pipas bajo el sol con unos amigos cerca de un parque desarbolado del barrio del Rocío, intenta explicarse cómo pudo ocurrir que siete de sus compañeros, dos de ellos con menos de 14, supuestamente violaran a una niña de 13, discapacitada mental, el anterior sábado, en plena feria. 'Estaban tan subidos de coca que no sabían lo que hacían. Se les fue la mano', cuenta.

Lo ocurrido en Baena (Córdoba) es casi idéntico: otra presunta violación en grupo de una cría de 13 años por parte de seis personas, cuatro de ellas menores. Juana da vueltas en el salón de su casa, en el barrio de San Pedro. 'Mi hijo tuvo antes algún problema con la justicia y acabó en un centro, pero ahora está hundido. No ha tenido nada que ver. Es incapaz', dice. Pero el juez de Menores lo ha enviado, a sus 15 años, a un centro de internamiento en Granada.

'Yo robaba con ellos, pero esto es pasarse', dice un chico de Isla Cristina

En el clima de alarma suscitado por estos hechos, Público reveló ayer un nuevo caso: en la aldea de El Cañuelo, en Priego de Córdoba, un chico de 16 años ha sido enviado a un centro de internamiento de Almería por la agresión sexual a una niña de 8 años y la inducción de agresiones similares entre otros niños, en unos hechos en los que hay implicado otro menor, según fuentes solventes. 'Mi hijo me ha contado que hacía fotos, pero que no ha violado a nadie', afirma el marroquí Elmarzouki Abdelaziz, padre del detenido.

Chicos conflictivos

Adolescentes acostumbrados a satisfacer sus deseos aquí y ahora. Familias disfuncionales. Ausencia de culpa. Desprecio por la mujer. Falta de formación sexual. Trivialización de la violencia. La consulta a expertos en violencia infantil, trabajadores sociales y fuentes de las investigaciones concluye que estos ingredientes, mezclados con la desinhibición por consumo de alcohol o drogas y la presión de estar a la altura del grupo, se esconden tras unas agresiones que es inútil tratar de encasillar socialmente.

El menor detenido en El Cañuelo cuenta que sólo hacía fotografías

Como señala Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, que lleva más de 20 años atendiendo a víctimas, los agresores provienen de todos los estratos sociales. En el imaginario colectivo está el vídeo de dos chicos de Barcelona quemando a una mujer indefensa en un cajero en 2005. Las imágenes se llevaron por delante, al conocerse el origen acomodado de los agresores, el tópico del delito infantil como patrimonio de menores marginales.

La fama de jóvenes difíciles acompaña a los detenidos en Baena. 'Eran chicos conflictivos. Los conocemos porque son pocos los alumnos que dan problemas', explica el director del instituto Luis Carrillo. Ahora sus familias intentan pasar el trago con discreción. 'Se han esfumado', resume Miguel, un camarero de 20 años que conoce a los dos mayores de edad implicados. Francisco, un parroquiano, da detalles: 'El otro es hijo de un ganadero, una familia normal. En los últimos días no se ha visto ni al padre ni al hermano'.

Desde el bar se ve la piscina donde empezó la pesadilla. Un chico pidió a la niña que lo acompañara fuera del recinto. Allí la esperaba una encerrona. La forzaron a mantener relaciones con cuatro de ellos en el patio de unos bloques. Y el sábado ocurrió la agresión en Isla Cristina.

Los casos tienen un rasgo en común: la indefensión total de las víctimas

Tras el alud de explicaciones sociológicas falta de valores, debilidad de la escuela y la familia, exaltación del sexo y la violencia, asoma una cuestión que bordea lo incomprensible: ¿Qué niño es capaz de algo así? Alarcón intenta arrojar luz señalando un rasgo del perfil del agresor: 'Suele haber un padre machista, a veces maltratador, y en la familia la mujer suele ser despreciada'.

Un estudio de la asociación de Alarcón realizado entre presos menores de 19 años que habían cometido agresiones sexuales recoge elocuentes declaraciones de algunos de ellos. 'No me han enseñado a respetar a nadie', dice uno. 'Cuando creces, al haber vivido en ese ambiente, eres igual de violento', señala otro.

El psicólogo Andrés Quinteros, que trabaja tanto con agresores como con víctimas de abusos sexuales, pone el acento en la educación, concretamente en la falta de inhibiciones de los chicos. 'Ser adulto implica asumir responsabilidad, y esta implica poder sentir culpa', dice. 'Es usual que los agresores empiecen en la adolescencia, aunque nunca con algo tan brutal y menos en grupo. Es muy raro', añade.

El Ayuntamiento de Baena intenta que no se estigmatice al barrio de San Pedro

Los casos de Isla Cristina y Baena comparten una característica: la posición de control total de los agresores sobre la víctima. En el primero, tenían un vídeo sexual de la chica con uno de ellos grabado con un móvil, que estos emplearon para forzarla a no resistirse, primero, y después para intentar acallarla. En Isla Cristina, los acusados conocían a la víctima, con una 'edad mental de 6 o 7 años', según su padrastro, Fidel Canela. Usaron la familiaridad de dos de ellos para alejarla del recinto ferial y llevarla a la playa.

'Los menores no suelen ver estos actos con vergüenza, de ahí que algunas veces graben en vídeo lo ocurrido. Porque para ellos es un hazaña y así pueden mostrárselo al grupo', argumenta Quinteros. El experto explica que suele ocurrir que estos chicos vienen de familias disfuncionales, con una educación laxa o por el contrario muy autoritaria. El estudio realizado por la asociación de Alarcón en prisión apunta en el mismo sentido: la mayoría no tuvo unos padres que les apoyaran, valoraran, les dieran afecto o controlaran sus vidas, como puede ser la asistencia a clases o el grupo de amigos.

Al mismo tiempo, el papel de la familia es fundamental para la rehabilitación de estos chavales, porque, como dice Quinteros, no hay que olvidar que son menores y que tienen una vida por delante. 'No hay que demonizarlos, pero hay que lograr que se responsabilicen de lo que han hecho, y los padres también deben asumir esa parte de responsabilidad, que no siempre es fácil porque de alguna manera deben asumir su fracaso como educadores', asegura el experto.

'No me enseñaron a respetar a nadie', dice un adulto que violó siendo menor

A pesar de los esfuerzos, los vecinos de Isla Cristina saben que el barrio del Rocío está señalado. Un coche de la Policía local patrulla todas las noches por sus calles. 'En este barrio se consume mucha droga y las peleas de vecinos son constantes', relata un agente.

Las drogas forman parte de la rutina de la pandilla. Canutos a diario, coca cuando hay. 'A mitad del recreo, se escaqueaba siempre para irse a fumar porros, y luego nunca volvía', cuenta un chico de uno de los detenidos, de sólo 13 años, en libertad por estar por debajo de la edad penal. A la reunión se incorpora tambaleándose un hombre de unos 40 años. 'Quillo, Juan, ¡el morao que te has cogido con vino blanco!', se ríen de él los chavales.

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