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Alegría, decepción e incógnitas en Sudáfrica tras la victoria de Zuma

EFE

La elección de Jacob Zuma como presidente del Congreso Nacional Africano (CNA), que le convierte también en probable próximo presidente de Sudáfrica, produjo hoy expresiones de alegría, pero también de decepción y preocupación.

Mientras tanto, Zuma, que tenía previsto comparecer hoy ante la prensa, optó al final por dejar al país y al mundo esperar, para dar ante los militantes de su propio partido sus primeros indicios de cómo va a emplear el poder que acaba de adquirir.

Zuma iba a dar una conferencia de prensa hoy a las 11 de la mañana, hora local (9:00 GMT), pero minutos antes de las esperadas palabras, un comunicado informó de la decisión de aplazarla hasta mañana, después de haber pronunciado el discurso de clausura de la actual conferencia nacional del partido.

"Pedimos disculpas por crear espectativas", dijo el portavoz del partido, Steyn Speed, que justificó el cambio de planes diciendo que es más "apropiado" para Zuma dirigirse a los medios solamente después de haberlo hecho a los delegados.

Zuma fue elegido anoche nuevo presidente del partido que gobierna Sudáfrica en unos comicios internos en los que el líder saliente y actual presidente del país, Thabo Mbeki, fue derribado por votación por los delegados de su formación.

Estos históricos resultados, y las consecuencias políticas, económicas y sociales que pueden suponer, desataron todo tipo de reacciones y están ocupando los debates de radios y comentaristas.

La alegría se ha extendido entre sus seguidores en la Universidad de Limpopo, en la localidad de Polokwane, donde se está celebrado la 52 conferencia nacional.

Pero la joya estalló especialmente en su pueblo natal, Nkandla, en la provincia sureña de Kwazulu Natal, donde miles de vecinos salieron a la calle para festejar el éxito de su paisano.

Pero al mismo tiempo, el miedo y la decepción se aposentaron entre sus detractores, tanto los internos como los externos al CNA.

"Hoy es un día sombrío, no solamente para el CNA, sino para todo Sudáfrica", dijo la líder del opositor Alianza Democrática (DA), Helen Zille, en un comunicado publicado hoy.

"Es una pena que el partido gobernante no pueda encontrar ningún candidato mejor que Jacob Zuma para liderarles", añadió.

Como otros opositores, Zille manifestó también su temor por las políticas que pueda llevar a cabo, especialmente en cuestiones como la igualdad de género, la pena de muerte, la homosexualidad o el racismo, temas sobre los que se conoce la opinión de Zuma aunque él evitó tocar durante la campaña.

Pero al margen de las tendencias pro o contra Zuma, los analistas coinciden en el peligro inminente a un bloqueo de gobierno, ya que Mbeki tendrá que continuar los 18 meses a la presidencia de Sudáfrica conviviendo con su rival político como jefe de filas del partido.

Habrá que ver cómo afecta al avance del país el choque frontal entre ambos líderes, un enfrentamiento que ya ha causado la peor crisis interna de la historia del partido y que amenaza ahora en traducirse en una anulación de gobernabilidad.

"Mbeki se enfrenta a un periodo de incapacidad", tituló hoy en su edición electrónica el semanal de referencia del país, el "Mail & Guardian.

La elección del carismático y polémico Jacob Zuma abrió en cualquier caso una nueva etapa para el partido y probablemente para el futuro de Sudáfrica, ya que tradicionalmente el partido presenta a su líder como candidato a la presidencia del país.

Continúa así pues la carrera de Zuma, ahora hacia el liderazgo de Sudáfrica, en una evolución que parece imparable y que culminará en 2009 con las elecciones generales.

Zuma, hijo de una trabajadora doméstica y un agente de policía, se involucró temprano en política y empezó como miembro de rango del CNA, en el que llegó a ser jefe de Inteligencia.

Por su militancia en esta formación prohibida durante los años del "apartheid", compartió con Nelson Mandela la cárcel de máxima seguridad de Robben Island, en la que pasó diez años de su vida.

Sin educación formal, su carisma y poder de conectar con el pueblo, junto a sus orígenes humildes, han calado en las aspiraciones de las masas, que, pese a 13 años de democracia, aun no han salido de la pobreza.

El respaldo comunista y sindical a Zuma ha creado temores de que éste pueda dar a la economía un giro cerrado hacia la izquierda, en un cambio temido después del crecimiento sostenido y constante que ha protagonizado Sudáfrica bajo el mando de Mbeki.

Pero aunque goza del apoyo popular, Zuma acarrea un currículum de escándalos y polémicas que pueden perjudicar su espectacular avance, y entre las amenazas más peligrosas se encuentra una nueva batalla con la justicia.

Tras haberse presentado "nuevas evidencias" de su implicación en un caso de corrupción, que ya le costó la vicepresidencia del país en 2005, Zuma podría ser llevado a los tribunales de nuevo el año próximo.

El caso está relacionado con un multimillonario contrato armamentista, por el que su ex asesor financiero, Schabir Shaik, fue condenado a 15 años de cárcel y del que Zuma escapó porque el tribunal acabó rechazando sus cargos, aunque no cerró definitivamente la puerta.

Su figura populista fue el blanco de las críticas también cuando, en 2005, durante un juicio en el que se declaró inocente de violación, declaró que, tras haber tenido una relación sexual con una joven infectada con el virus de la sida, había tomado un ducha para prevenir el riesgo de contagio.

Unas manifestaciones que desataron el enfado de las asociaciones de enfermos de sida, en el país que alberga el número de infectados más alto del mundo.

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