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El atrio del Guggenheim convertido en el centro del universo de Mike Olfield

EFE

Sólo un par de cientos de privilegiados pudieron presenciar cómo el atrio del Guggenheim de Bilbao se convertía en el centro del universo sinfónico y muy particular del músico británico Mike Oldfield, que hacía visible lo que él mismo definía horas antes como "un maravilloso experimento acústico".

Mike Oldfield presentaba así al mundo desde el epicentro cultural de la capital bilbaína su nuevo álbum "Music of the spheres" y lo hacía acompañado por la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que celebró el año pasado su veinticinco aniversario; el coro femenino de la Sociedad Coral de Bilbao, fundada en 1886, y la jovencísima soprano neozelandesa Hayley Westenra.

Para la presentación de este su primer disco sinfónico grabado para la compañía Universal se echó en falta la ausencia del afamado y joven pianista chino Lang Lang, que colaboró en esta grabación realizada en los estudios Abbey Road de Londres, y, por supuesto, también faltó alguna que otra referencia a sus ya inevitables "Tubular Bells", que este año cumplen 38 años.

Pero es que el músico británico, un gran enamorado de España -reside en Mallorca-, no venía a tocar campanas, sino a ofrecer su lado más sinfónico y mostrar su acercamiento al concepto filosófico/matemático originario de Pitágoras, según el cual la música está relacionada con los movimientos del sol, la luna y los planetas, lo que él defiende.

Esta nueva faceta de Olfield, que con su guitarra clásica daba a su última creación ese toque acústico que perseguía desde hacía tiempo, quedaba patente gracias a los arreglos y la coproducción del músico galés Karl Jenkins.

Nada que ver este concierto con algunos de los anteriores que han pasado por el Guggenheim de Bilbao, como el de Smashing Pumpkins en mayo de 1998 o el de los Red Hot Chili Peppers de hace exactamente dos años o el de Bjork el año pasado.

Hoy el museo diseñado por el arquitecto estadounidense Frank Gehry, que el año pasado celebraba su décimo aniversario, respiraba otro aire; íntimo, cercano y muy sinfónico.

Multinstrumentista donde los haya -toca piano de cola, bajo, guitarra clásica y eléctrica, mandolina, percusión,....- quizá Oldfield estaba harto ya de explotar su sesión continua de "Tubular bells", un gran éxito gracias a la banda sonora de "El exorcista" y del que ha publicado varios volúmenes, y necesitaba crear algo diferente.

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