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Un artista cubano transforma un pueblo en una obra de arte

Reuters

Desde su estudio en el segundo piso, el artista cubano José Fuster mira lo que ha forjado en el pueblo costero de Jaimanitas y con una gran sonrisa dice: "Estoy completamente loco".

Debajo, grandes y coloridos mosaicos y caprichosas esculturas cubren su casa y llenan su jardín, en una explosión de arte que ha transformado su humilde barrio en una isla de luz en medio de los deteriorados suburbios de La Habana.

Su casa y estudio son el epicentro del trabajo en desarrollo con el que Fuster, de 62 años, ha adornado las viviendas de dos calles con pinturas que recuerdan a Picasso y divertidas figuras de cerámica de las palmeras, gallos y cocodrilos recurrentes en su obra.

Frente a su casa, Fuster ha creado una especie de parque comunal que es un gran tablero de ajedrez. Detrás construyó una enorme escultura de 7,6 metros de altura en homenaje a cinco agentes cubanos acusados y encarcelados por espionaje en Estados Unidos, a los que Cuba llama los "Cinco Héroes".

Es un país de las fantasías con esencia cubana en sus colores brillantes, íconos cómicos y matices políticos.

Barbudo y con gafas, amante de la diversión y bebedor, Fuster ha sido llamado el "Picasso del Caribe" por su peculiar estilo, y es uno de los artistas cubanos más conocidos en el extranjero.

Su obra ha sido expuesta en Europa y en Estados Unidos, cuyo embargo comercial de 47 años sobre Cuba hace una excepción con el arte.

Fuster tiene una página web, donde sus pinturas, acuarelas y cerámicas están a la venta a precios que superan los 10.000 dólares (7.445 euros).

El proyecto de Jaimanitas, que ha cumplido 14 años y según Fuster está aún lejos de terminar, es una atracción para los cubanos y los visitantes extranjeros interesados en el arte.

Estos últimos tienen que hacer un esfuerzo para encontrarlo, ya que Jaimanitas, una desvencijada comunidad costera que se extiende a lo largo de un río del mismo nombre en la periferia oeste de La Habana, está muy apartada del circuito turístico.

RON Y POLITICA

Fuster no disimula su fidelidad por el sistema comunista de la isla, ni tampoco el hecho de que se beneficia por el apetito del capitalismo mundial hacia el arte.

Para los estándares de Cuba, donde las personas reciben varios servicios sociales gratuitos pero ganan como promedio 20 dólares mensuales, Fuster gana bien y es libre de viajar al extranjero, a diferencia de la mayoría.

Pero el artista ve sus ventas como fuente de moneda fuerte para su país necesitado de efectivo. Paga contento los impuestos del 50 por ciento de los ingresos por la venta de su obra y dice que invierte buena parte del resto en Jaimanitas, tanto en su trabajo como en ayudar a sus vecinos menos afortunados.

"Tengo la conciencia que debo devolver parte de mi dinero", dijo Fuster. ¿Cuánto ha invertido en Jaimanitas? "No lo sé. Todo", responde encogiéndose de hombros.

Pase el tiempo con Fuster y seguramente ocurrirán dos cosas: beberá ron y discutirá de política.

Una entrevista a primera hora de la tarde comienza con un vaso de ron y termina con otro, mientras él se sienta a pintar unas baldosas que luego vende por 20 dólares a los clientes con menos poder adquisitivo.

Pero el ron es sólo diversión. La inspiración llega en cambio de un lugar inexplicable e inesperado. Si es que llega.

"Yo digo lo que dijo Hemingway. Yo trabajo todos los días, si la inspiración existe, que me sorprenda trabajando", dijo.

"CUBANISMO"

En cuanto a la política, Fuster es producto de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder en 1959.

Entonces él era un niño de 12 años de una familia humilde en la localidad costera de Santa Fe, cerca de Jaimanitas. Dos años más tarde subió a la Sierra Maestra, bastión de la guerrilla de Castro en las montañas del este de Cuba, para alfabetizar a los campesinos.

Fuster cree que él debe todo a ese período, que lo llevó a formarse entre 1963 y 1965 en la estatal Escuela Nacional para Instructores de Arte en La Habana.

"Encontré arte en la Sierra Maestra", dijo.

"La Sierra Maestra fue la que me dio a mi la inspiración para hacer arte. Allí encontré un mundo que nunca he abandonado, las palmeras, los guajiros, el gallo, el caballo", añadió.

Estos íconos se encuentran presentes en toda su obra, porque son símbolos de lo esencialmente cubano que él también encuentra en el sistema político de la isla, al que no llama comunismo ni socialismo sino "cubanismo".

Cuba, dice Fuster, no es perfecta, pero ha conseguido niveles envidiables de igualdad social.

"Yo soy ciudadano cubano que vive en Cuba y que está de acuerdo con el sistema social que hay en Cuba", dijo. "Yo pienso que en este país hay justicia", afirmó.

Fuster dice que su trabajo incluye ocasionalmente "críticas constructivas" al sistema, pero nunca ha sido censurado, pese a la reputación de autoritario que tiene el Gobierno cubano.

Aunque no nació en Jaimanitas, fue allí donde aplicó sus creencias políticas. Cuando llegó, vio una comunidad en malas condiciones y tan pronto como comenzó a ganar dinero inició su proyecto de arte en 1995.

No siempre fue fácil. Algunos vecinos se opusieron a su obra y burócratas locales pusieron obstáculos, pero ahora hay un consenso general de que el arte de Fuster es bueno para la comunidad.

"El ha ayudado a tantos y el arte es tan lindo. Ya tenemos mucho orgullo en Jaimanitas", dijo la ama de casa Youvaleta Teri, mirando a sus hijos jugar en el tablero gigante de ajedrez.

Fuster dijo que ha rechazado proyectos lucrativos en grandes ciudades como París para centrarse en Jaimanitas, porque el amor y el respeto de sus vecinos es más importante que el dinero.

"Este es un lugar bonito, un pueblecito pesquero, no hay contaminación, está bueno. Desde aquí podemos brillar", dijo.

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