Después de casi dos años de crisis de deuda en Europa, y superada con creces la decena de cumbres para solucionarla, está tan demostrado, como el condicionamiento de los perros de Paulov, que no hay nada que siente peor a los mercados financieros que esas jornadas de indecisión y desencuentros políticos.

Ayer, los líderes europeos protagonizaron otra de esas jornadas sin rumbo claro y, como no podía ser de otra forma, los números rojos se apoderaron de los principales índices europeos. La enésima negativa de la canciller alemana, Angela Merkel, a permitir que el BCE continúe con su programa de compras de deuda pública, la suspensión de la reunión de los ministros de Finanzas prevista para hoy y los rumores de que cualquier acuerdo al que se llegue carecerá de propuestas concretas y cuantificadas borraron de un plumazo la esperanza en que por fin se llegue a una solución convincente para el problema de deuda europeo.

El mercado francés fue el más castigado con una caída de su principal índice, Cac 40, del 1,43%. Le siguió el italiano, con un descenso del 1,38%, atenazado además por la debilidad y el futuro cada vez más incierto del Gobierno de Silvio Berlusconi. En la Bolsa española la caída fue más contenida; el Ibex 35 perdió un 0,87%, hasta los 8.879 puntos.

En el mercado de deuda pública, en cambio, la prima de riesgo francesa se alejó del máximo histórico (119 puntos) marcado el lunes y bajó a 111, mientras que la italiana escaló hasta los 389 puntos básicos y la española subió cinco puntos hasta los 347 puntos básicos.