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17 congresos y casi 90 años de vida

Desde 1920, el PCE ha celebrado 17 cónclaves (cinco de ellos en el exilio) que apuntalaron las líneas políticas maestras

JUANMA ROMERO

I Congreso: marzo de 1922, Madrid
Primer paso hacia la unidad comunista

El cónclave puso fin a la guerra entre los dos partidos escindidos del PSOE: el Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español. La síntesis sería el Partido Comunista de España, en manos de Antonio García Quejido.


El líder salido del congreso de julio de 1923, César Rodríguez, bregó de inmediato con las consecuencias del golpe de Primo de Rivera: la clausura de locales y la ilegalidad. 


El congreso de París confirma en su puesto a José Bullejos, secretario general desde 1925. El PCE seguirá con la guerra frontal contra los ‘hermanos-traidores’ socialistas.


Seis meses después del cónclave, la Internacional Comunista aúpa a José Díaz. Del rechazo a la República en 1931 se pasa a la alianza con otras fuerzas y a la defensa del Estado en la guerra.


Dolores Ibárruri, Pasionaria, sucede a José Díaz a su muerte, en 1942. En 1954, el congreso rubrica el salto táctico del PCE: la apertura hacia la sociedad, la política de reconciliación nacional. 


Santiago Carrillo desplaza a Pasionaria a la presidencia del PCE. El partido capitaliza la contestación a Franco, lanza la creación de CCOO y llama a la Huelga Nacional Pacífica.


Con el trauma caliente de la expulsión, en 1964, de Jorge Semprún y Fernando Claudín, el congreso ahonda en la línea oficial: agitación social, lucha, tensiones con la URSS.


La primavera de Praga de 1968 activó el tránsito al eurocomunismo. El congreso hizo posible que en 1974 el PCE nucleara la Junta Democrática, de oposición a Franco.


El PCE deja atrás el leninismo, pasa de una estructura celular a una territorial, escenifica su distanciamiento con la URSS y limpia la imagen creada por la dictadura.


El secretario general llega al congreso muy tocado, con escisiones del PCE en el País Vasco y Catalunya. La batalla de carrillistas y renovadores la ganaron los primeros.


El batacazo electoral de 1982 fuerza a Carrillo a dimitir. Elige a Gerardo Iglesias, que en el cónclave de 1983 presume de autonomía. La lucha interna es total. Los prosoviéticos se van del PCE en enero de 1984 y fundan el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE).


En 1985, la expulsión de los carrillistas. En 1986, la entrada en IU se traduce en siete escaños. Menos de lo previsto. Iglesias renuncia y cede el liderazgo a Julio Anguita.


Por primera vez hay dos listas: la de los críticos, encabezada por Francisco Palero, que querían la disolución del PCE, y la de Anguita, que defendía su continuidad. Ganó el segundo.


Anguita se enfrentó a las críticas por su feroz oposición al Gobierno de Felipe González y las denuncias de “injerencia” en los asuntos internos de CCOO y de la federación catalana, el PSUC, liderado por Rafael Ribó. Los dos exigían autonomía.


El congreso validó la confrontación con CCOO, entonces lideradas. Según el PCE, el sindicato, liderado entonces por Antonio Gutiérrez, estaba perdiendo sus señas de identidad. Frutos, el nuevo líder, anunció en la clausura del congreso un giro táctico. Ofreció al PSOE un “gran pacto preelectoral”.


Frutos, pese a sus diferencias, pactó con Gaspar Llamazares una lista, enfrentada a la de Ángeles Maestro (Corriente Roja). Meta: lograr una mayoría en CCOO distinta a la de José María Fidalgo.


El PCE restituyó la bicefalia. Frutos dio a Felipe Alcaraz la presidencia  del partido (un cargo que no existía desde Pasionaria) y juntos batieron a la lista auspiciada por Llamazares. La bronca IU-PCE recorrería toda la legislatura.


Ganada la IX Asamblea de IU por el comunista Cayo Lara, el PCE se vuelca en la lucha contra la crisis, defiende la refundación de IU y asume el relevo generacional. El congreso elegirá a su nuevo secretario general este domingo 8 de noviembre. Será José Luis Centella.  

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