Público
Público

El último baño público de Pekín lucha por cumplir cien años pese a los cambios

EFE

El último baño público tradicional de Pekín, inmortalizado en la célebre película "La Ducha" (Concha de Plata en el Festival de San Sebastián 1999), sigue sobreviviendo los vertiginosos cambios de Pekín, pero ahora se ve amenazado por nuevos proyectos urbanísticos en el humilde barrio donde se encuentra.

La casa de baños "Shuangxingtang" ("Salón de la Doble Prosperidad"), situada en el distrito de Fengtai, en las afueras meridionales de Pekín, lucha por convertirse en centenaria (fue abierta en 1917), pero no lo va a tener fácil, ya que en sus alrededores las excavadoras han comenzado a derribar edificios.

Su gerente, Xiong Gangjian, que sigue los pasos de su padre al frente del lugar, explica que el ayuntamiento se planea construir una zona verde en el lugar, situado cerca del aeropuerto de Nanyuan, usado por el Ejército chino.

"Estamos intentando protegerlo, y para ello hemos solicitado a las autoridades de Patrimonio Cultural que lo conserven", cuenta a Efe el gerente, mientras enseña con orgullo el interior del lugar.

En él, el tiempo parece haberse detenido en los años 90 que relata la genial película de Zhang Yang: el lugar, sólo para hombres, está habitado por amantes del llamado "lao Beijing", el antiguo Pekín, muchos de ellos jubilados que pueden pasarse el día entero desnudos o cubiertos por una simple toalla, mientras conversan con los amigos, fuman, juegan a las cartas o al ajedrez.

"Vengo a bañarme y también para promover la cultura del viejo Pekín, para charlar y beber", cuenta un hombre de 65 años llamado Meng, quien, como el resto de clientes, no se molesta de que las cámaras le fotografíen desnudo, porque ya están acostumbrados a aparecer en reportajes nostálgicos de la televisión pequinesa.

"Este baño, por lo que sé, es el único que queda de este tipo", cuenta el risueño Meng, mientras a pocos metros de allí otros jubilados se duchan, se dan un baño en una piscina comunal, o recurren a la medicina tradicional con masajes o moxibustión (recipientes de cristal que se colocan a modo de ventosa en el cuerpo, usando el calor de una llama).

Las peleas de grillos, que aparecían en la película de 1999, también son frecuentes en el pequeño recinto, que desde el éxito del filme está decorado con sus fotogramas, mientras un enano se ocupa de que la ropa y los zapatos de los clientes estén en orden, y los vasos de todos ellos llenos de té.

"Muchos de los ancianos vienen aquí para recuperar sus recuerdos de juventud", cuenta el gerente Xiong, quien explica que bañarse en el "Salón de la Doble Prosperidad" cuesta apenas 10 yuanes (poco más de un euro, o de un dólar).

Este tipo de baños tradicionales eran muy habituales en la China imperial o incluso en la del maoísmo, en una época en la que el agua corriente era poco habitual en las viviendas, pero con la modernización han ido desapareciendo, o siendo sustituidos por saunas más sofisticadas y caras.

El propio baño de la película se renovó y funcionó como sauna después del éxito del filme, pero finalmente sus dueños decidieron volver a la forma tradicional, con el fin de conservar el recuerdo de un Pekín casi rural en el que todos se conocían, no había prisas y tampoco demasiado pudor.

La película que lo retrata, que también fue premiada en los festivales de Toronto (Canadá) y Salónica (Grecia), hablaba precisamente de la desaparición del Pekín de antaño, el de los hutongs (callejuelas tradicionales) y los siheyuan (casas de una planta con patio), ante los bloques de pisos y las anchas avenidas.

En aquel entonces, hace 13 años, aún quedaban unas decenas de baños como el del filme, pero hoy sólo queda uno: los autores de la película adivinaron que esta forma de vida estaba condenada a la extinción, más cuando, en 2001 tras la elección de Pekín como sede de los Juegos Olímpicos de 2008, los cambios se aceleraron aún más.

Antonio Broto

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias