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El baño de masas de José María Aznar

La marcha antiabortista tapa su silencio sobre la operación Gürtel

ERNESTO EKAIZER

P or un momento fugaz, las fotografías de la manifestación antiabortista contra el Gobierno pudieron dar una idea trucada de la realidad, como si se tratase de una ilusión óptica: en las calles de Madrid, José María Aznar aparecía (acompañado de Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja, Ana Mato, Ana Pastor y muchos otros dirigentes como María Dolores de Cospedal) como el jefe de la oposición y líder del PP. Mariano Rajoy, el verdadero jefe, estaba en Grazalema (Cádiz) cumpliendo una orden que sus asesores aconsejan observar a rajatabla: abstenerse de prestar su imagen personal al de una oposición extrema al Gobierno. Evitar, por todos los medios, asociarse a un extremismo derechista que pueda bloquear, estratégicamente hablando, el aterrizaje en el PP de los votos descontentos con el PSOE.

Es probable que Aznar hubiera acudido en cualquier caso a la manifestación antiabortista, pero quizá las circunstancias actuales hayan sido las más propicias para hacer presencia en el acto. Esas circunstancias son las que definen, precisamente, su etapa de dominio en el partido como la fuente del nacimiento, crecimiento y desarrollo de la trama de Francisco Correa. No por casualidad, Mariano Rajoy recordó la semana pasada que había sido él quien, al llegar a Génova, dio orden de cerrar los tratos con los mafiosos, una orden que, por otra parte, jamás se transmitió fuera de Madrid.

Rajoy ha sugerido a Aguirre el nombre de Rodrigo Rato por Caja Madrid

Vamos, que después de observar silencio escrupuloso sobre la trama corrupta y saber que es un secreto a voces en el PP que los tentáculos de Correa se extendieron durante su poderío, un baño de masas era el mejor antídoto. Aznar tendrá, como suele decir, la cabeza siempre ocupada en escribir libros y viajar por varios continentes promoviendo cruzadas políticas y económicas, pero no es ajeno a una cuestión de imagen: aquella que le asocia con la banda de Correa.

Las cosas que le divierten a Aznar son, por ejemplo, interesarse en su día por la situación de Miguel Blesa en Caja Madrid. ¿Qué significa este interés? Pues mantener conversaciones con Esperanza Aguirre, por ejemplo. Y si ya no es posible defender un nuevo mandato de Blesa (como ya no es posible), pues intentar ayudar. Aznar confía en Manuel Pizarro, por ejemplo, y quisiera que la experiencia frustrante en el PP sea reparada con la presidencia de Caja Madrid. Aznar va en esto de la mano de Blesa. Pero Aguirre, cuya relación con Aznar ha sido muy buena, no parece estar dispuesta esta vez a seguirle. Porque tiene, desde hace largo tiempo, su propio candidato: su vicepresidente, Ignacio González.

Aznar confía en Manuel Pizarro para la presidencia de la entidad

La batalla por la presidencia de Caja Madrid no es una batalla menor. Ha concitado el interés de Aznar en influir. Pero también ha atraído a Rodrigo Rato. Y Mariano Rajoy, que hasta ahora apostaba por una candidatura de perfil menos estelar, posiblemente se haya dado cuenta de que quizá Rato es el candidato ideal. Porque tiene los títulos y antecedentes para ello y porque, por fin, con Rato en la presidencia de Caja Madrid se acabaría con el sempiterno fantasma de su ex rival en la sucesión de Aznar resucitando en el primer plano de la política española.

Rajoy, pues, ha abordado el asunto de Caja Madrid finalmente con Esperanza Aguirre hace un par de semanas, al hilo de los recursos presentados por el Ayuntamiento de Madrid contra la apertura del proceso electoral. Rajoy, pues, le ha sugerido a Esperanza por qué no colocar al frente de Caja Madrid a una personalidad del prestigio de Rodrigo Rato en una etapa de incertidumbre financiera como la actual.

Aznar, pues, sigue en esta y otras brechas. Preguntado por Carlos Dávila, director de la revista Época, por las condiciones que deberían darse para su vuelta a la política activa, dijo: 'En este momento, no me planteo eso, no es una cuestión de condiciones objetivas'. ¿En algún momento se lo ha planteado? 'Sí, claro, todos los días.   Pero ahora lo que hace falta es que las cosas, tal y como están previstas, salgan y salgan bien'.

La presidenta del PP quiere a su número dos al frente de la caja

Las cosas, tal y como están previstas: es decir, la candidatura de Rajoy. Pero ¿y una vuelta de emergencia? Parece que cuando hace sus 2.000 abdominales diarios, Aznar piensa en volver a la política activa. 'Aznar está en una forma física espectacular. Tiene 12 años menos que su edad biológica' estima su entrenador físico, Bernardino Lombao.

Por tanto, a sus 44 años de edad física (tiene ahora 56), Aznar hasta compite con la eterna juventud de Gallardón. Pero su problema es otro: después del affaire Correa, cuyo recorrido será muy largo, y de la asociación de Aznar con él, esa vuelta de emergencia no va a ser fácil.

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