Público
Público

Bolt destroza la física

El jamaicano, empujado por el acoso deTyson Gay, corre en 9.58 y fulmina el récord del mundo que instauró en los Juegos de Pekín sin esforzarse al máximo

IGNACIO ROMO

No conoce límites. Usain Bolt es un ser humano programado para correr a velocidades inexplicables. Ayer volvió a demostrarlo en el Olympiastadion berlinés, que se regocijó 73 años después de poder ver una gesta similar (superior) a la de Jesse Owens.

Bolt detuvo el crono en 9,58 segundos, una marca impensable, galáctica. Un crono de dibujos animados, de Playstation. Unos guarismos que hacen sonrojar a los mejores velocistas del mundo de hace sólo unos años. Los 9.86 de Carl Lewis en 1991, bajo la luna llena del Olímpico de Tokio palidecen demasiado ante las monumentales hazañas de Bolt.

Los 100 metros se habían presentado como un choque entre dos balas humanas. La escuela americana frente a la jamaicana. Tyson Gay, acreditado con 9.77 este año, un velocista de Kentucky, sobrio, del más puro estilo americano, pero que había osado desafiar verbalmente a Bolt. porque sabía que llegaba en forma a Berlín. Y lo demostró en la calle cinco.

Pero en la calle cuatro estaba el extraterrestre, el hombre sin límites, el velocista que ha reconvertido la velocidad en un show, el hombre que ha demostrado que se puede sonreir a la cámara y correr rápido después. Es el fin de aquellos velocistas serios, hiperconcentrados, casi dramáticos.Eran las 21.44 de la noche. 26 grados de temperatura, 39 por ciento de humedad. Viento favorable de 0.9 metros por segundo. Datos para la historia.

El Olympiastadion, después de una tarde anodina, acababa de electrizarse con las dos medallas conseguidas a la vez por la selección alemana. La pista azul, en homenaje a los colores del Hertha berlinés, aguardaba a servir de alfombra para la historia.

Bolt desplegó su show particular ante las cámaras. Su despliegue gestual no reveló ningún tipo de tensión añadida por tener a su lado a Tyson Gay. Era el Bolt jovial de siempre, despreocupado. Feliz.Gay demostró su ascendencia. Un velocista formado en la Universidad de Arkansas. No hizo ningún gesto. Asafa Powell sí se exhibió ante las cámaras. Es todo lo que hizo en la final.

No hubo salidas nulas. Un atleta de Trinidad -había dos en la final- fue el más rápido en la salida. Reaccionó 119 milésimas después del disparo. Gay necesitó 144 milésimas y Bolt, 146. Una buena salida para un corpachón de 196 centímetros.

Tyson Gay hizo la mejor carrera de su vida. Una carrera merecedora de un oro en cualquier situación lógica. Pero Bolt es ilógico. El relámpago de Trelawny ignora cuáles son sus límites. Por eso los traspasa. Hace 31 años , cuando Bob Beamon saltó 8,90 metros en el Olímpico de México, un entrenador inglés comentó: 'Lo ha logrado porque no sabía que era imposible'.


Bolt tuvo que emplearse a conciencia en los primeros cincuenta metros, la fase conocida como de puesta en acción en los tratados de técnica de velocidad. Estaba obligado. No podía relajarse como en Pekín. A su lado había un hombre que estaba corriendo muy rápido.Gay, que terminaría en 9.71, aguantó el envite. Se mantuvo cerca del velocista galáctico hasta los 50 metros. Nunca tiró la toalla. Hizo historia y destrozó todos los rankings de la velocidad estadounidense.
Entonces Bolt, que cubrió los 100 metros en 41 zancadas, comenzó a volar.

Su fase de máxima aceleración tuvo lugar entre los 50 y los 80 metros. Miró varias veces de reojo a su derecha. Empezó a comprobar que Gay quedaba atrás, que su zancada, con una frecuencia similar a la del estadounidense pero más larga, funcionaba a la perfección. Su biomecánica es perfecta.
Quizá Bolt se dejó llevar en los últimos 20 metros. Quizá quedó algo en el insondable depósito de combustible de este velocista de dibujos animados. Lo sabremos algún día. El estadio enmudeció un segundo antes de que cruzara la meta. Luego estalló como nunca. 9.58. Un crono absurdo, un registro que suena raro, por desconocido, a los aficionados.
Bolt ve el crono y reacciona feliz, golpeándose el pecho.

No reacciona con locura, como hiciera Michael Johnson con sus inolvidables 19.32 del 200 de Atlanta 96. Reaccionó con una gran alegría, pero con normalidad. Es un velocista alegre. Un tipo normal. ¿Qué puede brindarnos Bolt? Faltan los 200 metros. Falta el relevo 4x100. Él mismo supo resumirlo nada más terminar. 'Ha sido un gran momento para la historia, pero no se puede saber lo que pasará mañana'. 

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias