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La bailaora Eva Yerbabuena considera que está al principio de una nueva etapa

EFE

Tras más de una década llevando con su compañía los sones del flamenco por escenarios de todo el mundo, la bailaora Eva Yerbabuena, que actuó anoche en Rabat, se siente ahora en el inicio de una nueva etapa y considera que "se cierran diez años y volvemos a empezar".

"Yo tenía claro que era una etapa que se acababa, y que venía una nueva trayectoria", dijo a EFE la artista en la capital marroquí, en donde presentó "Lluvia", un espectáculo que calificó de "importante" para ella, por ser el que marca este "nuevo comienzo".

Con él, Yerbabuena abrió la tercera edición del Festival de las Dos Orillas, que reunirá durante la próxima semana a más de 150 artistas españoles y marroquíes en un intento de tender lazos entre las dos culturas.

Unos lazos que la bailaora siente "indiscutiblemente", ya que, según afirmó, "por ser de Granada, cuando uno llega a Marruecos es como si viviera algo que ha escuchado durante su infancia, algo que siempre te has imaginado".

Esa conexión la encuentra también en la música, porque, a su entender, las canciones de la tradición marroquí se parecen mucho al flamenco, "no solamente en los acordes, los sonidos, las voces, sino incluso en la gestualidad, las manos, la expresión de la cara".

"Lluvia", que el Festival de las Dos Orillas llevará mañana a Casablanca, supo hacer sentir esa cercanía al público rabatí, que, en un teatro abarrotado, despidió a la bailaora en pie, después de haber interrumpido su danza varias veces con largos aplausos.

Para Yerbabuena, este montaje es "un homenaje a la melancolía y el desamor", sentimientos que aunque "muchas veces nos cuesta admitir, sacan cosas maravillosas de uno, en todos los sentidos".

En él, la bailaora, que se confesó preocupada por "la incomunicación y el distanciamiento" propios de estos tiempos, trata también de explorar el silencio.

Así, por ejemplo, una de las fuentes de inspiración del espectáculo fueron unas "clases" que impartió a niños ciegos, a raíz de las cuales empezó a preguntarse "si verdaderamente hacemos uso de todos los sentidos".

En homenaje a esa experiencia, en "Lluvia" los bailarines mezclan por momentos sus pasos con gestos propios de la lengua de signos, con los que "recitan" un poema de Horacio García que lleva por título "El silencio hace daño cuando es puro", y que en esta ocasión una voz en off hizo sonar no en su versión original, sino en árabe.

Pero los idiomas "no son un impedimento" para esta artista, que afirmó que "la magia que tiene el arte" es que "en el momento te hace borrar dónde estás y con quién estás", "como si estuvieras siempre en casa".

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