Público
Público

Baleares: del juzgado al escaño

Los casos de corrupción de la derecha marcan el debate en el Parlamento

FERRAN CASAS

La política balear atraviesa un momento de enorme perplejidad. Hace más de un año que la derecha dejó de gobernar las cuatro islas y el trance no ha sido fácil, tal y como recordaba desde la tribuna de oradores del Parlamento Francesc Antich, que lidera el pacto de progreso.

Desde el caso Andratx y el evocado puticlub moscovita Rasputin, que ahora parecen lejanos, los casos de corrupción le han salido como setas a un PP hecho unos zorros y entre las filas de los regionalistas de Unió Mallorquina (UM), el partido bisagra queprimero fue socio del PP y ahora del PSOE sin complejo de culpa alguno.

En el debate de política general celebrado ayer, UM le dio, como antaño, un balón de oxígeno al PP tal y como evidenció la lideresa local, Rosa Estaràs, bien entrada la tarde: 'Mire a los que le sostienen, señor Antich. Tienen un diputado implicado en casos de corrupción. A nosotros nos han debilitado con casos que no son de partidos sino de personas, pero no seremos como ustedes'. Sin embargo, Antonio Dieguez, el portavoz socialista, no dudó de hablar de 'tramas organizadas'.

La mañana la pasó la sustituta del desaparecido Jaume Matas en tensión. Ahora iba, ahora venía, ahora jugaba con el pendiente, ahora le caía... Estaba más atenta a los jueces que de los turnos de los partidos que sostienen al Ejecutivo.

Declaraban dos diputados de la cámara imputados en casos de corrupción, que acabaron el día en el pleno. El portavoz de UM, Tomeu Vicens, se situó en el ojo del huracán al servir el plato fuerte del día con el caso Son Oms. Otro diputado, el popular Cardona, lo hizo de forma simultánea por el caso Scala y consiguió pasar más desapercibido. Hay dos diputados del PP más que están imputados por otros asuntos, Cati Soler y Jaume Font.Un Vicens hasta el cuello (está imputado en dos casos más) se negó a renunciar al escaño y a la condición de aforado pese a que Antich rompió el debate al pedirle a UM que lo echara para soltar lastre y evitar lo incomodo de la situación.

El presidente demostró que quizás controla a los cándidos socios de izquierdas de su gobierno (uno de los más plurales y compartidos de Occidente) pero no a los regionalistas, que no se querían comprometer a nada y se paseaban por los pasillos de la cámara con cara de pocos amigos. Su presidente, Miquel Nadal, explicaba en una de las dependencias de la que fuera la sede del Círculo Mallorquín -antiguo club social de la rancia nobleza insular- que el problema no era si le pedían que se fuese sino que él no quería.

Mientras la política de las Islas se confunde y desprestigia en el lodazal de la corrupción los temas relevantes, como las infraestructuras, su discutido modelo de crecimiento o el déficit fiscal con el Estado (más propio de una colonia que de una región europea) quedan reducidos a discretas anotaciones marginales. Y la crisis, en eso coincidían todos los portavoces, pertenezcan o no a formaciones honorables, se deja notar con intensidad.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias