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La Alhambra más íntima

Las visitas privadas y nocturnas descubren facetas inéditas de los palacios nazaríes de Granada.

JUAN CARLOS FERNÁNDEZ

'¡Cuánto recreo aquí para los ojos! / Sus anhelos el noble aquí renueva. / Las Pléyades les sirven de amuleto; / la brisa la defiende con su magia'. Las palabras del poeta, primorosamente grabadas con caligrafía arábiga en la sala de las Dos Hermanas, son sólo uno de los infinitos detalles que el visitante habitual de la Alhambra, acuciado por las restricciones recomendadas por la Unesco, apenas tiene oportunidad de descubrir. El Mexuar, los patios de los Arrayanes y los Leones, las salas del Trono y de los Abencerrajes... En los Palacios Nazaríes de Granada hay mucho que ver, y poco tiempo para hacerlo.

Junto a la visita 'normal' a la Alhambra, que habitualmente sólo puede realizarse mediante la venta anticipada de las entradas, existen sin embargo otras posibilidades que permiten acercarnos a este monumento, considerado una de las grandes maravillas del mundo, de una manera distinta. Las visitas nocturnas, por ejemplo, dan la posibilidad al viajero de ver la Alhambra iluminada, y de soñar con ese pequeño paraíso en la tierra que los reyes moros de Granada construyeron para su placer oculto a los ojos del pueblo detrás de los sobrios muros de la fortaleza. El tour privado, desde una hasta treinta personas, permite demorarse tres horas por los principales espacios de la Alhambra y el Generalife, acompañados siempre por un guía oficial de Granada. E incluso existe la posibilidad, sólo para privilegiados, de alquilar la Alhambra durante unas horas, después del horario habitual de apertura al público, disfrutando en privado de los espacios más emblemáticos del monumento; sin prisas, sin aglomeraciones, con la posibilidad de sentirse por un tiempo como los verdaderos moradores de los palacios...

Los palacios nazaríes, la alcazaba, el palacio de Carlos V y el Generalife, distribuidos alrededor de una de las grandes colinas que dominan la ciudad de Granada, forman uno de los conjuntos más deslumbrantes del arte musulmán de todo el mundo. Entre jardines y espacios verdes, numerosos hoteles y restaurantes permiten además disfrutar de la experiencia de 'vivir', por un tiempo, en el recinto más noble de la ciudad de Boabdil; sin salir de este entorno, la puerta de las Granadas, el pilar de Carlos V, el palacio de la Novia, la silla del Moro, las torres Bermejas, el carmen de los Catalanes o los bosques de la Alhambra se reparten por un espacio mítico, convirtiendo la visita a la Alhambra en algo más, en mucho más que el paso, a trote de turista, por los patios y los salones de sus palacios.

Para quien sepa leerlos, o para aquel que tenga la suerte de que se los traduzcan, los versos de Ibn al-Yayyab, Ibn al-Jatib o Ibn Zamrak, escondidos entre filigranas delirantes, símbolos geométricos y decoraciones oníricas, hablan todavía del pasado esplendor de una Corte que rindió culto a la belleza entre el murmullo de los surtidores, el temblor de las estrellas reflejadas en las aguas de sus estanques y el suntuoso olor de unos jardines que provocan emociones permanentes. Dice la Alhambra: 'Jardín yo soy que la belleza adorna: / sabrá mi ser si mi hermosura miras'. Merece la pena detenerse en sus detalles más íntimos.



www.alhambra-patronato.es





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