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Adiós a un caballero en el exilio

El escritor fallece a los 103 años y deja una obra que pasa por la docencia, la sociología o la literatura

JESÚS CENTENO


Francisco Ayala, en una imagen de diciembre de 2008. EFE

En sus últimos años, Ayala vivió como un cómico que lleva esperando a que se baje el telón. Pero no terminaba de bajarse. Detrás deja mucho escrito, mucho porque había vivido demasiado y de forma intensa. Su mirada no es la de un erudito, sino la de un creador que además fue sociólogo, traductor y un gran lector. También fue crítico y docente. Una personalidad de muchos saberes, de un estilo brillante y persuasivo. 'La vida sin literatura no es vida; se convertiría en un peñasco, en algo inerte y sin sensibilidad', dijo Ayala.

Pero, si como él mismo dijo, la biografía de un escritor consiste en sus escritos, la biografía literaria de Ayala es la de un narrador extraordinario. Él, que criticaba a los políticos porque un día se dormían con una ideología y se levantaban con otra 'y no pasa nada', pasó los últimos días con cierta distancia sobre la política. Leía todos los días el periódico, se sentía responsable. Y algunas de sus teorías de los 40, como la globalización, los problemas de libertad en la sociedad de masa, se han cumplido.

Su vida fue literatura porque, como él mismo decía, todos vivimos literariamente, pero sin saberlo o sabiéndolo. Él lo sabía. Testigo de la historia del siglo XX y escritor excepcional, sus ciento tres años de vida han sido los del siglo más fascinante y terrible de la historia. Ayala abrió los ojos a la vida en la Granada rural, forjó su criterio y carácter en plena Gran Guerra en una familia progresista por parte de madre y conservadora por parte de padre, y creció al impulso de los vanguardistas e intelectuales durante los felices años veinte.

'Nunca ha dejado de causarme asombro el efecto de los símbolos' 

Ayala fue el primer español en hacer literatura europea. Conservó la lucidez, pero también tenía principios: dignidad, mesura, lealtad, comprensión y humor inteligente. Vivió en la Alemania previa al nazismo, en la República con dedicación, como Letrado, y luego parte al exilio, en el Buenos Aires de Borges, Bioy Casares, Cortázar y tantos otros, y hasta vive en Nueva York. Retornó a España tras su jubilación, donde vivió justísimos reconocimientos.

En 1916, con solo 10 años, Ayala demostró maneras: aprobó con sobresaliante el examen de ingreso de bachillerato y dos años después, se matriculó en el Instituto General y Técnico de Granada, al tiempo que acudía a la Escuela de Artes y Oficios. En 1922, su familia se trasladó a Madrid, donde se preparó para cursar Derecho en la Universidad de Madrid. Entonces, con tan solo 17 años, publica su primera colaboración en prensa, un artículo sobre el pintor Romero de Torres en Vida aristocrática. Un año después, en 1924, llegan sus primeras narraciones: 'La mariposa' y 'La sombra del hermano', que se publicaron en la hoja literaria del periódico El Globo. Estos relatos vinieron acompañados de su primera novela, Tragicomedia de un hombre sin espíritu, que vio la luz cuando el escritor contaba tan solo 19 años. En ella, Ayalá comenzó a apuntar algunos de los elementos más constantes de su obra: la denuncia de la inmoralidad, la estupidez del poder y la degradación humana en un mundo sin valores.

Ya en los cuarenta habló del malestar de las masas y la globalización 

Con 21 años completó los cursos Derecho (se licenciaría en 1929 con la calificación de sobresaliente), ocupa una auxiliaría de Derecho comparado y colabora en Revista de Occidente y La Gaceta Literaria. Con una beca para ampliar estudios en Alemania, parte con dirección a Berlín. De esta época son El boxeador y Cazador en el Alba, donde adoptó la estética del momento. Su Indagación del cinema mostró su interés por el cine, que tanto fascinó a los vanguardistas. 'Para mí como para toda mi generación, el cine constituyó una experiencia fundamental; había nacido con nosotros. Mi primera película la vi siendo todavía muy niño, pero el espectáculo se me quedó grabado indeleblemente en la memoria', dijo una vez.

En Alemania, Ayala estudió con el sociólogo Hermann Haller y conoció a la joven estudiante Etelvina Silva en una tertulia de intelectuales hispanos, con la que se casa a su regreso a Madrid, en 1931. Ese año nace la II República, de la que escribió. 'La bandera tricolor salió a ondear por todas partes, y se impuso digámoslo así por sí mismo. Nunca ha dejado de causarme asombro lo que ocurre con los símbolos, de qué manera concentran en sí la carga de los apasionados sentimientos'.

