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1977-2012: la herencia del 4-D

El diseño del Estado autonómico a finales de la década de los setenta fue una fiesta política a la que Andalucía no había sido invitada. Lo que el pueblo andaluz hizo aquel 4 de Diciembre de 1977 fue invitars

ANTONIO AVENDAÑO

Fueron tiempos heroicos, y lo malo de los tiempos heroicos es que en ellos siempre muere alguien. Fueron los años en que nos ganamos a pulso el aburrimiento democrático del que hemos disfrutado después. Mejor, pues, que el heroísmo no vuelva de nuevo a nuestras vidas ni a nuestra política. La épica da mucho juego en el arte y en el periodismo, pero es letal para la política. No es tiempo de revivir, pero sí de recordar qué cosas ocurrieron en la Andalucía de finales de la década de los 70 y qué significado y alcance tuvieron las cosas que ocurrieron.

Con ocasión del 35 aniversario de las multitudinarias manifestaciones populares del 4 de Diciembre de 1977 a favor de la autonomía plena para Andalucía, Público se ha propuesto realizar un esfuerzo editorial como contribución para mantener viva en la memoria colectiva de los andaluces en general y de las nuevas generaciones en particular lo que para muchos analistas fue una inesperada gesta popular que contribuyó decisivamente a cambiar la arquitectura institucional del Estado de las Autonomías que planeaba crear el Gobierno de España, entonces en manos de la Unión de Centro Democrático.

Pero más allá de su interés civil y del propiamente periodístico, el 35 aniversario del 4-D también tiene en esta ocasión un singular interés político, derivado del vivo debate sobre la reforma constitucional del Estado autonómico que tiene lugar en estos momentos y que está obligando a todos los partidos a actualizar sus posiciones históricas en la cuestión territorial. Todos los partidos, de un modo u otro, tendrán que hacer esa revisión de su doctrina en mayor o menor grado, lo único que ocurre es que algunos todavía no saben que tendrán que hacerlo.

El suplemento incluirá crónicas, dosieres, artículos de fondo y testimonios relacionados no sólo con la histórica fecha del 4 de diciembre de 1977 como tal, sino también con el impacto en todos los órdenes que ha tenido en Andalucía el despliegue del poder autonómico durante todos estos años.

Qué hacían y quiénes eran los nombres clave de la cultura andaluza de aquellos años; cuál fue el papel de las mujeres del 77, y muy en especial de las mujeres periodistas; cómo fueron las manifestaciones del 4-D y qué significaron; por qué fue asesinado aquel día en Málaga el joven militante de CCOO José Manuel García Caparrós, cuya muerte nunca fue esclarecida porque la justicia no supo o no quiso hacer bien su trabajo; qué cambios materiales diferencian a la Andalucía de 1980, año desde el que hay disponibles estadísticas homogéneas y generalizadas, de la Andalucía de 2012; qué piensan los líderes políticos y sociales de lo que significó el 4-D para Andalucía y el resto de España y del papel que la comunidad debe jugar en estos tiempos de cambio...

Estos son algunos de los contenidos del especial que, bajo el epígrafe ‘Una mirada al sur', los lectores de Público empezarán a disponer desde mañana en sus pantallas, y que se completarán con artículos de fondo firmados por el presidente del Parlamento de Andalucía y uno de los diputados más veteranos de la cámara, el socialista Manuel Gracia, el vicepresidente del Gobierno andaluz y coordinador regional de Izquierda Unida, Diego Valderas, y el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada y gran conocedor de los procesos estatutarios, Agustín Ruiz Robledo.

El actual Estado autonómico no sería en absoluto tal y como hoy lo conocemos si no hubiera mediado aquel arrollador, inesperado y sorpresivo movimiento popular que en alguna medida pilló con el paso cambiado a no pocos líderes políticos y sociales, algunos de los cuales no llegarían a recuperarse jamás del histórico tropiezo. La España autonómica de dos velocidades que había sido imaginada por quienes entonces detentaban el poder central y el pedigrí territorial habría de sufrir una severa rectificación con la entrada del pueblo andaluz en una escena política a la que no había sido invitado. A su manera, aquel 4 de Diciembre de 1977 el pueblo andaluz decidió invitarse a sí mismo a la fiesta democrática de la autonomía. Quién sabe si el primer sorprendido de su propia audacia no fue él mismo.

¿Habría sido mejor que hubiera triunfado aquel diseño autonómico inicial que, sin proponérselo del todo, Andalucía truncó para siempre? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que el actual modelo de descentralización del Estado, pese a las tentaciones involucionistas de los de siempre, difícilmente tendrá marcha atrás, aunque ello no significa que no deba reformarse y reajustarse para hacerlo más autosuficiente, eficaz, equilibrado y transparente.

Si Andalucía, sin haber sido invitada, jugó un papel trascendental en la configuración final de la España autonómica hace tres décadas y media, es obvio hoy que no va a permanecer ajena al diseño de esa España que habrá de salir al término del actual debate. Cuando te has colado en una primera fiesta y nadie te ha expulsado de ella, no es probable que logren dejarte fuera de las siguientes, independientemente de que se convoquen a tus espaldas. A la vista de las opiniones de partidos y organizaciones sociales recogidas en este espacio editorial, esta vez nadie está dispuesto a que los virtuales movimientos tectónicos que puedan tener lugar en un futuro inmediato le pillen, como sucediera 35 años atrás, con el pie cambiado.

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