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La atrevida receta de la eterna juventud

Arsenal. El rival del Villarreal

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Desde que llegó al Arsenal en 1996, esta es la tercera reconstrucción que Wenger emprende con materia prima juvenil. La primera fue para acabar con la propuesta futbolística primaria de un club muy anclado en el juego de largo y los balones a la olla. El vigoroso central Tony Adams, el díscolo centrocampista Paul Merson, el rematador Alan Smith y el veloz e imprevisible Ian Wright conformaban la columna vertebral de aquel equipo tan sentimental y racial como rudimentario.

La segunda renovación que obró Wenger dio el relevo a la generación que reconquistó la Premier en 1999 con Seaman, Petit, Parlour, Kanu, Anelka, Petit, Bergkamp, Overmars... La última regeneración de Wenger se inició en 2006 y se ha ido llevando por delante a Lehmann, Senderos, Pires, Henry, Campbell, Flamini, Vieira y Ljungberg, el núcleo duro del equipo al que se midió el Villarreal y le disputó la final al Barça.

'Cuando eres joven, ganar no es lo más importante. Lo que de verdad importa es conseguir que los futbolistas crezcan con buen nivel técnico y creativo y, sobre todo, con mucha confianza en sus posibilidades', repite Wenger una y otra vez. Así que este Arsenal tiene una media de edad que ronda los 26 años. El brazalete lo porta Cesc con sólo 22. Él es la bandera filosófica de Wenger: un futbolista captado con granos en la cara, hecho jugador-hombre en un lustro de aprendizaje en la élite y emblema del fútbol de toque meteórico que propone el entrenador francés.

Esta semana ha visto manchado su nombre por un presunto escupitajo al segundo entrenador del Hull, pero él lo ha negado y Wenger le ha defendido. Le quiere pleno de moral tras la lesión de rodilla que aún le mantiene de baja. La otra lesión que le preocupa es la de Walcott, que ayer se lastimó un hombro y es baja, como mínimo para 15 días. Walcott, de 20 años, es la gran esperanza inglesa de colocar a un jugador en las alturas que ahora se mueven Messi y Cristiano Ronaldo. Wenger prefiere tallar él mismo la madera a comprarla ya trabajada. Su última adquisición es Arshavin, que sin estar en formación aún es moldeable para su ideario. El genial ruso no puede jugar la Liga de Campeones, por haberla disputado con el Zenit.

El paisaje de cualquiera de las alineaciones de Wenger dibuja tanto talento como rostros aniñados. El francés Nasri es el más significativo. Aún tiene cuerpo de recogepelotas quinceañero, pero ya le ha arrancado la vergüenza futbolística a unos cuantos viejos zorros de la Premier. Esas incursiones en los viveros de todo el fútbol europeo le han generado a Wenger críticas de la UEFA y de los clubes expoliados. El caso es que los jugadores y sus familias hablan maravillas del Arsenal y de él.

Wenger ofrece a sus aprendices un máster acelerado en plena competición. Y cada partido ganado lo vive y lo disfruta como un título. Se enorgullece de mirarle a la cara al Manchester, al Chelsea, al Liverpool y a los grandes de Europa con talentos que libera 'porque no se le puede exigir al aficionado 60 euros y luego pedirle perdón por no salir a jugar al fútbol'.

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