Este artículo se publicó hace 15 años.
El arte que llegó desde más allá de los Pirineos
El prerrománico asturiano es uno de los estilos artísticos más originales de toda España. Las soluciones carolingias influyeron en una serie de edificios que en el Principado se vieron renovados por geniales aportaciones propia
Es fascinante que en Asturias, a pocos kilómetros de Oviedo, se levanten edificios medievales influidos, ya en época tan temprana, por arquitectos carolingios llegados desde más allá de los Pirineos. También lo es que, en una tierra lluviosa y norteña como el Principado, las construcciones de Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo y San Julián de los Prados desprendan una luz cuasi mediterránea. Y no menos atractiva resulta la constatación de que desde el siglo VIII, en un reino asturiano totalmente arrinconado entre montañas, mar y dominio del Islam, se desarrollase un arte que sigue asombrando a quienes hemos llegado tanto tiempo después. Que recoge elementos de otros estilos pero los adapta de manera original para crear soluciones geniales que, aun con préstamos de por medio, lo dotan de una innegable personalidad.
El prerrománico asturiano es el estilo que aglutina todas esas paradojas: mezcla de elementos romanos, carolingios y bizantinos; fuente de inspiración para el posterior desarrollo del arte románico en Europa. Introductor, en fin, de una serie de elementos decorativos y arquitectónicos que hicieron de él un auténtico hito de innovación y belleza, a caballo entre la monumentalidad romana, la sobriedad visigoda y la sensualidad bizantina. Y todo ello, a unos pocos kilómetros de Oviedo. No hay excusa, por tanto, para conocer los tres edificios más emblemáticos del prerrománico asturiano si nos acercamos a la capital del Principado: San Julián de los Prados se encuentra a las afueras de ella; San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, en el monte del mismo nombre, a sólo unos cuatro kilómetros.
de Oviedo.
El itinerario puede partir, por qué no, de San Julián de los Prados. Construido en el siglo IX, como Santa María del Naranco, si algo destaca en este edificio es su crucero y su impresionante decoración, que constituye la muestra de pintura altomedieval mejor conservada de toda España. Pinturas que durante siglos, además, permanecieron ocultas a los ojos de los visitantes, hasta ser redescubiertas en una restauración realizada entre 1912 y 1915. Lejos de la seriedad decorativa de la mayor parte de templos cristianos de época medieval, cuadrados, florones y columnas son aquí los protagonistas. Visitar San Julián de los Prados tiene además el atractivo de ver a un auténtico resistente, pues se trata del único resto de una antigua villa palatina de descanso que en su tiempo se construyó extramuros de la ciudad de Oviedo.
Y de San Julián de los Prados al monte del Naranco, sin duda uno de los espacios naturales que más historia suma sobre él: Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo dotan de monumentalidad a un espacio natural en el que el verde es el gran protagonista. El primero es el único edificio de carácter civil y estilo prerrománico que se conserva. Construido en el año 848 por Ramiro I, en el período más brillante de esta corriente artística, formó parte de un conjunto de edificios regios concebidos como lugar de descanso de la realeza astur. De hecho, su actual función como iglesia no llegó hasta el siglo XII, y de su pasado de refinamiento nos hablan sus esbeltas proporciones y su rica decoración, con elementos hasta entonces no empleados en las construcciones prerrománicas. Animales, cuadrúpedos, aves, racimos, animales fantásticos.... nos remiten a la tradición visigoda y bizantina heredada.
La visita al prerrománico asturiano no puede terminar sin recorrer el vestíbulo y contemplar las magníficas celosías de San Miguel de Lillo, que alberga, aunque muy deterioradas, pinturas murales en las que aparecen las primeras composiciones con figuras humanas en el arte de la España cristiana. Aquí acaba el recorrido por un arte fascinante que nació más allá de los Pirineos y que en Asturias se vio renovado por una serie de aportaciones que a la postre le acabaron otorgando su carácter único.
El servicio de información turística de Asturias, Infoasturias, ofrece información tanto sobre las tres construcciones de este reportaje como sobre otros ejemplos de prerrománico asturiano con los que poder ampliar nuestra aproximación a dicho estilo artístico en el Principado.
Dónde comer
Oviedo queda a un paso y ofrece interesantes propuestas gastronómicas. Casa Fermín conjuga cocina moderna y tradicional en platos como la ensalada de bacalao marinado, los caramelos de morcilla con salsa de cerezas o la fabada. De espaldas a la catedral encontramos La Corrada del Obispo, en un singular edificio del siglo XVIII que merece por sí mismo una visita. En la carta, gastronomía tradicional con leves toques de actualidad. Otra opción que mezcla sabores asturianos y cosmopolitas es Del Arco.
Dónde dormir
Tres recomendaciones en la capital asturiana: Vetusta, un hotelito con encanto ubicado en una antigua casona con miradores de madera situada en el centro de la ciudad y con detalles de diseño en sus interiores; Regente, moderno y también en el centro de Oviedo, y el Gran Hotel España, con habitaciones de gusto clásico.
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