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38 minutos de agonía

Tordesillas celebra el Toro de la Vega con media hora de lanzadas y puñaladas al astado

 

DANIEL AYLLÓN

Alas 11.00 horas de ayer, una bomba de mortero rompió el cielo de Tordesillas (Valladolid) para anunciar la salida de toriles de Afligido, un imponente astado veleto, negro, de 3 años y 608 kilos de peso. Con el petardazo, se puso en marcha la cuenta atrás de la vida del animal, que murió 38 minutos y tres kilómetros después, a los pies de un pino, donde había tratado de protegerse de la persecución de centenares de jinetes y mozos, armados con lanzas de tres metros, garrotes y cuchillos.

Oficialmente, el Inmemorial Torneo del Toro de la Vega terminó a las 11.14 horas, con la proclamación del mozo Óscar Bartolomé Hernández, conocido como Zamorano, como ganador. Pero la agonía del animal se prolongó otros 20 minutos. Zamorano, que repitió galardón, vociferó sentirse 'como Cristiano Ronaldo', con el rabo del toro atado a la punta de su lanza.

La Guardia Civil detuvo a una chica por rociar gas pimienta

Al animal le amputaron la cola cuando todavía estaba vivo, bajo la lona negra con la que le cubrieron cuando dejó de tenerse en pie. Afligido bufaba, levantando el polvo del terreno de fina arena, al tiempo que le segaban el rabo con un cuchillo.

Con las patas inmovilizadas y el sistema nervioso anegado, los participantes trataban de darle la puntada mortal. Durante este tiempo, algunos retorcieron sus miradas con muecas de dolor. 'Que lo maten ya. ¿Es que nadie tiene una puntilla para rematarlo? Le están haciendo sufrir', murmuró Alfonso, vecino de Tordesillas y aficionado a las corridas. Nadie levantó la voz más que para recriminar la labor de los periodistas, curiosos y activistas a los que descubrieron cámara en mano: '¡Eh, tú! ¡Ni una foto de esto!'.

Los mozos utilizaron todo lo que cayó en sus manos para matar al animal. Uno de ellos, con la cabeza rapada, tres pendientes en las orejas y un polo negro adornado con banderas de España, asestó 13 lanzadas con la cadencia de un segundero: 'Una, dos, tres, cuatro...', enumeraba a su lado otro mozo. Con el cuerpo cosido a puñaladas y lanzadas, y un reguero de sangre que brotaba sobre el ojo derecho, un tercero la emprendió con la cabeza, en la que clavó un destornillador, según denunció el portavoz de Igualdad Animal, Javier Moreno.

Los organizadores permitieron la participación de menores de edad

Esta ONG de defensa de los animales infiltró a seis activistas para documentar la orgía de sangre, cuchillas, lanzas y caballos. Es la cuarta edición en la que Igualdad Animal acude al municipio para denunciar esta práctica medieval, que comenzó hace más de 500 años. Para Moreno, 'una tradición no puede justificar la barbarie'.

Niños entre los lanceros

El encierro por el pueblo terminó de la misma forma que los últimos 500 años: con una pugna en campo abierto entre jinetes y mozos, por ser los primeros en clavarle una hoja afilada al toro. Entre ellos, un año más, volvió a estar presente la desoladora imagen de menores de 12 años a caballo, y otros más pequeños aupados por sus padres sobre la multitud que rodeó a Afligido, durante la agonía del animal.

«Una tradición no puede justificar la barbarie», denuncia Igualdad Animal

Los pocos agentes de la Guardia Civil que velaron por mantener el orden hicieron caso omiso de la presencia de los menores. No obstante, sí que actuaron cuando una presunta activista, R. L. S., comenzó a rociar el ambiente con gas pimienta. La mujer también lanzó la sustancia lacrimógena contra dos agentes, antes de su detención. Se desconoce si R. L. S. actuó en nombre de alguno de los colectivos antitaurinos que han proliferado en los últimos años.

Tras la muerte de Afligido, cientos de personas recorrieron el camino inverso del encierro con el matador en volandas, entre dulzainas y tamboriles. El Ayuntamiento le abrió sus puertas y, en el balcón municipal, fue galardonado como el ganador del trágico espectáculo.

 

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