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Aviso de González al PP de Madrid: no hay 'aguirrismo' que valga

El presidente madrileño trata de reconciliarse con Génova nombrando a Ossorio consejero de Economía y manteniendo a Figar. Su objetivo, ir disolviendo la marca de la ex presidenta.

ANA PARDO DE VERA

Absolutamente ninguno de los cargos de primera y segunda fila del Gobierno de la Comunidad de Madrid podrían haber vaticinado que Regina Plañiol sería destituida de su puesto de consejera de Presidencia y Justicia. Plañiol, que sustituyó a Francisco Granados cuando Esperanza Aguirre le obligó a dimitir, era una persona de la absoluta confianza y amiga personal de ésta, pero también contaba con el visto bueno de su sucesor, Ignacio González. El nombre de la ya diputada rasa en la Asamblea de Madrid era fijo en las quinielas sobre el nuevo Gobierno regional, incluso, como nueva vicepresidenta, en lugar del propio González.

'La política es esto', aseguró Plañiol cuando le preguntaron sobre su salida del Gobierno madrileño. Y 'esto' es, sin duda, más complejo y menos personal –en su caso– de lo que parece. En el entorno del Ejecutivo de González, aseguran que la estrategia del nuevo presidente –todavía muy incipiente– se va confirmando y perfilando poco a poco: pasar del aguirrismo al gonzalismo o, lo que es lo mismo, de la era Aguirre a la era González requiere hacer cirugía política muy fina, sobre todo, porque las sensibilidades en la calle de Génova (sede del PP nacional) están a flor de piel y es el momento de lanzarles gestos sutiles pero claros.

Con todo, González cuenta en la dirección del PP con un firme apoyo que le ha facilitado su aterrizaje relativamente suave en la Presidencia de la Comunidad: el de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, convencida de que la paz política en Madrid es imprescindible en este momento de graves turbulencias en el Ejecutivo de Mariano Rajoy por culpa de la crisis económica. Diputada regional desde 2003 y consejera y número tres del Ejecutivo de Aguirre desde 2011, Plañiol es la pieza que González ha tenido que cobrarse para encajar las otras en función de su plan: la gente de su máxima confianza (Salvador Victoria, Borja Sarasola, Pablo Cavero, Javier Fernández-Lasquetty y Jesús Fermosel) y los guiños a la calle Génova, los más destacados, el nombramiento de Enrique Ossorio como consejero de Economía y Hacienda y la continuidad de Lucía Figar en Educación, Juventud y Deportes (hasta ahora, Educación y Empleo) Enrique Ossorio, ex secretario general de Coordinación Autonómica y Local en el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, es un político del círculo de Mariano Rajoy y, con su nombramiento, González busca la reconciliación con el presidente del Gobierno en su aspiración a presidir más pronto que tarde el PP de Madrid, cargo que, de momento, mantiene Aguirre.

Ossorio ha sustituido a Percival Manglano, también aguirrista convencido, pero cuya destitución parece más justificada que la de Plañiol: el ex consejero de Economía pecó de falta de discreción en las redes sociales, confusión con las fechas de entrega de presupuestos y, sobre todo, error en las previsiones sobre el déficit de las cuentas madrileñas (el desfase final fue de 1.000 millones de euros más que los anunciados por Manglano). Aguirre lo defendió y protegió siempre, pero todos en el Ejecutivo sabían que González se lo llevaría por delante.

Figar, por su parte, es la opción más aclamada por la cúpula del PP nacional para tomar las riendas del partido en Madrid y hasta encabezar su candidatura en las próximas autonómicas de 2015. La consejera de Educación, sin embargo y según sus colaboradores, no es una mujer de ambiciones explícitas y tiene grandes apoyos y mucho tiempo político por delante. Está muy agradecida a González -con quien mantiene una buena relación- por no haber sucumbido a su presunta rivalidad por el PP de Madrid y mantenerla en el cargo. También en Génova agradecen el gesto.

Tras la remodelación del Gobierno madrileño llevada a cabo por el nuevo presidente y que supone la inauguración del gonzalismo, entre sus miembros cunde la sensación de que esta estrategia se va a dejar notar más entre los cargos de segunda y tercera fila, pues al ser menos conocidos, la estrategia chirría también menos. Sin ir más lejos, está el Gabinete de la que fue la primera presidenta de la Comunidad. Allí figuran aún los dos colaboradores más estrechos y antiguos de Aguirre: su director de Gabinete, Regino García-Badell, y su directora general de Medios, Isabel Gallego. Los dos y el entonces vicepresidente fueron los únicos que supieron de la marcha de Aguirre antes de la ya famosa rueda de prensa del 17 de septiembre.

El primero, que estuvo con Aguirre desde que ésta accedió al Ministerio de Educación (1996-1999), era la cabeza pensante de la presidenta en materia ideológica e intelectual; quien le escribía los discursos, le recomendaba los nombramientos a todos los niveles, la agenda que debía cubrir y, en definitiva, quien más influencia tenía sobre ella, en la medida de la independencia e indisciplina de Aguirre en todos los sentidos. De momento, su nombre sigue incluido como director de Gabinete también de González, pero en el entorno de Aguirre no se descarta que García-Badell anuncie él mismo su marcha tras la dimisión de Aguirre y al haber comprobado que el presidente madrileño no contaba con él para una Consejería, como se llegó a aventurar desde la Asamblea. García-Badell cuenta, además, en su currículum de maniobras a favor de la ex presidenta con las acusaciones que se le hicieron en 2003 de estar detrás del tamayazo que dio a Aguirre el Gobierno de la CAM y se lo arrebató a Rafael Simancas. El perfil de Isabel Gallego, a pesar de su trayectoria tan vinculada a Aguirre, es menos contundente.

De hecho, la directora general de Medios de la Comunidad fue fichada para Aguirre por el propio González en 2003, cuando él era delegado del Gobierno para la Extranjería y la Inmigración con José María Aznar, Gallego trabajaba en el diario ABC y la recién elegida presidenta madrileña buscaba una jefa de prensa. Aunque no descartan que la periodista pueda abandonar voluntariamente su puesto tras la marcha de su jefa durante nueve años, todos apuntan a que González querrá mantenerla.

La imprevista dimisión de Esperanza Aguirre ha dejado huérfanos y sin referente -y destituidos, en el caso de Plañiol y Manglano- no sólo a sus más fieles seguidores y defensores en la Comunidad de Madrid, sino también a un buen número de cargos menores que le deben haber accedido en su día a las listas del PP por Madrid para las elecciones generales, aunque no todos ellos fueran elegidos.

Es el caso, por ejemplo, de Cayetana Álvarez de Toledo, Cristina Cifuentes (hoy delegada del Gobierno en Madrid), el senador Esteban Parro, Eva Durán, Carmen Álvarez-Arenas, Pilar Marcos (quedó fuera del Congreso, está en el PP de Madrid), Isabel Martínez-Cubells (como Marcos, no salió; es concejal del distrito de Hortaleza del Ayuntamiento de Madrid), Carlos Izquierdo (tampoco iba en puesto de salida, pasó al Ayuntamiento de Madrid y, posteriormente y hasta el momento, es viceconsejero de Inmigración y Cooperación de la Comunidad), Ángel Garrido (presidente del Pleno del Ayuntamiento, no salió) o Isabel Díaz Ayuso (tampoco fue elegida, hoy es diputada de la Asamblea de Madrid) De momento, todos mantienen sus puestos a distancia de la CAM -salvo Izquierdo-, pero para el presente y el futuro, ya no tienen la poderosa protección de Aguirre.

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