Este artículo se publicó hace 17 años.
Alberto García-Alix irrumpe en China tras escandalizar en Europa
Motero, artista, editor, fotógrafo de "la movida" madrileña, Alberto García-Alix (León, 1956), irrumpe en una China que vive su peculiar "movida" después de escandalizar con sus fotos de mujeres desnudas y descarnadas en una Europa cada vez más conservadora.
"Yo soy un golfo. Yo ya no puedo decir que soy underground cuando voy por medio mundo y todo el mundo me conoce, ¿no?", explica a Efe un García-Alix renacido en medio de un séquito de periodistas y artistas chinos que quieren hablar con él.
Desde hoy y hasta el 30 de octubre parte de su obra se puede ver en la exposición colectiva española "Itinerarios Afines" en Pekín.
Fue el responsable de las carátulas de vinilos bandera como los de Gabinete Caligari, Radio Futura o Alaska y Dinarama, de la revista "El Canto de la Tripulación"; hizo cortos, calendarios, moda... en un caos de sexo, drogas y rock and roll plasmado en los surcos de su cara y en una epidermis tatuada hasta donde permiten las cutículas.
"La realidad es una interpretación", reflexiona. "Yo nunca quise ser fotógrafo. Empecé jugando a ser artista y cuando me di cuenta... es durísimo. Es una presión constante, mirar, comprender".
García-Alix ha vivido diez vidas más que cualquiera de nosotros, explican quienes lo trajeron a Pekín. Y vivió en barrena.
"Tuve una fractura muy grande en mi vida, por una mujer. Entonces me encontré con que por todos los excesos cometidos en la vida, tenía una hepatitis C. Abandoné Madrid. Ahora estoy curadísimo, estoy de puta madre".
Se fue a París -"porque sabía que si me quedaba en Madrid, estaba en La Barranquilla todos los días pillando. Me iba la vida en juego"-, y quemó todos los barcos de vuelta.
"Me puse un tratamiento de Interferon, porque tenía el hígado en fase 4, conseguí curarme, fue muy duro. Conocí a una mujer que me daba mil vueltas y además me fue bien con la fotografía".
Le fue tan bien que este verano, en Les Rencontres de Arles, tuvo la mejor exposición de su vida en la iglesia de Sainte-Anne, con titulares en "Le Monde" de "Un español dinamita Arles".
Y la dinamitó: "Lo de Arles es una tontería, fue un éxito brutal en todo. Fue la exposición más coherente. Pero tras un mes y medio abierta, resulta que una asociación católica fue allí, vieron la exposición y no se les ocurrió otra tontería que ir a protestar".
"Dime si hago fotos pornográficas, me echo a reír para toda mi vida. Fue porque había fotos de mujeres desnudas. Y yo tenía tres autorretratos en el atrio del altar (de la capilla) en los que estaba en pelotas".
Parecía que nada podía transgredir en la vieja Europa, pero la protesta católica saltó a la prensa local, luego a la nacional, de ahí la internacional y luego a la española.
"Hemos vivido un retroceso desde los 70 y 80, que se caracterizan por la provocación, la agitación, la convulsión. Y a partir de la era Reagan empezamos a ver que las ideas tenían que ser políticamente correctas. Y ya con Bush hemos ido a la estupidez mental suprema, sublime", analiza el artista.
Después del escándalo, García-Alix llega a una China aperturista, con una potente censura comunista, en un momento de revisión de sus fuentes creativas.
"El arte y el dolor se dan la mano muchas veces. Porque hay que sacarlo hacia afuera. Y sacarlo es mirarse a sí mismo. Y mirarse no siempre es placentero", explica.
Dice que puede aportar "emoción", con herramientas como "los sentimientos, la sensibilidad, el dolor, el afán de conocerme, el deseo", mientras prepara una exposición para el Reina Sofía en Madrid que le obligará a una reclusión en Formentera o Menorca, aún por decidir.
La posibilidad de exponer en China una individual supone un ejercicio de contención: "Tanto sexo puedo entender que aquí pueda molestar. Pero tengo muchos retratos de mujeres desnudas, mis amigas. Porque las mujeres desnudas yo creo que le gustan a todo el mundo... También a los chinos".
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