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El cine que burló a Franco

El MoMA dedica un ciclo a las películas españolas que supieron despistar a la censura

Eduardo Bravo

El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) presenta, desde esta semana y hasta finales del mes de noviembre, Spain (Un)Censored. Un ciclo cinematográfico organizado en colaboración con diferentes instituciones culturales españolas, que repasa la producción cinematográfica realizada en nuestro país durante los años de la dictadura y que consiguió burlar, de una o de otra manera, la censura. Una institución represiva que estaría vigente hasta 1977, dos años después de la muerte del Generalísimo.


Un cine en El Pardo


Aquellos que visiten el Palacio de El Pardo en Madrid, residencia del dictador y su familia desde poco después del fin de la Guerra Civil hasta la muerte de aquél, verán que, entre las distintas estancias, se encuentra un recoleto teatro.


En él, además de los festivales anuales en los que participaban artistas adictos al régimen, se realizaban con asiduidad proyecciones cinematográficas. De todos es sabida la afición de Franco al séptimo arte. No en vano, bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, firmaría el guión de la epopeya nacionalcatolicista Raza, dirigida por José Luis Sáenz de Heredia en 1941.
Dichas proyecciones servían incluso como último estadio antes de permitir o denegar la exhibición pública de algunos filmes. Cuenta Carlos Saura que, tras la proyección en El Pardo de su película Ana y los lobos, Franco la declaró inofensiva pues 'no se entendía nada'.


Pero no siempre las apreciaciones del dictador fueron tan certeras, o tal vez sí. Tras invitar a Luis Buñuel, exiliado en México desde hace años, a rodar una película en España, el director aragonés, sabedor de la trampa que le tendía el régimen, firmó Viridiana.


El guión de la película pasó censura sin mucho problema, el rodaje se desarrolló sin sobresaltos relevantes e incluso el resultado final fue aprobado por Franco quien, tras una proyección privada, aseguraría que la película no era más que una sucesión de 'chistes de baturros'.


Cuando Viridiana se alzó con la Palma de Oro en Cannes y provocó las iras del Vaticano, que la calificaría de blasfema y obscena, todas las copias de la película que se encontraban en España fueron destruidas. La cinta continuaría prohibida hasta 1977, fecha en la que se estrenó, pues aquí no cabe hablar de reestreno, con el cartel que para la ocasión diseñó y pintó Iván Zulueta.


Veinte burlas al poder


El ciclo que actualmente se presenta en el MoMa y que, tras su presentación en Nueva York, viajará al BFI Southbank de Londres en Enero de 2008, está compuesto por una veintena de películas realizadas entre 1952 y 1979.


La primera fecha es la de Bienvenido Mr. Marshall, de Luis García Berlanga; la segunda, la de El Crimen de Cuenca que, hasta el momento, es el único filme prohibido y secuestrado en época democrática tras la eliminación de la censura y que le valió a su directora, Pilar Miró, un proceso militar. Entre esas dos películas se suceden cintas pioneras en el intento de burlar a los censores como El pisito, Plácido, y El Verdugo (las tres con guiones de Rafael Azcona) o Calle Mayor y La muerte de un ciclista de José Antonio Bardem. También se contempla la aparición de nuevos realizadores como Summers con Del rosa al amarillo, Fernando Fernán Gómez con El extraño viaje, Nieves Conde y su drama de la inmigración rural, Surcos, Martín Patino, con sus Nueve cartas a Berta, o Saura y su metáfora de la Guerra Civil, La caza. Las últimas películas del ciclo (temporalmente más cercanas al fin de la dictadura) son Furtivos de Borau, El Desencanto de Jaime Chávarri y Canciones para después de una Guerra de Patino rodada en 1970 y prohibida hasta 1975.


Aunque se echan en falta títulos como Camada Negra de Gutiérrez Aragón, El Sacerdote de Eloy de la Iglesia o Queridísimos Verdugos de Patino, el ciclo es una gran oportunidad para comprobar cómo el talento vence al terror.

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