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Aventuras y desventuras de Ryanair

La aerolínea irlandesa de bajo coste investigada por Fomento por volar con poco combustible tiene un largo historial de denuncias, pesquisas e incidentes

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La investigación que ha abierto Fomento a Ryanair por los tres aterrizajes de emergencia que tuvo que hacer el pasado 26 julio en el aeropuerto de Valencia por falta de combustible, no es más que la enésima mancha en el historial de la aerolínea de bajo coste más extravagante. Sus políticas de equipaje, tasas y de atención al cliente, sus controvertidas campañas de publicidad, los incidentes y la obsesión por rebajar los costes de su servicio, hacen de Ryanair un caso extraño en el mundo de la aviación. Lo llamativo es que casi todo el mundo se queja, pero al final, sigue teniendo más cuota de mercado que las grandes aerolíneas.

En el apartado de investigaciones, la mayor parte de las pesquisas contra la compañía del irlandés Michael O'Leary parten de la Comisión Europea (CE), que en los útimos tiempos se ha interesado especialmente por el supuesto trato de favor por parte de los Estados de la Unión Europea para que operen desde sus aeropuertos.

Ya en 2002, la CE anunció la apertura de una investigación formal sobre las condiciones en las que Ryanair obtuvo el permiso para operar en el aeropuerto belga de Charleroi y si recibió dinero del Estado para hacerlo, ya que eso 'puede distorsionar la competencia en favor de esta empresa en concreto'. La de Charleroi no fue más que la primera de otras 16 investigaciones de la CE en otros tantos aeropuertos sobre la posibilidad de que la aerolínea estuviera recibiendo ayudas estatales. 

Esas ayudas no se hacían en dinero físico, sino rebajando las tasas aeroportuarias a Ryanair. El año pasado, por este motivo, el Tribunal Supremo alemán dio el visto bueno a las compañías Lufthansa y Air Berlin para denunciar a los aeropuertos de Lübeck y Frankfurt Hahn.

El Parlamento Europeo (PE) también cargó contra Ryanair por obligar a los pasajeros a llevar sólo una maleta de mano para subir al avión y por su obsesión por medir las dimensiones de la maleta bajo amenaza de tener que pagar 50 euros si no las cumple. Esto, según el comité de Transportes, perjudica notablemente a los negocios de los aeropuertos en los que opera ya que la gente se ve coartada la hora de hacer compras.

Ryanair también se las vio con la CE en 2008 por querer anular todos los billetes comprados a través de terceros y, recientemente, la misma Comisión paralizó su tercera oferta de compra por Aer Lingus al considerar que podía poner en peligro la libre competencia.

A nivel estatal, la mayor parte de las denuncias o disputas con Ryanair gira en torno a su opaca política de tasas y la atención al viajero. Irlanda amenazó a la empresa con obligarle a quitar el cargo de 3 euros por volar al país si no cumplía con las cuotas de pasajeros que había prometido. Mientras, en Reino Unido, el cambio de 1 libra por 1 euro que aplica le sale bastante caro a los británicos. Según algunos cálculos, estos pagan un 25% más de tasas cuando vuelan con Ryanair que cualquier otro ciudadano europeo.

En lo que se refiere al trato al pasajero, Italia, por ejemplo, multó con tres millones de euros en 2010 a la compañía por no ayudar a los viajeros que se quedaron en tierra por las cenizas procedentes del volcán islandés Eyjafjalla, tema que también le costó denuncias de particulares en muchos puntos de Europa.

También sus campañas de publicidad le han costado más de un aviso serio a O'Leary, normalmente por el contenido sexista de los anuncios o por introducir a personajes como Nicolas Sarkozy, Carla Bruni, la reina Sofía o Silvio Berlusconi. Al expresidente francés tuvieron que pagarle una indemnización de 60.000 euros por emplear su imagen.

Pero los casos más sonados -y también los más estrambóticos- vienen por parte de los pasajeros. En España sirve como ejemplo la indemnización de 459 euros que tuvo que pagar la aerolínea a un pasajero por prohibirle volar sin el DNI de Barcelona a Valladolid, o las denuncias de Facua porque Ryanair estaba dejando en tierra a pasajeras embarazadas.

No obstante, la decisión judicial que más daño hizo a Ryanair fue la sentencia de un juzgado de Barcelona que le dijo a O'Leary que cobrar 40 euros al pasajero que se le olvide imprimir la tarjeta de embarque antes es ilegal. Esto sienta un precedente importante y abre las puertas a cualquier pasajero a denunciar en el caso de que le obliguen a abonar esa cantidad si no lleva el billete.

O'Leary en una rueda de prensa en El Prat. EFE

Sobre los aterrizajes de emergencia, la empresa se defendió diciendo que los vuelos fueron desviados de Barajas a Valencia por la tormenta que había en Madrid y que después de pasar casi una hora dando vueltas no tuvieron más remedio que pedir permiso para aterrizar porque sólo les quedaba combustible para media hora. Si llevan menos combustible de lo considerado como seguro, lo tendrá que decidir Fomento, pero ya en agosto de 2008 un grupo de pilotos de la aerolínea advirtió del peligro.

Pero además de aterrizajes de emergencia también ha habido aterrizajes forzosos. En agosto de 2008, el vuelo que cubría la ruta Bristol-Girona aterrizó en Limoges tras una despresurización de la cabina. El Boeing 737 descendió 8.000 metros en cinco minutos y 26 personas tuvieron que ser atendidas. En abril de este mismo año hubo un episodio similar en la ruta Bergamo - East Midlands. El avión descendió 20.000 pies y aterrizó en Frankfurt por una despresurización, aunque en aquella ocasión sólo tres personas tuvieron que ser atendidas. En tierra también han tenido problemas, como un choque en el aeropuerto de Sevilla entre dos aparatos de la compañía.

Aunque para problemas que han dado la vuelta al mundo está el famoso episodio de la ventanilla pegada con cinta aislante. Fue en el vuelo Stansted - Riga en octubre de 2011, cuando el piloto se vio obligado a volver a Londres a los pocos minutos del despegue ya que la cinta con la que habían tratado de fijar una ventana rota se había despegado.

Con este tipo de episodios no es de extrañar que hayan surgido blogs como La verdad de Ryanair, I hate Ryanair (Odio a Ryanair) o Low cost accidents en los que se cuentan todos y cada uno de los incidentes estrella de la compañía.

El año pasado, el programa Dispatches, de la cadena británica Channel 4, mostró la cara oculta de Ryanair infiltrando a dos periodistas como azafatas durante cinco meses

 

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