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Al final, se impone la ideología liberal

JOSÉ LUIS DE ZÁRRAGA

 

Parecen contradictorias las respuestas sobre los sistemas económico y político que presenta hoy el Publiscopio. De abril de 2009 a octubre de 2010, la economía de mercado, aunque continúa siendo dominante, ha perdido claramente crédito frente a la economía de planificación estatal, pasando de ser preferida por el 47,8% hace año y medio al 40,6% hoy. Pese a ello, en la contraposición sociopolítica entre sistema capitalista y sistema socialista, aunque la proporción de quienes prefieren este último se mantiene, los que prefieren el primero han pasado del 27,0% al 33,2% en este periodo de crisis.

La contradicción es sólo aparente y estos resultados son muy significativos precisamente por lo que parece contradictorio en ellos. Nos dicen, por una parte, que la experiencia del funcionamiento de los mercados durante estos meses ha llevado a la gente a desconfiar de ellos y a apelar a la intervención pública. Pero, por otra parte, parecen decirnos también que la experiencia social, de la gestión política de la crisis, induce menos a confiar en el sistema socialista que en el capitalista.

No hay nada contradictorio en ello si entendemos que lo primero (economía de mercado versus economía planificada) nos remite principalmente al ámbito de lo económico y lo segundo (sistema capitalista versus sistema socialista), principalmente al ámbito de la sociedad en general y específicamente a la política.

Las disfunciones de la economía de mercado llevan a la gente a demandar la intervención del Estado; pero, visto lo visto durante este año, su gestión política tiende a confiarse más a quienes representan al sistema capitalista que a los socialistas, que parecen aplicar los mismos criterios, pero se piensa que con menor eficiencia

Las respuestas de la gente sobre las causas de la crisis internacional son un ejemplo claro de cómo la ideología dominante, a través de los medios de comunicación y el discurso político y económico que transmiten, impone unas imágenes y una interpretación de lo que sucede que deforman la realidad e impiden que se entienda, dando, sin embargo, la impresión de evidencia. Logra que lo que corresponde a los intereses de las clases dominantes, por más falso que sea, aparezca como evidente y que ni siquiera parezca una visión clasista, sino objetiva, de la realidad.

La causa última

El carácter sistémico de la crisis internacional, que hunde sus raíces en el funcionamiento del sistema económico capitalista durante las últimas décadas, es algo que no puede discutirse seriamente. Por eso, en los momentos álgidos de la crisis, tanto los políticos como los economistas integrados en el propio sistema reconocieron y lamentaron que su funcionamiento normal y no los abusos o los delitos que a su amparo se hubieran cometido era la causa última de la crisis y que era indispensable reformarlo a fondo, imponerle nuevas reglas, refundarlo.

En cambio, en las interpretaciones que se han impuesto en la conciencia de la gente, el sistema económico capitalista no parece en sí mismo ni siquiera una de las causas principales de la crisis. De hecho, a medida que ha ido dominando la interpretación neoliberal de la crisis, ha disminuido la importancia aparente de esa causa. En el Publiscopio de abril de 2009, el 31% creía que el sistema económico en sí mismo había influido mucho en la crisis; ahora ha bajado al 25%.

La estrategia argumental de la ideología neoliberal dominante es desplazar la atención de los aspectos sistémicos y del funcionamiento económico general a las actuaciones particulares de algunos empresarios y, sobre todo, a los factores políticos. Se trata de transmitir la idea de que este desastre es el resultado de los errores o las tropelías de unos pocos sujetos codiciosos y de la mala política de los gobiernos. Y que, en consecuencia, lo que corresponde es castigar o apartar a los corruptos y disciplinar a los gobiernos.

Y está claro que lo logran. La corrupción de las grandes empresas y la mala política económica de los gobiernos parecen hoy las dos causas que más han influido en la crisis, subiendo desde septiembre de 2008, la primera, del 38% al 49%, y la segunda, del 40% al 44%. Desde abril de 2009 a hoy, en cambio, han perdido peso en la explicación de la crisis, entre otros factores, la especulación bursátil y el descontrol de los movimientos internacionales de capital. Imágenes todas ellas muy adecuadas a los intereses del capital financiero internacional, que domina el sistema e impone su ideología.

En este segundo año de crisis, estamos viviendo la paradoja de la agudización de sus efectos y el sometimiento político de los gobiernos a las fuerzas que la han causado. Al final, se silencia el discurso reformista y se impone la ideología neoliberal.

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