Este artículo se publicó hace 15 años.
«Para nosotros, el acuerdo es cuestión de vida o muerte»
Soberanía, idioma, derechos fundamentales o supervivencia. "Todo está en peligro para Tuvalu", se lamenta su primer ministro, Apisai Ielemia. Su país, un conjunto de nueve islotes en la Polinesia, sufre ya los efectos del cambio climático y, según las previsiones de varios estudios científicos, podría ser el primero en desaparecer por la subida del nivel del mar que provoca el calentamiento.
Tuvalu podría ser el primer país en desaparecer por el calentamiento
"Otros países tendrán grandes montañas y tierras en las que refugiarse, pero nuestras islas son muy estrechas y, cualquier día, un tsunami o un huracán podría sepulartas para siempre", asegura Ielemia a Público durante una vista a Bruselas. Con 12.000 habitantes, Tuvalu es uno de los Estados más pequeños del mundo. Su economía es de subsistencia. "Pescamos, recolectamos frutas y tenemos granjas de cerdos o pollos", explica el primer ministro, que se reivindica líder de "un país feliz, en el que nos conocemos todos, donde llevamos una vida muy familiar".
Ielemia se ha plantado en Copenhague ante "líderes muy ocupados, que nunca tienen tiempo para verme", lamenta. "Exigiré un acuerdo legalmente vinculante que limite a 1,5 grados el calentamiento global en este siglo. No me iré hasta haberlo firmado", amenaza. Sin embargo, sus exigencias no están en la agenda ni de la Unión Europea, que presiona por un principio de acuerdo que limite a dos grados el calentamiento, ni por supuesto EEUU, China o India, lejos todavía de ese objetivo.
Tuvalu, cuya altura media es de cinco metros por encima del nivel del mar, hace en Copenhague frente común con el Grupo de AOSIS, o Alianza de Pequeños Estados Insulares. Muchos de ellos son miembros del G-77, el grupo de países en desarrollo dentro de la ONU. Son especialmente vulnerables al cambio climático y piden que no haya más cumbres tras Copenhague, donde exigen, con el apoyo de ONG ecologistas, las mayores reducciones de emisiones y financiación.
«Exigiré un acuerdo vinculante y no me iré hasta firmarlo»
Para Tuvalu, en concreto, es urgente un acuerdo que evite su desaparición. "Es una cuestión de vida o muerte, de respeto de nuestros derechos fundamentales, porque nosotros, como cualquier otro pueblo, tenemos derecho a existir", reclama Ielemia. Muchas familias ya han tenido que ser desalojadas por las olas que inundan hogares y arrasan con su salitre campos de cultivo o manantiales, pero el Gobierno de Tuvalu "no tiene una política que fomente la emigración", dice su primer ministro, sino que anima a sus ciudadanos a resistir.
En su guerra contra el océano Pacífico, Tuvalu hace un reproche a los países desarrollados, generadores del cambio climático, que se desentienden de sus efectos ya medibles. "Estamos preparados para que la ola gigante llegue cualquier día y, de la noche a la mañana, borre a nuestro país del mapa", asegura Ielemia. Si eso llegase a ocurrir, por un fracaso en la cumbre de Copenhague, el "egoísmo" de los países ricos sería "responsable de un crimen imperdonable".
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