Vivió la Alemania previa al nazismo, la II República, o en Nueva York

Catedrático de Derecho Municipal Comparado de la Universidad de Madrid y jefe de administración civil de tercera clase en el Congreso de los Diputados conoce también el Berlín nazi, cuya atmósfera 'resultaba tétrica, todo era desagradable en extremo; la comida en los restaurantes, una miseria; las calles, desiertas', escribió en Visita a los nazis, de 1934.

El estallido de la guerra marcó un punto de inflexión en su obra. El alzamiento le sorprendió en Hispanoamérica, donde había viajado en una gira de conferencias. Ayala estaba dando conferencias en Chile y, aun a sabiendas de que 'la guerra estaba perdida de antemano', regresó a su país para ponerse al lado de la República. Regresó a España para apoyar al gobierno legítimo, mientras su padre y hermano eran ejecutados.

Derrotada la república, Ayala se embarca hacia La Habana. El 10 de agosto, llega a Buenos Aires. 'Yo no me hacía ilusiones ningunas acerca del futuro. Sabía que había salido de España para muchísimo tiempo, quizá para siempre, y sin querer engañarme con falsas esperanzas, me dispuse a rehacer mi vida al otro lado del océano'.

Ayala nunca se dejó llevar por la nostalgia. La España republicana que había conocido desapareció y Ayala decidió abrir los ojos al mundo. Se dedicó a la docencia, la traducción, la edición (cofundó la revista Realidad en 1947) y la creación literaria. Sus obras estarán desde entonces dominadas por la melancolía y la rabia, pero también por la ironía y el desprecio al género humano.

En Argentina entró en contacto con sus grandes figuras: Borges, Cortázar, Bioy Casares Su Tratado de Sociología fue un clásico de la materia, mientras que los relatos de La cabeza del cordero, Los Usurpadores (1949), Historia de macacos (1954), Muertes de Perro una denuncia de la situación de un pueblo sometido a una dictadura (1958) y El fondo del vaso (1962) constituyen lo más celebrado de su obra en el exilio. Las miserias de la dictadura y las corruptelas de la democracia, proclama el dolor inevitable, se conforma ante la fatalidad de la muerte.

'Sabía que salía de España por mucho tiempo, sin falsas esperanzas'

Después, Ayala se trasladó a EEUU, donde impartió clases de Literatura Española en la Universidad de Princeton, y como profesor visitante en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jeresy. Publica entonces Muertes de perro y en el verano de 1960 vuelve a España tras el exilio. En 1962 aparece El fondo del vaso, y en 1971, Seix Barral publica El jardín de las delicias, su obra más personal en la que abundantes referencias se hallan deliberadamente destacadas.

En 1976, se jubila como profesor y fija su residencia en Madrid, desde donde colabora en la prensa española, en Informaciones y en El País. Se suceden los homenajes: es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Northwestern, Cuadernos Hispanoamericanos le dedica un número, imparte conferencias y consolida su presencia en la vida cultural española.

En mayo de 1982, Ayala presenta el primer volumen de sus memorias, Recuerdos y olvidos, en la Biblioteca Nacional. Escribió más recuerdos que olvidos, aunque él decía que el pasado no se tenía, que cada día se recordaba de una manera, que los recuerdos no tienen vigencia.

Dos años después ingresa en la RAE y en 1987 recibe la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Granada. Luego sería Hijo Predilecto de la Provincia. Después llegaría el Premio Nacional de las Letras Españolas (1988), el de las Letras Andaluzas (1989) y, finalmente, el premio Cervantes, en 1992. En 1998, el premio Príncipe de las Letras, año en que constituye la Fundación Francisco Ayala.

Cinéfilo
Su libro ‘Indagación del cinema’, publicado en 1929, es una lúcida reflexión sobre el medio audiovisual cuando apenas había comenzado a andar. Muchos de sus ensayos se refirieron al cine, pero también a la radio y la televisión.

Jurista
Sus estudios sobre libertad y democracia mientras fue catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Madrid aún son materia de estudio. Además, fue letrado de las Cortes de la República.

Periodista
Su proximidad a Ortega y Gasset le llevó a escribir en el diario ‘El Sol’. El periodismo de opinión y el ensayo vistieron publicaciones fundamentales, como ‘Revista de Occidente’, ‘Realidad’ (donde comenzó a publicar Borges) y ‘La Torre’. Las Asociaciones de la Prensa de Madrid y Granada le han concedido medallas de oro y la presidencia de honor.

Sociólogo
Su ‘Tratado de Sociología’ es fundador de la sociología moderna y aún se estudia en la actualidad. Se anticipó a los mejores sociólogos de su tiempo y anunció muchas de las teorías de la Escuela de Fráncfort.

Traductor
Es un traductor de referencia desde el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. Con autores de la talla de Thomas Mann o Rilke, muchos dicen que suenan mejor en el español de Ayala que en su lengua original. Su nombre marca uno de los más importantes premios de traducción de nuestro país.

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