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Annaud se ríe de la "suerte" del impostor y de la fama en "Su majestad Minor"

EFE

Es una "increíble injusticia" que los mejores nunca tengan suerte, un asunto que intriga al director Jean Jacques Annaud desde siempre y al que ahora dedica "Su majestad Minor", una comedia "neolítica y pagana" sobre un hombre-cerdo que es coronado rey y que vive aterrorizado porque se sabe un "impostor".

En una entrevista con Efe con motivo de la presentación en España de la película, que se estrenará el próximo viernes, el director de "Siete años en el Tíbet" asegura que "Su majestad Minor" habla sobre "la suerte" y admite que su tesis es "políticamente incorrecta" porque sostiene que la generosidad, la bondad y el altruismo "nunca tienen recompensa" y que puede que sea mejor "nacer entre cerdos para llegar al poder".

Protagonizada por José García ("Gal", "Jet Set"), Vincent Cassel ("Ocean's thirteen", "Promesas del este") y Sergio Peris-Mencheta ("Los Borgia"), esta coproducción hispano-francesa nace de un guión de Gèrard Brach, fallecido en septiembre 2006, cuatro días después del inicio de un rodaje que se desarrolló durante tres meses en Alicante.

Brach, el "genial ermitaño" que escribió para Annaud "En busca del fuego", "El oso", "El nombre de la rosa" y "El amante", había decidido romper su silencio, tras una larga convalecencia en el hospital, con un texto que es de todo menos "convencional" porque se sitúa en el siglo XVII a.C en una isla imaginaria, su envoltura mitológica es "barroca y grotesca" y su corazón "insolente, iconoclasta y manipulador".

"Aunque no hubiera sido mi amigo habría hecho este guión porque hay temas que son próximos a todo lo que yo he hecho hasta ahora: la relación con los animales, la dominación de la sexualidad, las civilizaciones primitivas, la política y lo social, así como la injusticia de la celebridad", resuelve Annaud sobre el problema de hacer una película en la que, reconoce, ha vuelto a arriesgar "mucho" porque es "todo lo contrario a lo establecido".

"Se que la película provoca reacciones muy dispares pero he hecho lo que quería. El miedo al riesgo lleva a la banalidad", afirma el francés, que sólo quiere desvelar de su próximo proyecto que ya ha pedido permisos para viajar a Pakistán y a India.

A Annaud (Draveil, 1943) le "conmociona" el "asunto" de la fama. "Me perturba ver cómo algunos se convierten en los mejores de repente. Adulados por todos antes de ser, en muchas ocasiones, destruidos. He hablado de este tema con Brad Pitt y a él también le preocupa mucho el misterio de cómo deviene uno en merecedor de estar en el olimpo sin haber hecho nada que lo justifique".

Se sentía, pues, subyugado por la idea de contar la historia de alguien que se convierte en celebridad porque "los otros" se empeñan en que sea así.

"Es un asunto que me divierte mucho pero que también me preocupa porque me ha pasado a mi. Soy un chico de barrio y, por casualidad, pude ir a la escuela de cine, empecé con un trabajo en publicidad, hice una película y me dieron un Óscar ("Black and White", 1978)".

"Súbitamente vi como la mirada sobre mi había cambiado, yo era el mismo pero nadie, ni mi madre, me veía como antes y eso desequilibra mucho", reconoce Annaud, que durante un tiempo se sintió "mal" por tratar de ser "ese" que la gente, que siempre tiene necesidad de "mitos", de creer en algo "sobrenatural", veía en él.

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