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El artista alemán Gerhard Richter expone sus "4900 Colores" en la galería Serpentine de Londres

EFE

El veterano artista alemán Gerhard Richter (Dresde, 1932) ha llenado de colores cuadriculados, en una iteración puramente aleatoria, la luminosa galería Serpentine de Londres.

Richter es un artista que ha estado siempre a caballo entre la figuración de base fotográfica y la abstracción, pero esta exposición, que podrá visitarse hasta el 16 de noviembre, es pura y fría abstracción.

La instalación, que ocupa distintas salas, se compone de cuarenta y nueve paneles pintados de 97 por 97 centímetros, todos ellos montados sobre aluminio, y cada de los cuales está a su vez integrado por cien cuadrados de distintos colores.

"4900 Colores" tiene un fuerte paralelismo con el diseño que hizo Richter para uno de los vitrales de la catedral de la ciudad alemana de Colonia, que sustituyó otro que había sido destruido en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

Aquella obra se componía de 11.500 cuadrados de cristal de 72 colores derivados de la paleta cromática típica de los vitrales medievales.

Pero Richter generó la aparentemente arbitraria distribución de los colores recurriendo a un programa informático, procedimiento que ha aplicado también en la instalación de la Serpentine.

Además del ordenador y tal vez pensando en el poeta francés Mallarmé ("una tirada de dados nunca abolirá el azar...", el artista utilizó también un dado para determinar la situación de cada panel y su orientación ya que, al ser perfectamente simétricos, pueden colocarse de una forma u otra.

"Un ordenador permite ir más rápido que si se eligen los colores manualmente. Es simple apoyo. El ordenador no ofrece nada más que números", ha explicado el artista.

Richter lleva más de cuarenta años investigando los campos cromáticos, utilizando lacas y reproduciendo las muestras de colores industriales.

Primero, como en "Doce Colores", de 1966, los colores estaban separados estrictamente por una especie de parrilla blanca, que el artista fue eliminando a partir del 1973 para yuxtaponer inmediatamente los campos cromáticos.

Al mismo tiempo, si en 1973, utilizó los tres colores primarios - rojo, amarillo y azul, a partir de 1973, fue enriqueciendo la paleta con tonos intermedios, producto de su mezcla, para obtener distintas escalas cromáticas.

Lo que ha interesado siempre al artista alemán es la precisión en la reproducción de los colores, unida a la mínima necesidad de composición, lo que aleja totalmente su arte de cualidades como lo expresivo, lo emotivo o lo sublime.

Richter está en ese sentido a años luz de un artista como el estadounidense Mark Rothko, a quien la galería Tate Modern dedica precisamente una gran retrospectiva a partir de esta semana.

Los 49 agrupamientos de colores de esmalte ofrecen distintas formas de leer los campos cromáticos como alfabetos simultáneos, pero su interacción no crea impresión alguna de volumen o movimiento como en el arte cinético.

El propio Richter se ha referido así a "4900 Colores": "Son obras que no cuentan nada. Incluso las pinturas abstractas son como fotos de una realidad inexistente, de una jungla ignorada".

"Aquí no hay ilusión. No dicen nada ni evocan asociación alguna. Están simplemente ahí. Son puros objetos visuales", explica el artista, cuya estética ha comparado el conocido crítico Benjamin H.D. Buchloh con la del compositor de vanguardia John Cage por la eliminación radical que hace del sujeto.

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