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Blur, la reunión del grupo que nunca se separó

La formación regresa a Glastonbury este fin de semana tras seis años de silencio

JESÚS MIGUEL MARCOS

Lo llaman regreso, pero... ¿cuándo se fueron? La nueva gira de Blur, tras seis años sin noticias del grupo, ha sido una de las noticias del año en el endogámico mundo de la música británico. El grupo nunca anunció una separación que, sin embargo, se dio por hecha. Por un lado, su último disco, Think tank (2003), fue un trabajo modesto que evidenciaba cierto cansancio creativo. Por el otro, sus componentes se embarcaban en otras aventuras, artísticas o personales, con desigual éxito y repercusión.

Todo apuntaba a que el grupo había cesado su actividad de forma espontánea, más por la aparición de otras motivaciones que por disensiones en su seno. Ahora, seis años después, sabemos más datos de las convulsiones que sufrió el grupo, quizás el más relevante del pop británico desde los Beatles, con el cambio de siglo.

En 1999 el grupo publicó 13, un álbum incomprendido que simbolizaba el final de la fiesta del britpop, marcado por la separación de Damon Albarn y su pareja, la también cantante Justine Frischmann, y los problemas con el alcohol del guitarrista Graham Coxon. Este último ya había dejado la formación cuando Blur publicó Think tank en 2003, pero el motivo de su marcha no fue el alcoholismo, sino todo lo contrario.

'Es fácil convivir con los alcohólicos mientras son adictos, pero no cuando lo dejan. Cuando están sobrios tienen a decir la verdad', confesó Graham Coxon al diario The Guardian en una entrevista reciente. La situación entre Coxon y el resto del grupo llegó a ser tan insostenible que terminaron pidiéndole que no volviera al estudio. 'Se me enfrió la sangre', dijo Coxon.

Desde entonces, Coxon ha seguido publicando sus propios discos en solitario, sin lograr ningún gran éxito. Por el contrario, Damon Albarn ha convertido en oro casi todo lo que ha tocado, especialmente su proyecto Gorillaz, con el que alcanzó el número 1 en Reino Unido.

Lo más curioso es lo que han estado haciendo los dos miembros de la formación que estaban más en la sombra. El bajista Alex James escribe columnas en The Guardian, ha presentado programas de televisión y fundó una marca de quesos. Dave Rowntree, el batería, estudia Derecho desde 2006, es candidato a las elecciones del Partido Laborista y está involucrado en una asociación contra la pena de muerte. El domingo en el festival de Glastonbury todas las miradas se posarán sobre ellos.

Empezar fracasando

El genio de Blur se cocinó años antes de la eclosión del britpop. Sus dos primeros discos, antesala del disco que lo haría estallar todo, Parklife (1994), pasaron sin pena ni gloria por las listas de ventas británicas. Su sello encontró tan flojo su segundo disco, Modern life is rubbish, que les obligó a volver al estudio para grabar más canciones.

Y el britpop estalló

Blur fueron, junto a Oasis, los grandes responsables de que la música pop británica volviera a ser pasto de las masas. El relevo generacional se escenificó en los Brit Awards, donde Blur consiguió cuatro galardones. El instante más delirante llegó cuando las dos bandas publicaron un single el mismo día para ver cuál vendía más. Ganó Blur.

Corta onda expansiva

El último gran éxito de Blur fue Song 2, tema incluido en su álbum homónimo de 1997. Curiosamente, el grupo no exportó su éxito de Inglaterra a Estados Unidos, donde nunca tuvieron gran repercusión. Todo lo contrario que Oasis, que fueron número 1 en EEUU en 1997.

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