Este artículo se publicó hace 16 años.
Benedicto XVI dice que la caridad se hace "en secreto" y sin "alardear"
La ayuda a los necesitados "tiene que hacerse en secreto" y no se puede convertir en una manera de "llamar la atención", señaló el papa Benedicto XVI en su mensaje para la Cuaresma, publicado hoy por el Vaticano y que está dedicado a la práctica de la limosna.
"Dar limosna tiene que ser un secreto y no hay que alardear de las buenas acciones propias", escribe el Papa, que añade que la caridad no debe ser "una manera de llamar la atención".
Advierte que "en la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos", ya que la tentación de dar caridad para aparentar "se plantea continuamente".
Benedicto XVI agrega que "si al cumplir una buena acción no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino que más bien aspiramos a satisfacer un interés personal o simplemente a obtener la aprobación de los demás, nos situamos fuera de la óptica evangélica".
Para el Pontífice, "la limosna evangélica no es simple filantropía sino más bien una expresión concreta de la caridad".
Y como ejemplo cita a las "tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de apoyo al prójimo necesitado".
Durante la rueda de prensa de presentación del mensaje papal, el cardenal Josej Cordes, presidente del Pontificio "Consejo Cor Unum", que se encarga de la caridad en el Vaticano, explicó que no se trata de criticar a aquellas personalidades que prestan su trabajo o imagen para hacer caridad.
El mensaje del Papa invita a reflexionar sobre la importancia y el valor de "hacer la caridad en secreto", explicó el cardenal Cordes.
En su mensaje, el Pontífice subraya también que "socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad".
Benedicto XVI recuerda que "practicar la limosna representa una manera concreta de ayudar a los necesitados" y, al mismo tiempo, es "un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales".
"La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos para socorrer al prójimo en sus necesidades y para compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina", añade.
El Papa recuerda a los católicos que las enseñanzas evangélicas dicen que no son propietarios de los bienes que poseen, "sino sólo administradores".
"Por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo", agrega.
Joseph Ratzinger señala también que "en el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan para sí mismos".
Además, "la limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos".
El Papa recuerda que durante la Cuaresma, tiempo que precede a la Semana Santa, se practica la limosna y que "el cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor".
Benedicto XVI insiste en que no es importante la cantidad que se da para ayudar a los más necesitados porque "lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno".
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