Este artículo se publicó hace 16 años.
Al calor de la Barbarie
Pese a las leyes de protección animal, los toros siguen siendo víctimas de la tradición en miles de festejos populares
Cuentan que sufren, que padecen estrés, que sienten en una maraña de confusión, abducidos, secuestrados de su medio, perdidos en una verbena de adrenalina. Dicen que es tradición, que se vela por su integridad, que hablamos de la raíz, del ser español, valenciano, castellano...
Llega el verano, y España explota en fiestas, patrocinio y vírgenes de devoción. Charangas y litros de alcohol. Y todo, vertebrado con el uso de animales como fuente de diversión y atracción turística. Animales usados en variopintos espectáculos. Seres, toros y becerros, a los que se les llena las astas de fuego, se les cubre el cuerpo de dardos, se los lancea hasta la muerte o se los tira al agua.
Si bien es cierto que los eventos con animales domésticos (gansos, cabras, gallos, carneros...) están siendo erradicados por las leyes de protección animal autonómicas, el toro sigue siendo el gran damnificado por la excepción histórica de la Fiesta Nacional. Unos 60.000 bovinos sufren nuestra diversión al año, según la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA).Los festejos populares que incluyen algún toro en su cartel crecen en agosto y septiembre, según el Ministerio del Interior. En 2007, se contabilizaron hasta 4.111.
Repunte de fiestas
Ecologistas y promotores taurinos coinciden en que hay un repunte de actos taurinos, sobre todo de los encierros. Este año hay previstos unos 22.000, cuando en 2006 sumaban 18.000, según la Asociación de Corredores, Aficionados y Recortadores de Toros de España. Ello se debe a las subvenciones que reciben de las administraciones -unos 500 millones de euros, según la Fundación Altarriba-, el bajo precio de las reses y la admiración que generan toreros como José Tomás.
La cabra de Manganeses de la Polvorosa (Zamora) se libró de ser arrojada desde el campanario. También tiene más derechos la pava de Cazalilla (Jaén) que el toro. "Si es sancionable tirar a una pava desde un campanario, pero no una "becerrada" en la que pueden matar al becerrito clavándole espadas, se debe a que en el primer caso existen leyes específicas prohibitorias. El segundo, al ser un espectáculo taurino, está regulado por sus propias normativas, nacionales y autonómicas, que lo convierten en legal, aunque sea éticamente reprobable", explican en ANPBA.
17 reglamentaciones
Cada comunidad tiene su reglamentación. En total, 17 reinos de taifas para el designio animal. "Los festejos con toros están muy intervenidos. Por ley, debe haber un delegado gubernativo, miembro de la Policía, y un delegado taurino, director de lidia, para comprobarlo. Además, se piden informes del veterinario", explican en la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET).
Para los grupos animalistas ningún ser debería ser usado para la diversión humana. Pero la tradición responde alzando muros, diciendo aquí nos quedamos. Un ejemplo fue la manifestación del PACMA (Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal) en Amposta (Tarragona) el pasado 12 de julio, y la reacción contraria de algunos ampostinos. Los primeros querían presionar para que se prohibieran las fiestas de los bous (toros) en una Catalunya que se autoproclama antitaurina.
"El año pasado presentamos tres denuncias, pero las archivaron", explica Alejandra García, miembro de PACMA. Dos mundos enfrentados. Sólo en Levante se celebra más de un centener de toros de fuego (embolados), un espectáculo que en la Comunidad de Madrid y el País Vasco está prohibido.
Las bestias negras
En Castilla y León se encuentran tres de las bestias negras: El Toro de la Vega de Tordesillas (Valladolid), el Enmaromado de Benavente (Zamora) y el Toro de Júbilo de Medinaceli (Soria). En Coria (Cáceres) está el Toro de San Juan. Son algunos de los ritos más ancestrales.
El resto de espectáculos atípicos sangrientos de Castilla y León, por ejemplo, están siendo erradicados, "porque no cumplían con el requisito de una tradición continuada de 200 años", explica Gustavo Antich, portavoz de ANPBA. En estos festejos (exceptuando aquellos en que se agrede directamente al animal), el sufrimiento es sobre todo psíquico.
"El toro es un animal herbívoro, pacífico, no depredador, acostumbrado a estar con su manada. Pero es arrancado hacia un ambiente desconocido, no puede adaptarse, las mediciones de cortisol (hormona utilizada para medir el estrés) pueden sobrepasar 12 ó 15 veces su valor normal", explica el veterinario José Enrique Zaldívar. Existen casos documentados de infartos y paradas cardiorrespiratorias.
Pero hay otros estudios, como el de Juan Carlos Illera, director del departamento de Fisiología animal de la Universidad Complutense de Madrid, en los que se afirma que el toro tiene una gran capacidad para superar el dolor en un 90% de los casos. "Los espectáculos con toros están datados desde el siglo XVI, son los que dieron origen a las corridas", explica el portavoz de la Mesa del Toro, Eduardo Martín-Peñato.
Un toro que se muerde la cola. Los festejos ancestrales dieron paso a la corrida moderna. Y la corrida moderna protege a las tradiciones. Aunque, como alega Arturo Pérez, de ACTYMA (Asociación Contra la Tortura y el Maltrato Animal): "¿Qué más me da morir en una plaza o lleno de dardos?".
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