Este artículo se publicó hace 15 años.
Un Atlético muy bajo
El Racing ridiculiza al equipo de Abel a balón parado, le hace una manita y le da una lección de actitud
El Racing machacó y ridiculizó a un Atlético muy bajo. Bajísimo. Y no fue una cuestión de centímetros, aunque Zigic y Garay, dos tallos, se impusieran en las dos faltas que originaron los dos primeros goles. Fue una cuestión de actitud, de conceptos que el Atlético ignoró. En vez de intentar alejar de las zonas de remate a Zigic y a Garay, los defendió propiciando que se acercaran y les ganaran la espalda. Primero a Ujfalusi y luego a Pablo. Eso en los goles, porque al Atlético también le faltó altura en el carácter y la actitud.
Entró al campo el equipo de Abel sin aparentar responsabilidad alguna. Jugó un partido de agosto en pleno mes de abril. No dio sensación alguna de estar peleando por la Liga de Campeones, ni de que tenga necesidad de ella. A Abel le falló la motivación y la táctica por igual. Y no es el Racing un equipo con una pizarra sofisticada. Le sobró con un juego directo y el empeño para ridiculizar a un adversario que no hizo acto de presencia en todo el primer tiempo. Hasta el minuto 22, no registró una jugada de ataque y fue un globo de Simao al área de Toño.
El tercer gol del Racing también retrató esa indolencia y falta de tensión atlética. Tchité primero se anticipó a Antonio López para intentar domar un balón centrado desde la izquierda. No controló bien el balón y tuvo que pelearlo con Ujfalusi, que se dejó comer el espacio y la pelota. Le faltó contundencia y sangre al checo para imponerse en una jugada en la que los centrales acostumbran a marcar su territorio.
Con tres goles se fue el Atlético al descanso. Aunque eso no fue lo peor. Lo grave es la imagen que dejó. Porque si actitud tuvo poca, fútbol menos. Abel señaló a Raúl García con razón al dejarle en la ducha, pero podría haber dejado a cualquiera. En el caso del centrocampista navarro hubo falta de jerarquía. Cuando un equipo no logra sacar el balón, es su tarea bajar a recibir e intentar buscar soluciones en corto en largo. A Assunçao eso no se le puede pedir y de Raúl García empieza a dudarse. Puede que estemos ante un buen centrocampsita llegador, pero no ante un jugador capaz de llevar la manija del Atlético. Oportunidades ha tenido y ha enseñado muy poco.
También dimitieron Simao, Sinama (titular en vez de Maxi), Forlán y Agüero. Otras veces los cuatro de arriba, al menos, sostienen al equipo. Ayer, ni amagaron, salvo en el penalti. Tampoco Banega, sustituto de Raúl García, aportó gran cosa. Bueno, al Racing, sí. Le regaló el balón a Munitis para que éste superara a Leo con una preciosa vaselina.
El bochorno, rematado con el quinto de Zigic, deja al Atlético a seis puntos de la Liga de Campeones, un drama para la situación económica que vive el club en el que nunca pasa nada en los despachos pese a descalabros como el de ayer.
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