Este artículo se publicó hace 15 años.
El artista Jannis Kounellis instala un laberinto de cuerdas en el Matadero de Madrid
El artista Jannis Kounellis, nombre clave en el "arte povera" que floreció en los 60, ha instalado en las Naves del Matadero un angustioso laberinto hecho con cuerdas marineras, una pieza de metal y un brillante juego de luz, dentro del ciclo "Abierto x Obras", que organiza este espacio.
Kounellis, nacido en 1936 en Grecia pero italiano a raíz de haberse ido a estudiar a la Academia de Bellas Artes de Roma, realizó su primera exposición de "arte povera" en 1962, y desde entonces ha seguido su propia trayectoria utilizando materiales de lo más diverso en sus obras, desde los cotidianos hasta los de desecho.
El artista explica ante un reducido grupo de periodistas cómo fue su encuentro con este particular espacio de las Naves del Matadero y cómo este espacio le llevó a crear esta instalación.
"La primera vez vi este espacio en fotografías y me resultó tremendamente interesante. Estaba lleno de columnas y, por tanto, tenía que dar el poder a esas columnas, resaltarlo. Además, pensé en darle tensión con algo que tensara y tirara de la columna, de ahí las gruesas cuerdas que las atan unas a otras", cuenta Kounellis.
Después de la explicación, el artista recuerda otra instalación en Chicago en un espacio también dominado por columnas y que solucionó instalando al pie de cada una de ellas un trenecillo girando a su alrededor.
"Es evidente que en una estructura como la de las Naves del Matadero, con esa gamas de grises oscuros, había que hacer algo totalmente distinto, y pensé en un laberinto con distintos entramados, todo horizontal menos una pieza vertical", apunta el artista.
De hecho, el resultado sorprende por una iluminación de muy baja intensidad que sumerge al visitante en un clima de angustia y temor, mientras una luz única ilumina la pieza central: una gran barra de metal suspendida del techo sobre la que se apoya un gancho de carnicero del que cuelga un enorme y brillante cuchillo.
Kounellis, cuya única pretensión a la hora de hacer una obra de arte es la de "crear una visión", más allá de los materiales utilizados, prefiere trabajar en interiores por entender que "un edificio nace desde la tierra, es un escalón más allá de la naturaleza y permite siempre construir un escenario con dramaturgia".
Recuerda con cariño los tiempos del "arte povera" por ser, dice, "un movimiento que nace sin ningún manifiesto. Es un grupo de artistas atraído por cuestiones muy diversas, pero algunas comunes, como el interés por salirse del cuadro".
Pero marca las diferencias con otros movimientos como el de los minimalistas, que eran "más radicales y dogmáticos -dice-, mientras que nosotros nos tomábamos la experiencia como una emoción, como una aventura de viaje", concluye.
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