Este artículo se publicó hace 15 años.
Ayala dice que "nunca he sido vanidoso, porque soy autocrítico y bastante riguroso"
Francisco Ayala hace muchos años que no para de recibir reconocimientos y homenajes, en especial a medida que se aproximaba el centenario de su nacimiento, en 2006, pero el escritor no cree que su "ego" se haya visto afectado con tantas distinciones, entre otros motivos porque no es vanidoso.
"Nunca he tenido vanidad, porque siempre he sido autocrítico y bastante riguroso, de modo que cuando me decían que había hecho algo bien yo mismo me hacía la reserva o la objeción", afirma Ayala durante el encuentro que mantuvo con Efe en su casa de Madrid y en el que también participaron la esposa del escritor, Carolyn Richmond, y el poeta Luis García Montero.
El homenaje que varios hispanistas le rinden mañana a Ayala en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y, por otra parte, la biografía que García Montero acaba de publicar sobre el centenario escritor, editada por la Diputación de Granada, propician una conversación en la que queda patente la amistad que hay entre ambos.
Esa amistad creció a raíz de que el autor de "Habitaciones separadas" fuera nombrado comisario del centenario de Ayala y ha sido una experiencia "realmente importante" para este poeta de 50 años, uno de los más destacados de su generación.
"Más allá de la admiración que yo tenía por su obra, la verdad es que el contacto humano con Francisco me ha cambiado como persona, y me ha enriquecido esa forma moral de plantear la realidad y el ejercicio constante de lucidez y de pudor que hay en su vida", asegura García Montero.
Ayala no puede disimular su cariño por Luis, pero cuando se le pide una opinión sobre él se hace el remolón y responde con un escueto: "es un buen muchacho; un buen chico".
Tras conseguir las risas buscadas, prosigue: "Luis es un poeta auténtico, y sabe perfectamente diferenciar en su escritura lo que es poesía y lo que es rutina o cosas de la vida".
"La calidad de poeta es esencial en Luis y lo que lo define, a veces contra él mismo. El poeta siempre atina en sus palabras; las otras se pueden dejar o tomar", añade Ayala, Premio Cervantes y Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
El año del centenario hubo "muchos actos, comidas oficiales y homenajes", recuerda García Montero. "Pero en mi memoria lo que quedará siempre son los momentos de soledad, donde con Carolyn y con él, a lo mejor en la casa, nos tomábamos un whisky y meditábamos sobre la vida o sobre la condición humana".
En su biografía, titulada "Francisco Ayala. El escritor en su siglo", García Montero recorre la larga vida del autor de "El jardín de las delicias" y analiza su evolución intelectual y literaria.
En un momento dado de la conversación se menciona a la madre de Ayala, la pintora Luz García-Duarte, que le inculcó a su hijo la afición a la pintura.
Pero Ayala le decía a Efe que su madre tuvo una influencia "más bien "negativa" en él, por "su excesivo rigor, su puritanismo".
"Era severa para castigar, cruel. Yo sufrí el castigo", afirmaba el escritor segundos antes de contar un episodio de su infancia: "En la botica de mi tío Pepe había estampitas de esas de propaganda, y nos la regalaba. Una vez él estaba ocupado y yo me las llevé sin pedirle permiso. Cuando mi madre se enteró, me exigió que se las devolviera y le dijera que se las había 'robado'".
Al escritor, que se considera "bastante indulgente", se le quedó grabado ese episodio de la niñez y lo recreó en "El jardín de las delicias".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.