Este artículo se publicó hace 16 años.
Alberto de Mónaco celebra su 50 cumpleaños con todos sus súbditos
El príncipe Alberto II de Mónaco celebró hoy su 50 cumpleaños con una fiesta a la que invitó a todos los ciudadanos del Principado, un evento que calificó de "fiesta en familia que une" a los monegascos.
"La simbiosis entre los monegascos y mi familia es el fruto de un lazo indefectible que dura más de 700 años. Esa unión nos ha permitido superar numerosas pruebas a lo largo de los años y me sostiene en mi acción", asegura el soberano en una entrevista que publica hoy el diario francés "Le Figaro".
Los 8.000 súbditos del Principado estaban invitados a una comida en la plaza del Palacio, en la que se sirvieron productos típicos de la región y a la que acudieron unas 6.000 personas, según fuentes oficiales.
La comida terminó con una enorme tarta de fresas coronada con un medallón de turrón que el príncipe cortó en compañía de una veintena de compatriotas que también cumplían años.
Con motivo de la efeméride, Alberto repasó en la entrevista sus tres años en el trono del pequeño Estado mediterráneo, en los que ha querido aportar su propia visión al país que, confesó, no es muy diferente a la de su padre.
"Tengo mi propia forma de decidir. Soy una persona paciente que sabe escuchar a los otros. Creo que heredé estas cualidades de mi madre", la actriz estadounidense Grace Kelly, afirmó el soberano.
Aunque sostuvo que su acción se centra sobre todo en el medioambiente, "gran desafío del siglo XXI", Alberto aseguró que no ha descuidado el desarrollo económico del Principado, donde pretende "diversificar la economía" sin dejar de desarrollar la importancia financiera del país.
Ante las acusaciones de falta de transparencia financiera de Mónaco, Alberto señaló que en los últimos años se ha reforzado la lucha contra el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo, lo que convierte al Principado en un país "irreprochable".
En cuanto a la persecución del fraude fiscal, el príncipe aseguró que "Mónaco no pretende quedarse al margen de un movimiento general de intercambio de información" entre países, a condición de que "sea verdaderamente aplicado en todos los Estados".
El soberano rechazó la visión de Mónaco como un país de "opereta" e hizo hincapié en que su "calidad de vida apreciable" y su "prosperidad" no son "fruto del azar", sino "el resultado de una actividad económica duradera de empresas innovadoras y eficaces".
Tras recordar que Mónaco es una monarquía constitucional, Alberto dijo que el éxito del país se sustenta "en la unidad de decisión en la cumbre del Estado, siempre con consenso nacional".
Reivindicó "el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales" y afirmó que la continuidad dinástica "garantiza la estabilidad y permite una visión a largo plazo".
El príncipe lamentó que los medios de comunicación se fijen más en su vida privada que en su actividad como soberano.
Hace dos días desmintió en un comunicado que sea inminente el anuncio de su boda con la nadadora sudafricana Charlene Wittstock, 20 años más joven que él, con la que mantiene una relación desde hace varios años.
En cuanto a la cuestión de su sucesión, Alberto afirmó que "es un asunto que está constantemente presente" en su mente y que lo afrontará "cuando llegue el momento".
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