Unos 40.000 infectados con el virus VIH y 44.000 tuberculosos en cárceles rusas

Unos 40.000 de los 900.000 presos en cárceles rusas están infectados con el virus del VIH/SIDA, y otros 44.000 padecen tuberculosis en fase activa, informó hoy el Servicio Federal Penitenciario (SFP) de Rusia.

Previamente, el subdirector del SFP, Alexandr Kononets, había señalado que aumenta progresivamente el número de internos infectados por el virus de VIH/SIDA, "y en consecuencia la cifra de drogodependientes, ya que el 95 por ciento de los drogadictos están infectados".

Por contra, Kononets indicó que el número de tuberculosos está disminuyendo y señaló que hace entre cinco y siete años la cifra de enfermos que entraban en prisión alcanzaba los 30.000, mientras que el año pasado se redujo a la mitad.

Muchos de los infectados no son conscientes de que padecen tuberculosis hasta que ingresan en los centros penitenciarios, agregó.

Asimismo, Kononets señaló que el tratamiento de enfermedades de este tipo constituye un gasto importante.

El SFP cuenta, además de la presupuestaria, con otras fuentes de financiación.

El sistema penitenciario ruso forma parte del proyecto "Globus", financiado por el Fondo Global para luchar contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria y del proyecto del Banco Mundial de apoyo económico para la creación de laboratorios y centros de tratamiento de la tuberculosis en Rusia.

En la lista de los 22 países con los índices más elevados de tuberculosis elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Rusia ocupaba en 2006 el duodécimo lugar.

La tuberculosis causa al año la muerte de 26.000 personas en Rusia y otras 110.000 contraen la enfermedad, la mayoría en las cárceles del país, reveló hace dos años la OMS.

El bacilo de Koch, que causa la tuberculosis, hace estragos entre los reclusos rusos debido al hacinamiento en las celdas, la carencia de medicinas y la mala alimentación, y también es la causa de la mayoría de las muertes entre los presos enfermos de SIDA.

En la actualidad, Rusia, Europa Oriental y Asia Central constituyen el escenario de la mayor propagación del SIDA en el mundo, incluida el África subsahariana.